Capítulo 14

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Elián, para mi sorpresa, detiene el vehículo junto a un hostal y se baja de él con decisión. Yo, sin embargo, permanezco unos segundos de más en el asiento, procesando la información.

No sé si va a ser buena idea compartir una habitación con un vampiro que en cualquier momento podría tener la necesidad de saciar su sed de sangre.

Finalmente abandono el auto y me encamino hacia la entrada al hostal acompañada de Elián.
Nos adentramos en una sala de paredes grises y suelo cubierto por lozas blancas, la cual está lo suficientemente iluminada como para distinguir cada rincón de la estancia.

Aunque, mi atención recae en un primer lugar en el mostrador, tras el que descansa una joven rubia y de ojos marrones que mira fascinada al vampiro de mi derecha. Mientras mi acompañante hace la reserva— y me atrevo a decir que a coquetear un poco con la recepcionista, lo cual logra ponerme de los nervios— me dedico a contemplar los sofás blancos que hay enfrentados a una mesa de cristal en un extremo de la sala.
Un hombre mayor, de enormes ojos azules y bigote imponente, se entretiene leyendo un periódico al mismo tiempo que toma una taza de café.

—Buenas noches— Elián se despide, guiñándole un ojo a la chica y mostrándole su mejor sonrisa.
A continuación echa a caminar hacia unas escaleras y yo permanezco inmóvil, observando como la chica apoya ambos codos en el mostrador y sostiene su rostro entre sus manos.

—Podrías haber aligerado el proceso— le repriendo.

—¿Estás celosa?

Se muerde ligeramente su labio inferior y yo me limito a poner los ojos en blanco y sacudir la cabeza en señal de negación.

—¿Celosa? Más bien sorprendida por el mal gusto que tiene.

—Llámalo como quieras.

—Dejemos algo claro, tú a mi no me gustas.

—En ese caso, no tengo que preocuparme porque te enamores de mi, ¿no?

—No— añado con firmeza.

El vampiro sonríe y abre la puerta de la habitación. A continuación hace un gesto, invitándome a entrar en primer lugar y es justo lo que hago.
Una vez me adentro en el interior, lo primero que hago es encender el interruptor de la luz con tal de eliminar la oscuridad que se apodera de la estancia.
Cuando desaparece descubro una habitación de paredes azules, adornada con un escaso mobiliario, entre el que destaca una mesa, una silla, una cómoda, dos mesitas de noche, un sofá, una televisión y una cama de matrimonio de ropajes blancos.
Al final de la habitación hay una ventana cubierta por cortinas del mismo tono que las paredes, las cuales están corridas, impiendo ver más allá de ellas.
Mi mirar se detiene en una puerta blanca que hay en un extremo de la estancia, la cual conduce hacia el servicio.

—Es una suerte que no te atraiga nada porque vamos a tener que compartir cama.

Imagino por un momento a Elián durmiendo a mi lado o peor aún, observándome mientras duermo, y siento un ligero escalofrío.
Sacudo la cabeza con el fin de hacer desaparecer dicha visión y al volver a la realidad me encuentro con un extraño panorama.
Elián se ha quitado la chaqueta y la camiseta, dejando al descubierto su torso desnudo. A continuación se propone desabrocharse el botón de sus vaqueros pero, por suerte, le freno a tiempo.

—¿Qué haces?

—Creo que es obvio, quitarme la ropa.

—Ya sé lo que estás haciendo— replico y pongo los ojos en blanco.

El vampiro esboza una sonrisa y me mira con sus penetrantes ojos verdes.

—Entonces, ¿cuál es el problema? ¿quieres hacerlo tú?

Cazadores Nocturnos 2; La PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora