Capitulo 7
Continuación......
A dos días de allí había una aldea indígena, en ella vivían muy pobremente muchas personas, estaban bastante mal porque no tenían casi agua y la mayoría estaban enfermos.
Había muchos ancianos y muchos niños, en sus rostros se veía la desesperación, estaban allí esperando la muerte pues ya no tenían fuerzas para continuar.
Los jóvenes habían muerto a manos de los hombres blancos que pasaban por allí rumbo a pueblos cercanos, habían muerto defendiendo valientemente a su pueblo, a sus ancianos llenos de sabiduría, a sus niños llenos de esperanza e ingenio y a sus mujeres llenas de amor y ternura.
Eran indígenas pacíficos, vivían de lo que cazaban y nunca robaban ganado, no atacaban a otras tribus ni a los hombres blancos.Pero si tenían que defenderse eran muy valientes, luchaban hasta la muerte de ser necesario. Esto hacía que a pesar de ser pacíficos nadie los atacara porque sabían que eran muy bravos en la defensa.
Los hombres blancos comenzaron a llegar desde muchos lugares lejanos y al verlos les daba mucho temor porque parecían salvajes por sus caras pintadas y toda su tradición indígena.
En un principio no se les acercaban pero luego les comenzó a interesar la tierra en que vivían porque se decía que contenía muchas riquezas: oro, aguas limpias y frescas, praderas para el ganado y un clima muy bueno.
También descubrieron que sus mujeres eran muy hermosas aunque tan bravas como los hombres si debían defender a su tribu.
Con el tiempo su hermoso poblado quedó reducido a unas pocas tiendas casi destruidas, ancianos muy maltrechos, alguna mujer que escondiéndose había logrado sobrevivir y algunos niños que también se escondían ante el peligro del hombre blanco atacándolos.
El panorama era muy triste, estaban casi todos enfermos porque los blancos se habían encargado de contaminarles todo para exterminarlos, no había gerreros que los protegieran ni quién cazara para alimentarlos.
Los ancianos contaban que había una leyenda sobre una mujer blanca, con cabellos como el sol que montando plumas salvaría a su pueblo. En realidad tenían mucha esperanza en una salvación de parte de los grandes espíritus, pero esa mujer no existía y de existir su pueblo no era el de los indígenas.
La niña cuando supo qué debía hacer se puso muy contenta de tener tan importante misión. Su corazón brincaba de alegría cuando pensaba que podía salvarlos.
Gracias a los frutos que tenía en su bolsillo logró atraer al imponente animal y con mucha agilidad trepó sobre su lomo, se abrazó a su cogote y con la cabeza metida entre las plumas comenzó a hablarle, acariciarla y a trasmitirle paz.
Inmediatamente los envolvió un halo de luz.
La Leyenda había nacido.
Pluma blanca, recorrió muchos kilómetros sobre La Gran Chiken, ayudándo a su paso a muchas personas y animales en apuros, pues las bendiciones de los Grandes Espíritus le brindaban todo lo que necesitaba.
Cuando al fin llegó había dejado en su camino muchísima gente agradecida por su ayuda y deseosa de seguirla y merecer un mejor lugar para vivir.
La aldea indígena estaba devastada, chozas rotas, otras quemadas, animales heridos y personas grandes y pequeñas a punto de morir.
Cuando la niña vió esto se puso a llorar desconsoladamente, no podía creer lo malos que podían ser los hombres blancos.
Inmediatamente desmontó y comenzó a recorrer el lugar, sus lágrimas brotaban como cascada y caían sin parar sobre cada ser enfermo, las lágrimas y un suave toque de sus manos seguidos de unas palabras como en cántico apenas susurradas los curó.
Luego puso agua en un recipiente y con solo tocarla quedó limpia y cristalina.
Hizo lo mismo con el río, pasó su mano contra la corriente y repitiendo unas palabras en una lengua extraña esta quedó tan limpia y cristalina que se podía beber de ella sin problema.
Las personas y animales comenzaron a levantarse y sentían como sus fuerzas volvían, cómo la enfermedad ya no estaba y estaban tan felices que gritaban de alegría.
Ante tan agotador esfuerzo la niña colapsó, porque por más poder que los grandes espíritus le hubieran concedido era tan solo una niña....
Los indígenas comenzaron a reunirse, a abrazarse y estaban muy felices.
Los ancianos hicieron preparar una choza especial para cuidar a la pequeña mientras se reponía del colapso que le había provocado tanto agotamiento.Todos estaban radiantes.
Era tanto el poder de la niña que alrededor de la choza donde estaba comenzaron a crecer arbustos con frutos comestibles, árboles que de un día para el otro ya tenían sus frutos maduros.
Pero la niña no despertaba.
Los ancianos cada noche hacían un círculo alrededor de ella tomados de las manos y le pedían a los grandes espíritus por la pequeña, pero no obtenían respuesta.Cierto día uno de los ancianos tuvo una visión, los grandes espíritus le dijeron que debían encontrar la otra mitad del alma de la niña para sanarla y solo así se recuperaría.
Una indígena muy avanzada en edad pasaba horas y horas junto a la niña meditando, hablándole a los grandes espíritus y pidiéndoles ayuda para entender cómo ayudar a la pequeña.
Compadecidos con tanta devoción los espíritus le mandaron una visión a la anciana.
Hace unos 10 años la tribu vivía en paz y tranquilidad, la armonía reinaba en las praderas y en las lomas, pues el hombre blanco no se había atrevido aún a acercarse a esta población indígena debido a las leyendas que relataban lo bravos que eran.
Por esos años había un guerrero llamado Nube Negra, era jóven, hermoso, valiente, muy curioso y de un gran corazón.Cierto día cuando cazaba en la pradera descubrió que a lo lejos se podía ver una carreta.
Veía su lona blanca pero no distinguía si podía estar abandonada.
Para verla mejor debía acercarse, pero la tribu tenía sus reglas, no podían alejarse de los límites establecidos por los ancianos.
Esto evitaba guerras innecesarias, mantenía a los intrusos alejados y a una distancia prudente.
Los límites eran cuidadosamente marcados en árboles o rocas tallada en ellos cuidadosamente una pluma blanca claramente visible.
Todos lo sabían y todos lo respetaban.
Pero este jóven sentía mucha curiosidad por los hombres blancos, nunca había visto uno de cerca, así que a escondidas decidió acercarse.
Cuando estuvo a una distancia que le permitía ver claramente se escondió tras unos troncos secos y observó.
Sus ojos no daban crédito a lo que veían...una mujer blanca como las flores de la pradera con largos y enrulados cabellos amarillos como el sol se hallaba acampando en ese lugar.
Parecía que la carreta había perdido una rueda y allí había sido su último destino.
Luego pudo ver que del interior de la carreta salía un hombre mayor de cabello y barba muy blancos, parecía tener una pierna lastimada, caminaba con bastón con mucha dificultad.
No pudo ver si había más personas en aquel improvisado campamento. Parecían padre e hija en dificultades y sin poder retomar su viaje.
Por más curiosidad que le daban estas personas no podía decir nada a su tribu, porque él no había respetado los límites de sus tierras y esto podía ser motivo de castigo.
Pero se le ocurrió una idea, en la noche cuando nadie lo viera se acercaría para ver más de cerca cuál era su intención.CONTINUARÁ....
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Una de Vaqueros...
FantasiHace mucho tiempo en el Lejano Oeste... Él se llamaba Remington Cooper... y claro que con ese nombre no podía ser ni cobarde, ni modesto, ni poco inteligente, ni pobre, ni faltarle elegancia, ni sin el porte adecuado para que cualquier dama perdiera...