MAR DE CARAS

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"Piensa en mamá...."

Fueron las palabras de Natsume...

Era una tarde de verano, la brisa soplaba suave, moviendo con ella, las hojas de los árboles, bajó los cuales se encontraba guarecido un hombre de blanca piel y cabello peliturquesa, enmarañado en un extraño corte irregular, como quien se mira al espejo y tomando unas tijeras corta al azar.

"Piensa en cuando morimos...."

Al final de un pasillo adornado de hermosos arcos, sobre una banca de mármol, se encontraba sentado, con su rostro entre sus manos y la mirada pérdida en el vació, envuelto en una bata color lila, mientras que el viento soplaba las hojas caídas de los árboles por el otoño; caminé frente a él para sentarme tras él, espalda con espalda.

-Estoy enseñándome a fumar- su melodiosa voz inundó esa débil sonrisa en sus labios, mientras sostenía un cigarrillo blanco –los doctores dicen que es una afirmación de vida – pude ver la ironía en sus orbes turquesas acercando un encendedor

-Pues es mejor que una estatua- sonreí para sentarme a su lado, contemplando su rostro, y siguiendo el movimiento de sus manos, que descansaron en su regazo, dejando ver la larga cicatriz en su muñeca izquierda. –dijiste divorcio, y llamaste mi atención- sentía un nudo en mi garganta, mientras un dejo de dolor comenzaba a presionar mi pecho

Tus hermosos ojos se posaron contra los míos con gran tristeza –es que...Somos tan diferentes...-desviaste la mirada, -para estar juntos, Reiji..-

Me dolía, me dolía ver que simplemente habías decidido sacarme de tu vida

-porque...- tus ojos comenzaron a cristalizarse –porque...por ejemplo, porque no estás aquí...-tu voz se quebró, en un semblante serio, solo pude agachar la mirada –porque no te volviste loco, tus hijos murieron- no ocultaste la amargura en tu voz

-no lo olvido- trate de sonreír- no olvido el silencio en la casa- mi sonrisa, cambio a una mueca triste –creí que debía ser fuerte...-

-por mí?-

-por mí- vi tu rostro ensombrecerse –por los dos, era lo más importante, los amaba Ai-Ai, pero ya no están..- tomé tu mano entrelazándola con la mía, para atraerla a mi cuerpo y abrazarla con la otra –debes elegir, la vida continúa o.. no-

-tu elegiste vivir- me miraste y una triste sonrisa surco tu rostro – a veces cuando ganas... pierdes...-

Una brisa arremolinó unas cuantas hojas secas, paseándolas a través del corredor con hermosos arcos dejando un eco ensordecedor tras de sí.

El ascensor del averno, comenzaba a arribar, dejando ver unas sombrías tierras con rostros gesticulantes en el suelo "ay, tengo un calambre" "parece que no es mi día" entre otros alaridos es lo que se escuchaba.

Mi guía bajó del ascensor y ofreciéndome una mano me dijo –vamos, es nuestro muelle privado-

"no quiero ir!! No quiero ir!!!" esta vez era la voz de una pequeña niña, consternado busque su mirada bicolor, sin soltar aún su mano; "jamás acepto menos del 30% de mi tarifa" "messie" , solté su mano apenado, alternando mi mirada entre el frente y su irritado rostro

-este debe ser el lugar- dije vacilante, intentando buscar un lugar en el cual pisar sin tener que hacerlo sobre aquellos rostros agonizantes, más era algo imposible, así que sin más remedio comencé a caminar sobre ellos, llevándome varios reclamos de por medio

-lo siento!! Lo siento!!- daba un par de pasos y un brinco por aquí y por allá, con mis manos a la altura de mi rostro en muestra de disculpa, un viento frío que traía consigo un alarido de dolor me golpeo haciéndome parar en seco

Sigh of the SoulWhere stories live. Discover now