Sigh of the Soul

EL CHICO DEL LAGO

Cuando era joven, conocí a un chico precioso en el lago Kawaguchiko, recuerdo que fue en una fresca mañana de verano, cuando su bote chocó contra el mío, mientras yo estaba recostado en él...

-Oye!!!- me disponía a reclamarle, más su melodiosa risa me hizo callar

-izvinite, mne zhal'!!!!- escuché que se disculpó entre risas- moya svecha ushla, i ya ne mog ostanovit'sya-

-lo siento, no entiendo- traté de excusarme –eres ruso?- le cuestioné curioso

-ruso? Jajajajaja- no podía dejar de ver su linda sonrisa –si, ruso, discúlpame, olvidé que hablaba en ruso-no pude evitar reír al escucharle

-no te preocupes, no pasa nada, puedes navegar por allá, hasta que veas las flores o huelas a chocolate- le dije regalándole una de mis mejores sonrisas, mientras veía como su bote, con unas hermosas velas turquesa se izaban a lo alto –encontrarás el monte Fuji!!-

-lo haré gracias!!!- me regalo una vez más una de esas hermosas sonrisas, mientras nuestras miradas se conectaban, en ese momento la vela se movió haciendo que casi le golpeara

-ey!! Ten cuidado!!!- me había parado por reflejo en mi bote – estas bien?-

-estoy bien-

Le vi alejarse, su belleza resaltaba con el horizonte, era una vista hipnotizante, su cabello pelicyan se movía con el viento, haciendo un hermoso contraste con su nívea piel...

Aún recuerdo, ese campo de flores tan característico del lago Kawaguchiko, que permitía contemplar el Monte Fuji de una manera majestuosa, sobre todo, cuando los rayos del sol pintaban sus laderas

-este lugar es suyo?- no pude evitar sorprenderme cuando le vi acercarse a dónde yo estaba sentado

-si, en realidad, hace dos años lo compré- sonreír al ver la expresión en tu rostro –no puede sentarse-nuevamente tu suave y armoniosa risa inundó el lugar

-y si se lo pido por favor?- sus hermosas orbes color turquesa se posaron en mí, emitía tanta ternura

-pues haré una excepción!!- le extendí la mano para que se acercará, la cual, él acepto, pero tras dejar su bolso a un lado mío, se quitó la larga pashmina color lila que decoraba su cadera para usarlo como mantel, pero el viento casi hace que lo suelte –ten cuidado...- sin embargo, esa traviesa brisa, también abrió el costado del pantalón que llevaba, mostrando la hermosa piel de sus piernas, para luego sentarse a un costado mío, estaba completamente perdido en sus ojos

-y encontraste el monte?-

-jajaja si, claro, y la reclame para Moscú, luego le planté una banderita y le vendí cuentas a los nativos- era divertido escucharle –tenían sándwiches, te traje uno- sonrió para luego sacarlos y ponerlos frente a mí- am... soy Ai...Mikaze- me sonrió pero estaba demasiado concentrado en todo su ser

-ah? Ah!!! Claro el chico que descubrió el monte Fuji, está en todos los diarios, soy Reiji Kotobuki- una suave brisa movió su cabello, mientras unos traviesos rayos de luz contorneaban su silueta –cómo supiste que estaba aquí?-

-mmm... no lo sé- volvió a sonreír, contagiándome de ella

En aquel lago, en una de las laderas floreadas del monte Fuji, fue donde conocí a aquel joven que unos años más tarde se convertiría en mi esposo; aún puedo recordar aquel día, el templo estaba hermosamente decorado, caminábamos tomados del brazo hacía el altar, estaba nervioso pero también muy emocionado de poder iniciar una vida a lado de tan hermoso ser.

Recuerdo que íbamos a medio camino cuando casi tropieza, su risa resonó en todo el lugar, haciéndome reír a mí también

-qué susto!!- reafirme mi agarré a su brazo, mientras seguíamos caminando, todos nos observaban curiosos, la vernos avanzar de manera tan alegre...

13 años después....

Estábamos en el jardín de nuestra casa, hermosas risas se escuchaban mientras jugábamos y nos mojábamos con las mangueras, a lado de nuestros hijos Natsume y Amerïe, el mejor regalo que pudiste darme en esta vida.. me sentía pleno y feliz a su lado, tanto que no pude evitar tomarte entre mis brazos para besar tus labios, mientras ellos nos empapaban aún más

-hazme el amor- me susurraste al oído mientras caminábamos hacia la casa...