Ocho

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La noche estaba fría, lo que significaba que definitivamente el amanecer sería aún más fresco. El reloj en su muñeca tenía las once y media de la noche. Dani ya estaba acostado y su única compañía era una taza de té de menta.

Definitivamente no dormiría, desde el divorcio se le habían juntado demasiadas tareas, para su mala suerte en dos días era la fecha máxima de entrega de todas, añadiéndole que tenía examen y si no avanzaba lo más que pudiera esa noche, definitivamente no acabaría.

Le estaba costando bastante mantenerse despierto, antes levi se quedaba con el haciéndole compañía y llenándole su taza cada vez que esta se vaciaba. Pero no más. Su celular vibraba constantemente con mensajes de Mikasa y Armin, los dos preguntándole cada cinco minutos '¿Ya avanzaste?' Obviamente si lo distraían tanto no lo iba a hacer.

Una vez más su celular le aviso que había recibido otro texto y eren ya se había hartado, le iba a decir a su hermana que dejara de molestarlo de una vez, pero para su sorpresa, no era Mikasa, era Farlan.

"¿Despierto a estas horas?" Era el mensaje "Si, mucha tarea y no creo dormir nada" presionó enviar. Quince minutos después recibió otro mensaje "Entonces te vendría bien un poco de ayuda ¿no crees?" Eren sonrió "jaja, definitivamente:(" dejó el celular y posó sus ojos sobre el gran libro para continuar leyendo, pero el ruido del timbre hizo que su corazón parara un segundo por el gran susto que se llevó, pues a estas horas era imposible que alguien tocara.

Con una pluma en su mano, por si tenía que apuñalar a alguien, se dirigió a la puerta con sigilo y asomo la vista al pequeño agujero que tenía la puerta por donde ves quien está al otro lado de esta. Se llevó una sorpresa.

-¡¿Farlan?!–abrió la puerta rápidamente para comprobarlo–¿Que estás haciendo aquí?

-No mucho, en realidad vine a ayudarte un poco.

–P-pero es muy tarde, y tú tienes que descansar también.

-Al igual que tú, por eso te haré compañía para poder terminar lo más rápido posible.

-Farlan...

-No hay nada que decir. Vamos que se hará más tarde—ignorando la mirada de eren, tomó asiento en donde había un montón de hojas tiradas.

Eren suspiró resignado y se encamino a la cocina para hacerle un café a su acompañante.

Su noche se resumió entre mucho trabajo, risas, miles de hojas, letras, libros y muchísimas tazas de té y café. El castaño se percató de lo inteligente que era el rubio y del gran conocedor que era. El reloj marcaba las 4:10 y ya habían terminado todo.

Agradeció internamente que farlan hubiera ido a ayudarlo, pues sin su ayuda no sabría cuando hubiera acabado.

-Muy bien, creo que eso es todo pequeño.–el castaño se sonrojó por el sobrenombre y asintió.

-Si, muchísimas gracias, de verdad me ayudaste mucho y-yo no sé como recompensarte si quieres yo puedo...

-Tranquilo, eren, no tienes por qué pagarme te ayude por qué así lo quise–el castaño sonrío.–Aunque pensándolo bien, una cena no estaría nada mal.

–¡Si, claro! Prepararé lo que tú me digas.—dijo animado.

-Muy bien, me lo pensaré y te avisaré. Ahora creo que debo irme.

-Oh, bien ¿no te quieres quedar? Es que es tarde–ofreció el muchacho.

-No, no te preocupes.

¡Vuelve a Mi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora