Cuando acabe contigo

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Lo noté por primera vez en tu forma de sonreír, llámame fijón o perfeccionista, pero, pude fijarme en que la curvatura de tus mejillas no presentaba el mismo grado de curva que cuando sonreías a carcajadas por alguna tontería que solo tú y yo entendemos.

Tus ojos "achinados" en el momento de la sonrisa me permitieron ver el brillar de tu iris, algo que, siento decirte, es imposible ver cuando tu sonrisa recubre por completo tu rostro.

Además, se reconocer mi sonrisa favorita cuando la veo, no me puedes engañar de esta forma, conozco cada milímetro de tus labios, conozco, incluso, hasta donde se pueden arquear tus labios cuando algo te hace gracia y te sorprende al mismo tiempo.

Si, tus dientes se dejan ver casi 2 centímetros cuando tu sonrisa es pura y verdadera, según mis cálculos de tu anatomía, faltan milímetros para lograr la perfección de tu recorrido dental.

Recuerdo que ese día observé tu figura, la obra maestra de tu cuerpo; recuerdo que me comporté como un aficionado a la pintura al tener delante su retrato favorito, paralizado, asombrado, feliz. Créeme que, si estuviera en mi mano parar el tiempo, hoy en día seguiría observándote, estudiando cada pliegue de tu cintura, calculando la curvatura de tu columna, maravillándome con la belleza de tus dedos y agradeciendo a tu genética la hermosura de tu cabello ondulado.

Sé que pude sonar un poco grotesco, pero lo único que se me ocurrió hacer en ese momento, fue distanciarme unos centímetros para no estropear tanta belleza con mis sucias y frías manos y decirte con un tono nervioso, pero seguro: "Tienes un cuerpo precioso"

Fue justamente en ese momento donde apareció una impostora en la habitación, se presentó en forma de falsa sonrisa... ¿Te suena?

Rompió, por unos segundos, la obra de arte que tenía en frente, como si el pintor hubiera apretado ligeramente el pincel más de la cuenta, nadie se daría cuenta de eso, pero el propio pintor se fijaría en ese detalle cada vez que quiera admirar su obra.

Si estábamos viviendo un momento tan maravilloso, ¿Cómo pudo aparecer esa mancha en el retrato? La respuesta es simple, no lo sentiste, cuando el escritor no escribe lo que siente, su mano no está relajada y su pluma no siente seguridad en su acompañante.

¿Quién habrá sido la bestia que arruinó tu seguridad en tu cuerpo? ¿Te parece que le asignemos en nombre de... tiempo? Un destructor capaz de estropear las maravillosas obras de arte que merecen estar orgullosas de sus pinturas desde el momento de su creación.

Tu sonrisa me confirmó que no creíste mis palabras, o más bien, que no pensabas lo mismo que yo pienso de ti. Pero, me encargaré de recordártelo siempre, haré alusión al perfecto tacto de tu piel antes de desnudarte el alma, nombraré la belleza de tu pelo en el momento que me deje enredar por él, saborearé tus hombros justo antes de posar mis labios en ellos, besaré el recorrido de tu espalda solo para que sepas que en ella se encuentra mi destino, reflejaré lo que tu cuerpo me hace sentir cada vez que tengo la suerte de admirarlo.

Soy escritor, no soy vidente, no sé cómo acabará esto...no sé cómo acabaremos esto, pero si se, que cuando yo acabé contigo, tu verdadera sonrisa acompañará a tu cuerpo, te convertirás en arte, serás mi más bonita obra maestra en todo su esplendor.

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