Capítulo 2

166 3 1
                                    

Acebina

El comportamiento extraño de Zarpa Leonina había llamado la atención de Acebina. Preocupada, ésta decidió hablar con Arrendajo. Algo no andaba bien con su hermano. Desaparecía a mitad de la noche, se despertaba feliz como si le hubiera pasado algo increíble la noche anterior. Además, sus ojos tenían cierto brillo de emoción.

Acebina se alegraba de ver a su hermano feliz, pero a la vez, temía que Zarpa Leonina se estuviera metiendo en problemas. Ellos nunca habían tenido secretos, ¿qué estaría haciendo Zarpa Leonina de tan importante como para no contarle nada ni a ella, ni a Arrendajo?

— ¿Arrendajo? ¿Estás aquí?— preguntó, entrando a la guarida de los curanderos. 

— ¿Acebina? ¿Necesitas algo?— preguntó Hojarasca Acuática. 

—Estaba buscando a Arrendajo.

—Lo mandé buscar algunas hierbas. 

—Ya veo. ¿Podrías decirle, cuando llegue, que necesito hablar con él?

— ¿Ha pasado algo?— preguntó la curandera, preocupada. Acebina dudó en decirle la verdad. 

—Nada. Es solo que sus deberes como aprendiz de curandero lo mantienen ocupado. Zarpa Leonina y yo lo extrañamos. Queríamos pasar algo de tiempo con él— mintió Acebina. Se sentía mal por hacerlo, pero no quería que su anterior mentora se preocupase por Zarpa Leonina, y que al final resultase que no era nada importante.

—Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿verdad?

—Lo sé. Si fuera algo importante te lo diría— dijo Acebina, y se fue de la guarida. 

Al regresar a la guarida de los aprendices, se encontró con Carboncilla.

—Hola, Acebina— la saludó la aprendiza.

—Hola.

— ¿Has visto a Zarpa Leonina? Cenizo lo está buscando.

—No, no le he visto. Cuando me desperté, ya no estaba. 

"¿Dónde te has metido, Zarpa Leonina?" pensó Acebina. Su hermano nunca antes había desaparecido por tanto tiempo. Generalmente, volvía antes de que ella se despertase. ¿Qué habría pasado esta vez?

—  ¡Acebina!— maulló Carboncilla.

— ¿Qué pasa?

—Te he hecho una pregunta. ¿Quieres ir a cazar conmigo y Nimbo Blanco? 

—Lo siento. Estaba distraída. Pero, sí. Me gustaría salir a cazar con ustedes. Iré a hablar con Fronde Dorado. 

— ¡Qué bien!— maulló Carboncilla. 

###############################

— ¿Qué te pasa, Acebina? Estás distraída. Ya es el segundo ratón que dejas escapar— le dice Fronde Dorado. 

—Lo siento. Prometo que no volverá a pasar.

—No tienes que prometer nada. Pero, ¿puedes decirme qué te pasa?

—Solo estoy preocupada por Zarpa Leonina— admite, finalmente, Acebina. —Ha estado actuando extraño últimamente. 

— ¿Extraño cómo?

—No lo sé. Está diferente. Más alegre. 

— ¿Eso no debería ser algo bueno?

—Y lo es, pero siento que se está metiendo en problemas. 

—Ya veo. ¿Has pensado hablar con él?— sugirió su mentor.

—Lo he intentado, pero siempre cambia de tema. 

Y así era. Desde que Zarpa Leonina comenzó a actuar extraño, Acebina trató de hablar con él, pero el aprendiz decía que estaba demasiado ocupado entrenando o que ella estaba exagerando. Eso hacía que ella se preocupara aún más por él. 

—Fronde Dorado, me preguntaba qué debería hacer si conozco a un gato que está enamorado de alguien que pertenece a otro clan. 

—El Código Guerrero prohíbe el amor entre gatos de diferentes clanes. Un verdadero guerrero es leal a su clan sobre todo. Si estás segura de lo que dices, entonces, debes informárselo a Estrella de Fuego. 

—Es solo una suposición— responde rápidamente la aprendiza. 

No podía entregar a su hermano. Jamás lo haría. Ella deseaba que solo sean suposiciones, y no algo más. Conocía a Zarpa Leonina lo bastante bien como para saber que éste sentía algo por Brezo, pues había visto cómo sus ojos brillaban cada vez que la veía en alguna Asamblea. 

—Ya veo. 

— ¡Bien hecho, Carboncilla!— Acebina oyó cómo Nimbo Blanco felicitaba a su aprendiza. Al girarse, vio que Carboncilla había cazado un pájaro. Acebina se alegró por su amiga, pero a la vez también sintió la necesidad de competir. 

Finalmente, regresó al campamento con tres ratones, aliviada al haber compensado la pérdida de aquellos dos ratones. Fronde Dorado volvió con un cuervo; mientras que Carboncilla con dos pájaros, y Nimbo Blanco con un ratón. 

— ¡Acebina!— maulló Miele, al verla. —Hojarasca Acuática me ha pedido que te dijera que Arrendajo ha vuelto. 

—Gracias. Iré a verlo— responde Acebina, yendo lo más rápido que pudo hasta la guarida de los curanderos. Necesitaba hablar con Arrendajo cuánto antes. 

Al llegar allá, vio a Rosella saliendo. 

—Hola, Acebina— la saluda la aprendiza.

—Hola— responde Acebina, y ve como Rosella se dirigía a la pila de carne fresca. 

— ¿Qué ha pasado, Acebina? Hojarasca Acuática me ha dicho que querías verme— dice Arrendajo, saliendo de la guarida para encontrarse con su hermana.

—Quería hablar sobre Zarpa Leonina. Estoy preocupada por él— responde Acebina, y le cuenta todo lo que vio desde la primera Asamblea hasta ese día.

—Ya veo. Sin embargo, no hay nada que pueda hacer. Estoy atrapado con Hojarasca Acuática.

Acebina se erizó al oír eso. ¡Eran hermanos, por el Clan Estelar! Se supone que debían apoyarse unos a otros. Entonces, ¿por qué Arrendajo parecía ajeno a la situación? ¿Acaso él...?

— ¿Estás enamorado?— preguntó Acebina. Ni ella se esperaba esa pregunta, simplemente salió de su boca antes de que pudiera detenerla. Se le había ocurrido que, tal vez, Arrendajo también estaba enamorado  y por eso no le importaba saber si Zarpa Leonina estaba enamorado o no de Brezo. Él ya tenía sus propios problemas. 

—No— respondió Arrendajo, cortante. 

—Pero Rosella sí parece estar enamorada de ti— otra vez dijo algo sin pensarlo, y al momento que lo hizo, se arrepintió. Acebina sabía lo cercanos que eran Arrendajo y Rosella. Muchas veces había pensado que ellos serían compañeros. Sin embargo, ese pensamiento había desaparecido cuando Arrendajo decidió convertirse en aprendiz de curandero. 

—No me importa. Además, es imposible que seamos compañeros. Voy a ser curandero. 

—Lo siento. No quise decirlo— se disculpa Acebina, apenada.—Iré a buscar a Zarpa Leonina. 

Antes de que Arrendajo pudiera decir algo, Acebina se dirigió a la guarida de los aprendices. Tenía la sensación de que ahí encontraría a su hermano. Y así fue. La guarida estaba vacía, de no ser por un aprendiz de pelaje dorado, quien dormía tranquilamente.

"Desaparece toda la mañana, ¡y me hace preocuparme cuando el está relajándose!" piensa Acebina, molesta. Tuvo el impulso de despertarlo, pero se contuvo. Mejor hablaría con su hermano en otro momento. 

No pudo evitar preguntarse qué pasaría si Zarpa Leonina fuera desleal al Clan del Trueno. ¿Ella tendría que luchar contra él? No quería ni pensarlo. Zarpa Leonina era su hermano, ella jamás haría algo como para lastimarlo. 

Gatos Guerreros- El Poder de los Tres: Río Oscuro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora