Dieciséis

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Obscuro, obscuro subconsciente. Malvado y tramposo, ruin y corrupto. A veces siendo nuestro fiel compañero, pero definitivamente que cuando quería, te jodia por completo. Te hace pasar los mejores y peores momentos,  incrustando en tu mente tus peores temores, tus miedos más profundos. Definitivamente, un arma de doble filo.

Rivaille se sentía atrapado, su mente le estaba jugando sucio y no veía la salida de ahí. La tristeza y desesperación arrasaba con el en un torbellino de emociones negativas, sentía que se asfixiaba, su garganta cerrada, sofocándole y cuando estaba a punto quedarse sin aire, despertó de golpe.

Con lágrimas en los ojos inhalando y exhalando aire, posando su vista en todas las direcciones, desesperadamente sacudió su cabeza para aclarar sus pensamientos. Entendió todo. No podía dejar las cosas así. Tenía que solucionar todo o al menos, intentarlo. Se colocó rápidamente los zapatos y tomó la primer chaqueta que se cruzó en su camino para poder salir de su casa lo más rápido.

El cielo estaba gris, viento frío corría en el ambiente, lo cual se le hacía extraño por que estaba seguro que esa mañana el clima estaba soleado. La lluvia comenzó a caer, no tan fuerte pero tampoco leve. Buscaba por todos lados mientras caminaba de manera rápida por las calles casi desiertas debido al clima. Tenía que encontrarlo. Tenía que encontrar a su amor, a su compañero, el amor de su vida. Tenía que encontrar a su Eren.

La garganta la ardía, su boca tenía un sabor amargo y la cabeza le daba vueltas, la ansiedad se hacía más grande porque no lo encontraba, caminaba mientras revisaba por toda la calle y no lo veía.

Como si de un milagro se tratara, lo vio al fin, venía caminando rápidamente con bastantes bolsas de súper para llevarlas el solo, siempre le regañaba por que le decía que se llevara el carro, pero en su terquedad este se negaba por lo cerca que la tienda estaba. Vestía un short y una playera negra delgada, cosa que le hizo hacer una mueca de disgusto pues estaba lloviendo con el ambiente bastante frío y no se había llevado paraguas, estaba todo empapado.

–¡Eren! ¡Eren!–gritó fuertemente corriendo hacia el.

–¡Levi!–respondió el castaño al verlo.

–Eren, amor, ¡lo siento tanto en verdad! ¡soy un idiota! lo se, el mayor idiota de todos–Levi hablaba rápidamente con desespero, hipidos y con algunas lágrimas, el castaño tenía una cara completa de asombro–Se que no... no soy el mejor esposo pero ¡te amo tanto! ¡Mierda Eren te amo, te amo, por favor no me dejes! ¡Vuelve a mi mi amor, vuelve conmigo! Yo mejorare enserio yo...

–¡Levi!–Gritó Eren atónito, completamente pasmado y asombrado.

–¡Por favor amor!

–¡Levi! ¿¡Que es lo qué pasa!? ¿De que estas hablando?

–Se que estás molesto conmigo, mi amor.

–¡Por supuesto que si! Te dije claramente que hoy tenía demasiadas cosas que hacer en la cafetería y que tú tenías que pasar por Dani y no lo recordaste, Mikasa tuvo que pasar por el. Y cuando llegue a casa te encontré ¡dormido! Y ni si quiera te despertaste para acompañarme por las compras.

–Yo... en verdad lo siento, no se que me pasó hoy, no se por que lo olvide, Eren –Las palabras salían por si solas, el dolor se reflejaba perfectamente en su rostro–¿Soy un mal esposo? ¿Un padre terrible? ¿Tú me odias?

–¡¿Que?! ¡No! ¡Levi! ¿Que sucede, por qué dices todo esto tan repentinamente?

–Yo... yo–Trataba de explicar.

–Amor, si me enoje hoy, pero es natural, todas las parejas lo hacen. A veces simplemente no nos entendemos, pero eso no quiere decir que ya no te ame y por supuesto que no eres un mal padre, eres el mejor padre del mundo.

–Eren...

–Dime qué pasó, ¿que es lo que te abruma?–El castaño decía sonriendo, soltando las bolsas de compras y pasando sus pulgares por sus mejillas para limpiar la lagrimas. Ahí estaba su Eren, siempre tan amoroso, siempre tan hermoso, preocupándose por el y haciendo a su corazón sentirse cálido, querido, amado.

–Yo...tuve una pesadilla, la peor pesadilla que alguien puede tener, y en verdad no podía despertar de ella, fue horrible, amor.

–¿Enserio?–Le preguntó el menor masajeando su espalda para reconfortarlo.

–Si–Dijo Levi escondiendo su rostro en el cuello del castaño buscando más atención, tal como un niño.

–Entonces vamos a casa a qué me cuentes, ¿si?

–Si–Accedió–Eren, te amo.

–Yo también te amo, guapo.

–¿Me das un beso?

–Todos los que quieras–Dijo Eren sonriéndole, pasando sus brazos por el cuello de este y juntando sus labios dándole un beso cargado de puro amor.

Levi sonrío, tomo las bolsas de compras y con Eren a su lado resguardándose de la lluvia, tomaron camino a casa para poder hablar y preparar una rica cena para el, Eren y su precioso hijo. Era bueno estar en casa, su casa.

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Y bien, faltaría el epílogo, espero que puedan leer la nota que sigue💕

¡Vuelve a Mi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora