El bosque tenía un aroma fresco, algo relajante, aquel aroma de tierra mojada. Harry caminaba al lado de Henoch, unos pasos adelante de Draco y Ronni, quienes iban atrás.
—¿Por qué le miras el trasero? —Preguntó inocentemente Ronni, mirando con curiosidad a Draco, quien inevitable se alarmó.
Por suerte Harry estaba muy entusiasmado hablando con la dragona, por ello no escuchó la impertinente pregunta.
—No le estaba mirando eso. —Susurró enojado.
—Mentir es malo. —Susurró el zorrito.
—Meterse en los asuntos de los demás también. Mal educado. —Le dijo con rabia.
—Simplemente te lo estaba preguntando. ¿Puedo yo también mirarle el trasero? Aunque supongo que puedo.
—¡No! ¡No puedes! —Exclamó tratando de golpear al zorro.
—¡No hagas eso, Malfoy! —Gritó Harry, poniéndose entre medio del zorro y el rubio. — Pero mira que ni puedas comportarte. Ellos son amables y tú de mal agradecido.
Draco rodó los ojos, restándole importancia.
Continuó caminando, no estaba celoso, solo le pareció asqueroso lo que aquel zorro había dicho.
Harry le sonrió a Ronni.Amor parecía demasiado interesada es Harry y Draco, quería que fueran su historia de romance favorita. Desamor como siempre demasiado amargado para seguir viendo a los chicos. De todas formas cuando Amor hiciera que los sentimientos florecieran ahí estaría él, lastimando a aquellos que nunca serían destinados.
Draco tenía el ceño fruncido, primero: aprecia en un bosque desconocido, para peor con Potter, segundo: no tenía varita y no podía hacer magia, tercero: estaba usando una ropa horrible y cuarto: un zorro de los mil demonios se estaba tratando de pasar de listo con él.
Harry parecía muy entusiasmado con el bosque y el lugar, claro era Potter, lo mandabas a un chiquero, y posiblemente terminaría siendo amigo de los cerdos. Draco rió ante aquel pensamiento.Henoch lo miró un momento.
—¿Y eso qué es? ¡Se mueve! —Preguntó Harry con entusiasmo. Los tres voltearon a mirarlo.
—¿Una planta? —Dijo con obviedad Draco.
Henoch negó.
—No es una planta. Cada cosa que hay aquí tiene vida, no sé si lo han notado. Los árboles suspiran, y si el silencio es suficiente escucharás su hablar. —Dijo Henoch.
—Yo lo note. —Susurró Harry.
—Claro, tú eres tan atento, Potter.
Harry rodó los ojos y se acercó a la flor de color azul. Cerró sus ojos, y de repente pareció escuchar una risa suave. Él había notado que la flor se estaba moviendo, por ello preguntó, qué era.
—Hola, niño. ¿Cómo estás? —Habló y preguntó una dulce voz cantarina.
—¿Quién eres? —Preguntó entre asombrado y curioso. Draco al oírlo creyó que estaba loco.
—Me llamo Blue. Como mi color. —Rió. —¿Y tú?
—Blue, que... Nombre. Yo Harry.
La conversación fue interrumpida por un rugido y de pronto, Harry ya no pudo escuchar a Blue. Si Henoch era una dragona pequeña y amable, era de esperarse que hubieran dragones grandes y malhumorados.
—Creo que alguien esta de mal humor. —Susurró Ronni, mirando el cielo.
—¡¿Qué rayos fue eso?! —Preguntó alarmado el rubio.
—Un dragón más grande... Algo enojado y que odia a los... Humanos. —Dijo casualmente el zorro.
Harry abrió los ojos al igual que Draco. Habrían problemas. Pero eso significaba que el gran dragón iba a atacar, el bosque por algo se caracteriza en ser un lugar de armonía. Y por esa razón era el mejor lugar para ser el escenario de duelo entre dos sentimientos.
—Esto cada vez esta peor. —Susurró entre dientes el rubio.
Habían estado caminando por horas, horas en las que Ronni y Henoch les explicaban en que lugar se encontraban, o que era cada cosa.
De un momento a otro se encontraron con una cascada que terminaba en una laguna. Aquello había sido demasiado hermoso. Hasta para el rubio.Henoch avanzó junto a Ronni hacia el agua. Tal vez ese era la clase de lugar que Harry nunca querría abandonar.
—Hay peces. —Dijo el chico de lentes con entusiasmo. Mirando los peces que se podían ver en la laguna.
Draco bufo, ¿Tan mínimas cosas hacían feliz a Potter? ¿Qué tenían de extraordinario los peces?
El rubio dejo de mirar a Harry que estaba a la orilla de la laguna, comenzando a elevar su vista a la cascada que caía. Era como si el agua viniera desde el cielo.
Su mirada gris volvió a posarse en Potter pero tan rápido como un rayo, su expresión tranquila cambio a una de confusión.
Potter tenía literalmente la cabeza metida en el agua.
De pronto Harry sacó su cabeza del agua. Él solo quería hablar con los peces.
—Es raro. —Susurró Ronni, quien había notado a Harry.
—No. Es estúpido. —Corrigió Draco.
De pronto en un abrir y cerrar de ojos, el lugar se llenó de animales. Como si hubiesen estado esperando el momento para acercarse. Harry al principio se quedó quieto.
—¿Qué ocurre, amigos? —Preguntó Henoch. Con su brazos a los lados de su cintura.
—Tan solo queríamos ver a los humanos. —Susurró un conejito blanco.
Harry sonrió y ante eso el rubio se dio cuenta que por primera vez en años veía sonrisas en el Gryffindor, además parecía que ahora la sonrisa era permanente.
—Esto es genial, ustedes son geniales. —Dijo con entusiasmo Potter.
Y todos los animales rodearon a Harry, dejando ignorado a Draco quien sintió indignación. Imposible, hasta en esto Potter tenía atención.
—Fantástico. —Susurró Amor. — Alguien realmente se siente olvidado.
—Odio hacer esto. —Negó Desamor.
—¿Qué dices? Draco quería realmente la atención de Harry. Lo sentí.
—Sigo sin estar de acuerdo, pero es tarde... Son enemigos. Así son y así serán siempre, enemigos jurados. ¿Qué no lo ves Amor? Que harás que uno se enamore, y a ese mismo será él que yo no valore. Sufrirá, porque el otro nunca lo amara. —Dijo Desamor con frustración. — Y temo que aquel sea Draco. Nadie se merece esto, y ese niño menos.
Amor miró un momento a Desamor desaparecer. Y por un momento creyó que su juego no debería serlo, era algo serio. Pero sentía, sentía el latir de los chicos, era imposible que Harry sintiera odio por Draco, si cuando la noche anterior cayó, Harry seguía despierto y no apartó al rubio.
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Por tu amor.
Fiksi PenggemarAmor y Desamor viven en una competencia y a su vez compañerismo, inevitable. Esta vez Harry y su enemigo de la escuela, Draco. Son víctimas de aquellos que los pueden hacer volar los cielos o hundirlos en el peor de los lamentos.