Capítulo 20

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La luz blanca de la luna se filtra por los cristales de la enorme cúpula que descansa a varios metros de nuestras cabezas, incidiendo en un trecho de pared donde se haya Elián Vladimir. Mis ojos aprecian con lujo de detalle como sus dedos sostienen la copa triangular en el que yace vertido un líquido transparente. De forma pavorosa se la acerca a la boca, sosteniéndome la mirada a pesar de la distancia. En el momento en el que el fluido roza sus labios me guiña un ojo.

Con ayuda de mis manos me voy abriendo paso entre la multitud que charla y baile animadamente al son de la música que brota de los altavoces.
Sus cuerpos son poseídos por una combinación de luces provenientes de los focos que hay repartidos estratégicamente en el techo.
En el instante en el que dejo atrás a una pareja un destello anaranjado se proyecta en mi rostro, cegándome momentáneamente y obligándome a detener mi marcha con el fin de recuperarme.
Poco a poco la oscuridad que se apodera de mis pupilas va desapareciendo, devolviéndome la nitidez necesaria para apreciar el ambiente tan animado que se abre paso ante mí.

Retomo la marcha en cuanto la ceguera se ha disipado, empezando por pasar entre una pareja que tiene las manos cogidas, quienes las alzan con tal de cederme el paso. Una vez la dejo atrás me encuentro con un último obstáculo, un camarero que lleva copas que contienen en su interior un fluido transparente, en la bandeja de plata que sostiene con una de sus manos.
El chico se percata tarde de mi presencia, de manera que tiene que hacer un movimiento brusco con tal de evitar impactar conmigo, provocando que las copas se tambaleen por una milésima de segundo. Por suerte, logra recuperar el equilibrio y estabilizar la bandeja a tiempo.

Salvo los escasos pasos que me separan del vampiro, colocándome a su vera. Los ojos verdes de mi acompañante viajan hacia el vestido morado que llevo puesto, el cual deja al descubierto la espalda y no alcanza a cubrir más allá de mis rodillas.
Su detenida examinación logra incomofarme, mas no se lo recrimino. Me limito a guardar silencio y a dar las gracias porque mi cabello cubra una gran parte de mi espalda.

-Creía que solo bebías Whisky.

Sonríe pícaramente y deja la copa en la bandeja de un camarero que acaba de pasar a nuestra lado.

-Es una ocasión especial.

-Por favor, dime que eso no tiene que ver conque te has bebido hasta la última gota de sangre del personal contratado.

-Te dije que no sería tan malo.

-Lo cual deja entrever la posibilidad de que asesines a un número reducido de personas esta noche.

Me mira incrédulo, como si fuese incapaz de creer que dichas palabras hayan escapado de entre mis labios y mucho menos que haya dado en el blanco.

-¿Tienes miedo de que reviente la fiesta?- susurra en mi oído, acercando su rostro al mío hasta conseguir que los mechones libres que visitan mi cara acaricien su mejilla.

-Sinceramente, estoy esperando el momento.

-Si fuese tú, me preocuparía de disfrutar esta noche tan memorable en una vida de un estudiante en vez de estar pendiente de los juegos de un vampiro.

Elián se hace con una copa triangular de la bandeja de un camarero que acaba de pasar a nuestra vera, la alza hasta la altura de su boca y deja entrever una sonrisa forzada.
A continuación se da media vuelta y se marcha hacia mesa de canapés. Sacudo la cabeza, incrédula y me propongo darme media vuelta para dirigirme hacia el centro de la pista de baile cuando alguien deposita su mano en mi hombro.

Lentamente me doy media vuelta, hasta quedar enfrentada a un chico vestido con una camisa blanca y unos vaqueros negros. Sus ojos azules se encuentran con los míos y hacen todo lo posible por ver más allá de mis pupilas.
Sus labios carnosos se entrabren, dejando escapar por entre ellos su aliento cálido y mentolado, el mismo que viaja a través del poco espacio que nos separa y termina por acariciar mi boca.

Cazadores Nocturnos 2; La PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora