Capítulo 13

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El taxi me deja junto a la entrada a un bosque al que se accede a través de un sendero de tierra que conduce hacia una casa de aspecto imponente. Abandono el vehículo tras hacerle entrega al taxista del dinero que le debo y luego cierro la puerta detrás de mí.
Camino hacia el frente y me incorporo al sendero rodeado de pequeñas florecillas anaranjadas, cuyos pétalos ondean con la brisa fresca que las envuelve, desprendiendo un dulce aroma que acoge mi rostro de buena gana. Avanzo por el camino de tierra, entreteniéndome con la naturaleza que se abre paso ante mí, fijándome así en detalles como el piar de los pájaros, las carrerillas de los pequeños animalitos, quienes aprovechan la carencia de peligro para buscar alimento, el sonido que emiten al hojas al enredarse entre ellas la brisa, el crujir de los troncos de los árboles, la penetración de los rayos solares a través de los huecos que hay entre las ramas.

Finalmente me detengo ante una casa imponente, cuya fachada adopta un tono naranja oscuro y cuyo tejado en forma piramidal posee una pigmentación grisácea. En un lateral hay una casita que por su aspecto guarda en su interior un vehículo.
Me incorporo a una zona asfaltada y camino por ella hasta alcanzar el porche, al que se accede subiendo dos peldaños de una escalera.
Ceso mi marcha junto a una amplia entrada y procedo a propiciar sendos golpecitos con los nudillos sobre la superficie de ella.
A continuación me mantengo a la espera de ser recibida por el dueño de la casa. Mientras esto sucede, me tomo la libertad de comprobar si hay alguien en las proximidades. No me da tiempo a terminar mi examinación, pues un chico aparece tras la puerta.
Cambio el rumbo de mi mirada hacia dicho lugar y permanezco inmóvil, observándole, pues no sé por donde empezar.
El vampiro lleva unos pantalones vaqueros de un gris oscuro y una camisa marrón sin abrochar, de manera que deja al descubierto su pecho.
Elián apoya uno de sus brazos en el marco de la puerta, de manera que su prenda superior muestra parte de su costado.

-Esto si que no me lo esperaba.

Hago un esfuerzo por dejar de mirar su tonificado torso y enfrentarme a su penetrante y desconcertada mirada.

-¿Puedo pasar?- el vampiro se hace a un lado y yo me tomo la libertad de pasar, bajo la intimidante mirada de mi acompañante, quien no me pierde la pista-. Necesito tu ayuda.

-Por favor, dime que no te has metido en un buen lío.

Le miro ceñuda y entreabro los labios.

-Tal vez debería hacerte esa pregunta yo a ti- digo con firmeza y el vampiro sonríe-. Pero no, no me he metido en problemas.

-Entonces, ¿qué es lo que quieres? Apuesto a que no has venido a hacerme una visita y mucho menos a verme sin camisa.

-Quiero que me ayudes a rescatar a Jonathan.

-¿Por qué debería ayudarte?

-Porque si no lo haces te verás perjudicado en un futuro no muy lejano.

-Habla. Te escucho.

Asiento.

-Anabelle pretende hacerse con el poder, gobernar con los vampiros originales y con su hijo. Si consiguen convertirse en gobernantes, lo primero que harán será eliminar a todos aquellos colectivos que se niegan a vivir en un régimen como tal e incluso apuesto a que castigarán a quienes le traicionaron en algún momento de sus vidas a un destino peor que la muerte.

-Así que su reinado se va a basar en ocasionar masacres diarias. Estoy seguro de que no tardará en ganarse el favor de sus súbditos- ironiza.

-Sé que es una idea descabellada pero no tenemos tiempo de pensar en una alternativa mejor.

-Te doy la razón por primera vez. Es un plan totalmente temerario. Jamás había oído un plan en el que pudiesen salir tantas cosas mal.

-Entenderé que no quieras ayudarme, del mismo modo que espero que comprendas que yo desee continuar con o sin ti.

Cazadores Nocturnos 2; La PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora