Capítulo 10

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Arrendajo

Arrendajo se encontraba en la guarida de curanderos, escuchando las quejas de su mentora sobre Zancudo:

—No puedo creer como es. A penas quiere ver a sus cachorros. ¡Ni siquiera tienen una luna! Zancudo debe pasar todo el tiempo posible con ellos. ¡Es su padre!

El aprendiz estaba seguro de que nunca antes había visto a Hojarasca Acuática tan molesta. Ella realmente se tomaba en serio cualquier cosa que tenga que ver con cachorros. Arrendajo se preguntó si su mentora alguna vez quiso tener cachorros y que, al no poder tenerlos debido a que era una curandera, se preocupa profundamente por los cachorros del campamento.  

— ¡Carboncilla se ha caído de un árbol!— exclamó Acebina, entrando a la guarida. 

Al oír eso, tanto Hojarasca Acuática como Arrendajo se alarmaron. Una caída así podía ser fatal para un gato. 

—Arrendajo— dijo la curandera, mirando a su aprendiz. —Coge consuelda . Yo llevaré telarañas en caso de que tenga alguna hemorragia severa.

 — ¿No deberíamos llevar también semillas de adormidera?— sugirió el aprendiz, mientras recogía consueldas. 

—Se las daré cuando vaya a dormir— respondió su mentora. 

Sin perder más tiempo, los tres gatos se dirigieron al lugar donde Zarpa de Ratón les había dicho que estaban. Éste se unió a ellos enseguida que los vio salir de la guarida. 

Al llegar al lugar ven a una adolorida Carboncilla en el suelo. 

— ¿Dónde te duele?— le preguntó Hojarasca Acuática.

—Mi pata— dijo Carboncilla. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por hablar. —Mi pata trasera. No puedo moverla. Duele mucho. 

—Quédate quieta un poco— le pidió Hojarasca Acuática, dándole consuelda. —Esto aliviará el dolor.

Carboncilla comió sin quejarse, pero se notaba que no le gustaba para nada el sabor. 

—Tu pata trasera está rota— concluyó la curandera luego de examinarla. Arrendajo pudo sentir cómo la aprendiza se asustó al oír eso. 

— ¿Ya no podré convertirme en guerrera?— preguntó Carboncilla con voz temblorosa. El aprendiz se dio cuenta de cuánto le preocupaba ello. El sueño de cualquier aprendiz es convertirse en guerrero para poder defender a su clan. Era comprensible la preocupación de la aprendiza al ver su sueño deshacerse frente a sus ojos. 

—Nadie dijo eso. Aún puedes convertirte en guerrera— la tranquilizó Hojarasca Acuática, y miró a su aprendiz y a Acebina. —Debemos llevarla al campamento. ¿Me ayudan?

Los aprendices asintieron y ayudaron a colocar a Carboncilla encima de la curandera para poder llevarla al campamento. El camino de vuelta fue en completo silencio, salvo por la respiración agitada de Carboncilla, quien no se quejaba de dolor pero, era evidente que estaba sufriendo.

Al llegar al campamento, Nimbo Blanco se acercó preocupado a ellos para ver cómo estaba su aprendiza.

—Se pondrá bien— respondió Hojarasca Acuática, sin detenerse. Al llegar a la guarida de los curanderos, colocó delicadamente, con la ayuda de Arrendajo y Acebina, a Carboncilla en el suelo.

—Cuando era cachorra, fui a la guarida de los veteranos— comenzó Carboncilla. —Musaraña me contó sobre Carbonilla. Dijo que ella no pudo convertirse en guerrera porque se rompió su pata. También dijo que se convirtió en curandera.

—Ella fue mi mentora— añadió la curandera con voz dulce. —Fue una gata leal y valiente hasta el último momento.

 —Pero yo no soy ella— protestó la aprendiza. —Yo no quiero ser curandera. Quiero ser guerrera.

El aprendiz atigrado pudo notar como su mentora le dedicaba una mirada de tristeza a Carboncilla. "Debe haber alguna forma de ayudarla" pensó Arrendajo. Él sabía mejor que nadie cómo se sentía saber que no podrás convertirte en guerrero pues él había querido ser uno pero su destino era ser curandero. Así lo había decidido el Clan Estelar. 

—No es tan malo ser curandero— dijo Hojarasca Acuática, con dulzura. 

—Nunca dije que lo fuera, pero no es lo mío, ¿lo entiendes? Desde que soy una cachorra, he querido ser guerrera. 

— ¿Puedo hablar a solas con Carboncilla?— pidió Arrendajo, sintiéndose mal por ella. ¿Así se sintieron los demás gatos respecto a su ceguera? Se dio cuenta de que más que sentirse mal, se sentía identificado. ¡Había alguien que lo entendía! Que entendía que, por su discapacidad, no podría convertirse en guerrero. 

—Por supuesto— dijo Hojarasca Acuática, aunque no parecía muy segura. Pero, aún así, los dejó a solas.

—Por favor, se honesto— pidió Carboncilla. Su voz temblaba, por lo que Arrendajo supuso que estaba asustada. — ¿Crees que no podré convertirme en guerrera? 

—Yo también quería ser guerrero— comenzó Arrendajo pero Carboncilla lo interrumpió, sacando sus propias conclusiones:

—Entonces, no podré ser guerrera.

— ¡Nunca dije eso!— exclamó el aprendiz. 

Carboncilla quedó en silencio por un tiempo, pero luego habló:

— ¿Qué se siente ser ciego? 

Arrendajo se sorprendió al oír su pregunta. Cuando ella quedó en silencio, Arrendajo supuso que estaba asimilando la situación. No se esperaba esa pregunta de parte de ella, pues pensaba que ella le preguntaría algo relacionado con su pata. 

—Estoy seguro que no te interesa mi respuesta— dijo Arrendajo, cortante. No le gustaba hablar de su ceguera. 

— ¡Claro que me interesa! Sino no te hubiera preguntado. 

—Toda mi vida fui ciego, por lo que es normal para mí. No puedo ver, pero puedo persivir cosas que los demás gatos no pueden.

—Suena increíble— menciona Carboncilla. 

—¿No piensas en mi condición como algo malo?— preguntó el aprendiz, sorprendido. Pocos lo trataban como un igual, como si su discapacidad no les importase en lo más mínimo. 

— ¿Por qué debería?

Arrendajo notó que Carboncilla estaba tratando de moverse, pero que el dolor en su pata trasera se lo impedía. Ella soltó un maullido de dolor.

—No deberías moverte— aconsejó Arrendajo. —Al menos, no por un tiempo. 

— ¡No es justo!— protestó la aprendiza. Arrendajo no pudo evitar compararla con una cachorra. Sin pretenderlo, soltó una pequeña risa. Ver a alguien que dentro pocas lunas se convertiría en guerrero actuar como un cachorro, era algo que le causó gracia. De pronto, sintió la mirada de incredulidad de Carboncilla y no pudo evitar sentirse avergonzado. 

Atender heridos era algo aburrido pero eso no significa que no hayan gatos que hagan su día. Carboncilla era especial, lo podía sentir. 

—Te prometo que te convertirás en una guerrera— aseguró Arrendajo, confiado. El no pudo cumplir su sueño de ser guerrero, pero se aseguraría que Carboncilla si cumpliera su sueño. Ella no había hecho nada para no merecerlo.   

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⏰ Última actualización: May 10, 2018 ⏰

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Gatos Guerreros- El Poder de los Tres: Río Oscuro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora