- 7 -

125 16 17
                                    

Y lo sentía.

Ese maldito dolor.

Un dolor al que estaba acostumbrado, un dolor con el que había vivido desde hacía tanto tiempo.

Gritar no le serviría de nada, así que ya ni siquiera lo intentaba. Nadie lo iba a escuchar, nadie lo iba a salvar. Solo podía quedarse quieto y esperar a que todo terminara como de costumbre. Sentía las enormes manos recorriendo su piel de manera morbosa, estrujando su carne presa de la libido. Escuchaba los quejidos y las maldiciones provenientes de aquel hombre, como el vaho caliente chocaba contra su nuca. Escuchaba sus propios quejidos de dolor y aquel asqueroso golpeteo húmedo.

Su interior gritaba por piedad, su espalda se arqueaba y sus rodillas temblaban.

Las lagrimas escurrieron de sus ojos, mientras miraba aquella puerta roja de metal.

Ya no quería sentir.

No quería estar ahí.

Mas el recuerdo de unos ojos de color avellana y una pequeña sonrisa se hizo presente en su mente y por un segundo...

Por un segundo creyó que todo estaría bien.

.

-Veo que acabaste...

-Creí que tenías trabajo en el cuarto de choque Mila- Frunció el ceño y mordió su labio preso del enojo. - Debes dejar de meterte...

-Cuando te dije eso no te importo y seguiste metiéndote en mi vida

-Deberías agradecerme

- ¡¿Agradecerte?! ¡Tenía veintiocho cuando arruinaste mi vida! - El hombre mayor rio ante la actitud de la rubia.

- ¿Entonces querías tener a mi bebe? - Pregunto burlón.

-No era tuyo...

- ¿Y de quien era? ¿De tu ex prometido? - Soltó una estruendosa risa, mientras cerraba la puerta roja tras de el- Tu y yo sabemos que eso no es cierto. Aun así, lo que hice te combino, te libere de esa carga y conservaste tu empleo

- Dirás, mataste a mi bebe, y por ello perdí al amor de mi vida, todo eso a cambio de este empleo de porquería

-Excelente resumen- Stephan acomodo su camisa pues la tenía desabrochada y arrugada- Envía a algún enfermero para que limpie este lugar...-Suspiro- Como sea, jamás creí que fueras así de rencorosa.

- Yo no creía que fueras un hijo de puta cínico que se aprovechara de sus empleados- Stephan volvió a reír.

- Hoy no tengo ganas de darte una bofetada. Estoy cansado... así que haz lo que te dije y deja de estar de entrometida- Le dio un empujón al pasar al lado de ella, haciéndola caer. Sus manos se rasparon levemente, más ella no sintió aquel característico arder, solo sentía rabia y frustración- Si no te portas bien, te despediré y de mi cuenta corre que nunca vuelvas a conseguir un empleo, en ningún lugar- Recalco las ultimas palabras.

Mila se quedo ahí, en el sucio piso intentando calmarse. No quería que todos los pacientes y enfermeras notaran lo deshecha que estaba. Mas sus sollozos no eran los únicos que resonaban en el área de seguridad. Podía escuchar lo quejiditos provenientes de la habitación de Mikhailov

Se veía así misma, recién graduada, llegando con gran entusiasmo a Dolina Sveta. Su ex prometido, Edwin trabajaba bastante duro para apoyarla en sus estudios y posteriormente para que pudieran compara un pequeño apartamento cerca del lugar. Era joven y aun mas tonta en aquel tiempo.

InsaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora