El Cuestionario

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Estaba sorprendentemente relajada. No entendía porque mi cuerpo se sentía así después de tanto estrés. El ambiente era agradable; ni frío ni calor. Aunque me sentía algo incómoda. Después de un rato supe porque...

Desperté y estaba dentro de un coche. Me encontraba acostada en los asientos de atrás. Aún llevaba puesta la bata de hospital. Lo primero que vi fueron las luces de una estación de servicio. Me senté y exploré el lugar con la mirada. Noté que el auto estaba encendido. Planeé sentarme ahí, en el asiento del conductor y huir. Pero... No podía... Tenía la idea en la cabeza, pero no podía hacer nada más que... quedarme ahí sentada. Estuve ahí sentada por un rato mirando por las ventanas. No había absolutamente nadie! Que estaba pasando?! No pude haberme quedado inconsciente tanto tiempo! Después de un rato me quedé recostada en la ventana viendo esa tienda a lo lejos. No podía ver a nadie dentro. Después de unos segundos, alguien apareció de repente en la ventana asustándome. Me eché para atrás del susto y casi me golpeo la cabeza con la ventana de la otra puerta.

— Ja ja ja ja ja!!! —se reía Harry a carcajadas mientras le daba la vuelta al coche para entrar.

— Maldita máscara...

Harry entró al auto y colocó una bolsa en el asiento del copiloto. Yo estaba recuperando el aliento de aquel estúpido susto.

— Mira esto! —buscó en la bolsa y sacó un oso de peluche de color blanco. Me lo ofreció— Es para ti.

— Se puede saber cuál es tu problema? —no sé cómo, pero de un momento a otro me sentí molesta con él.

— Que? No quieres el oso? Lo compré pensando en ti...

Estaba de nuevo esa chispa de ternura en su voz. Terminé tomando el oso y aferrándolo contra mi pecho como una niña pequeña. No sabía porque lo hacía.

— Me alegra mucho que te gustara.

— Nunca dije que me gustara.

— Me baso en tu rostro. Se nota que te gusta —quito el freno de mano y se puso en marcha.

— Sabes? Creo que ya es momento de que respondas a mis preguntas.

— En serio? Sabes que yo no podré responder a todas tus preguntas, no?

— Entonces sólo responde lo que sepas.

— Mmm... De acuerdo! —su voz sonaba como si yo le hubiera propuesto un juego.

— Bien... —era mi oportunidad. Tenía que colocar todas las preguntas en orden. No sé para que, pero tenía que hacerlo— Primero... Por cuánto tiempo estuve inconsciente?

— 10 días.

Respondió muy rápido. Estaba diciendo la verdad.

— Porque tengo el presentimiento de que tú estuviste involucrado en mi accidente?

— Porque a las personas les encanta encontrar soluciones simples a todo. Se aferran a lo primero que ven ignorando muchas otras alternativas. Además, siempre me la paso por algunos hospitales cuando estoy aburrido. Cuando te ingresaron en el hospital, a pesar de las heridas en tu rostro, te reconocí.

— ... Y que pasó en esos diez días que estuve inconsciente?

— No puedo responder a esa pregunta,

— Pero si tu estabas ahí! Despierto!

— Sí... Pero en esos diez días, en ningún momento dejé el edificio. Por lo qué... No he visto la luz del sol en mucho tiempo. Además estaba muy preocupado por ti.

La Marioneta [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora