EL MAR DE LOS LAMENTOS

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Aine me transportaba en una góndola, hubiese sido una vista agradable como en Venecia, de no estar rodeado de un ambiente lúgubre en el cual, a los lados, se desprendían enormes libreros llenos de lo que describió Aine, registros humanos.

Pero tras un largo tiempo, pude ver la luz del día nuevamente, ahora si parecía como la antigua Venecia, pero dentro de una enorme cúpula, la cual estaba decorada con un vitral que dejaba pasar luces de colores; en el aire, hombres y mujeres con túnicas negras o trajes de gala se movían de un lado a otro, en realidad, era una gran biblioteca.

Aine, se colocó una túnica igual a la de ellos, y con expresión sería se elevó, mi curiosidad era tanta, que no dude ni un segundo en seguirle, creo que por primera vez en mi vida, estaba en completo silencio.

Subimos hasta una columna solitaria, donde se encontraba un hombre de pantalón oscuro, una camisa sin mangas de color azul marino y filos color vino, mientras que una especie de túnica envolvía su cuello y le caía por un costado, en el mismo color vino; llevaba unos guantes blancos mientras que en su cabeza posaba un extraño accesorio.

-Hola-saludó Aine por lo bajo

-este es el que no se da por vencido- su ronca y gruesa voz retumbo creando un eco ensordecedor –jamás te han dicho que demasiada persistencia es una estupidez?- escupió sin tacto alguno mientras encaraba una ceja

-si, todos-

-a mí me dicen lo mismo, y que lo demasiado lento- hizo una pausa retirando sus anteojos-no necesito anteojos, mis ojos son un invento de mi imaginación- yo le miraba expectante –escucharás muchas cosas aquí, que son ciertas, no dejes que te confundan-

-de acuerdo-

-tu esposo, te ama, cierto?- se acercó a mí, para mirarme fijamente –lo podemos encontrar, pero cuando lo veas, nada, hará que te reconozca, nada romperá su negación, es más fuerte que su amor, de hecho, está reforzada por su amor- yo le escuchaba tratando de no alterarme –podrás decirle todo lo que quieras, te despedirás, aunque él no logre entenderte y tendrás la satisfacción de no haberte dado por vencido, eso será suficiente-

-déjeme decidir qué es lo que es suficiente- su fría mirada se volvió hacia la mía –cuándo partimos?-

-cierra los ojos- pidió y así lo hice

Cuando les volví a abrir, nos encontrábamos de nuevo en la góndola, Aine al frente llevaba una lámpara de aceite iluminando el camino, ya que atravesábamos un pasaje oscuro, como un túnel

-Aine es tan tierno-exclamé al verle

-es cierto- asintió el peliplateado

-hay una ternura que jamás conocí en mi vida, quizás porque no lo conocí cuando era más joven-

-estabas orgulloso de tus hijos?-

-por supuesto!-

-tsk...esa es una respuesta boba e insulsa- me miro con el ceño fruncido –quieres ponerle alma-

-dije por supuesto- este hombre me irritaba

-me agrada que vayas al punto, es sustancioso y te conecta enseguida-un relámpago iluminó la salida, una tormenta parecía estar esperando por nosotros –eso te vuelve un mejor receptor para Ai-

La góndola casi se vuelca por una oleada inesperada

-él es el transmisor, que te envía pensamientos- otra oleada nos golpeó

Frente a nosotros un mar oscuro y enfurecido nos esperaba, relámpagos por doquier, oscuras nubes en el cielo, y un destino incierto, acompañado de un extraño y gélido canto de las banshees.

Sigh of the SoulWhere stories live. Discover now