Capítulo 6

1.4K 166 10
                                        

¿No te lo dijeron? De alguna manera sea el ganador que sea. Comunmente Tristeza se cuela entre ellos.

Harry volvió a soltar una risa de diversión. Estaba verdaderamente feliz, y quizás, si lo pensaba bien toda la situación podía ser solo un sueño. Aún así le gustaba mucho este sueño, lejos de todo el daño emocional que la única familia —que creía tener—, le daba, lejos de la pesada misión de salvar dos mundos. Solo ahí, riendo, siendo feliz, acompañado no solo de las criaturas más alocadas o seguramente que siempre estaban ocultas, si no, rodeado de la magia que había tanto en el mundo muggle como el mago: la naturaleza. Esa que tenía árboles inmensos que se alzaban hasta el cielo, con troncos fuertes, el pasto que se movía al ritmo del paso del viento.

Si lo pensaba así, no importaba que Draco estuviera al medio, si lo pensaba una vez más, mucho mejor. Incluso podía decir cualidades buenas, en el chico. Cómo por el ejemplo, el tacto delicado que empleaba a esas criaturas más pequeñas. Con una mueca amargada se parecía comunicar, pero si Harry lo miraba mejor, podía ver poco a poco el brillo de una sonrisa.
Viéndolo de esa forma, no ve al tonto niño que siempre le decía cosas con veneno en las palabras, si no que ve lo que realmente es; un adolescente que tiene su propia prisión. Lo que Harry teme, es que Draco no pueda entender que el amor real no nos arrastrará a la oscuridad.

—¿Te sientes bien, Potter? —preguntó el rubio, al verse observado por tanto tiempo.

Harry se pone recto, volviendo su vista al sendero del bosque, que parece carecer de luz. Queriendo que de esa forma, el galopeo en su pecho dejé de ser tan violento. Porque aquel enamoramiento nunca fue, y solo se trató de una inversión de fantasía que aquellas criaturas creían posible, pero de aún así, siendo solo una fantasía en su pecho algo tiembla.

Marcus pequeño en cuerpo, pero fuerte de corazón, miró de un lado a otro a los muchachos. Que edad les faltaba por recorrer, pero como de la visión de Marcus nada escapaba, pudo ver la silueta de años de experiencia en ojos jóvenes. Se preguntó si no era amor lo que veía en ellos, porque él nunca se equivocaba, y con lo difícil que era encontrar humanos por ahí, podía hasta afirmar que había una pelea interior en el  rubio. De ese tipo de peleas que son contradictorias, porque se notaba que no eran amigos, pero ahí iba el rubio, adecuándose a la supervivencia del bosque, cuando tenía la piel de quién solo se dedica a estar sentado en un trono.

—¿Buscan volver a casa? —preguntó, parado sobre un tronco cortado. Ambos se miraron entre sí, con una pizca de esperanza en su mirada.

Asintieron a la par, sin poder evitarlo.

—Sí, lo hacemos. ¿Sabes cómo volver a Hogwarts? —interrogó Draco, quien se había sentado en unas ramas pero ahora se había levantado de forma rápida, intimidando sin querer al hombrecito.

—¿Hogw- qué? —movió su cabeza hacia un lado. — Debe ser un lugar lejos de las montañas, porque nada conozco con nombre similar. Y eso que yo conozco cada rincón del bosque o reino cercano.

Draco suspiró derrotado, Harry se rió de su exageración. Al lo que el rubio le lanzó una mirada de seriedad. Tenía cosas importantes que hacer al momento de llegar al mundo mágico, podía incluso ser que las cosas estuvieran terribles al otro lado, cada segundo comenzaba a importar mucho, después de todo «el tiempo es oro».
Estaba sintiendo una presión en su cuerpo, que quizás era absurdo que la sintiera. Cómo si ojos que no estaban viéndolo, lo hicieran temblar de miedo aún si no pertenecían a alguien omnipresente.

Volvió a sentarse dónde estaba cuando el fuerte rugido de un estómago le hizo agrandar los ojos. Harry se llevó ambas manos al lugar, cubriendo algo que era inexistente, mirando hacia otro lado mientras sus mejillas adquirian un tono rosa, de vergüenza.

—Realmente no es que me pase esto muy seguido. —aclaró. No sabía a quién, pero lo creía necesario.

—Bueno, como no hay boda, eso no significa que no vayamos a comer los aperitivos. —saltó de su lugar, caminando entre la hierba alta, con una velocidad sobrenatural. — ¡¿A qué esperan?! ¡Vengan! ¡O les van a tocar la patas de arenosa verde!

No sabían qué era eso. Pero caminaron rápidamente o lo mejor que podían, Draco se encontró rindiéndose a mitad de camino, ¿Por qué siempre tenían que correr demasiado? Él estaba acostumbrado a otra clase de ejercicios que consistían en volar en escoba.  Harry rodó los ojos, sujetando una de sus muñecas para arrastrarlo en medio de su maratón por el bosque.
Fue casi abrumadora la sensación del viento, revolviendo su cabello rubio, como mirar hacia el frente consistió en ver la cabellera de Potter, el niñito que lo desplazó como si no fuera nada, cuando lo habían criado para ser todo.
No sabe si es producto del bosque, por este lugar es extraño y se lo ha demostrado en cada momento o la sensación en su brazo, justo allí donde la piel nívea se junta con una más oscura, se deben a algo que ya sentía. Las piernas pese a que le arden, le impiden también detenerse, porque podría ser tarde, aunque lo que más le asustá es que si deja de correr, va a perder a Potter.

De pronto el moreno se detiene, causando que choque sin querer su pecho en la espalda del más pequeño, Harry suelta un bajo «aúch». Para voltaer a verlo, es cuando sus ojos verdes se ven mágicos en medio de la fauna mágica que ofrece ese lugar, Draco comienza a creer, que posiblemente la magia esta en todas partes. Porque unos ojos tan bonitos, no pueden ser de alguien ordinario. Y ver las cosas de esta forma, le da algo de miedo, porque se supone que como sangre pura, debe creer en lo mismo que creer su padre. Para ser un digno sucesor. Lo cierto es que ahora, está pensando en que no quiere eso.

Podría quedarse aquí. De manera egoísta, también quiere a Harry con él.

—¡Esto es tanta comida! —suelta Harry, matando aquel ambiente reflexivo que mantenía el rubio sin querer.

Mientras se sientan en sillas que parecen haber sido hechas a miles de años, cubiertas de enredaderas, los dedos largos de Draco rozan sin querer los dedos más pequeños de Harry. Aún con su mirada seria y sus expresiones de asco, su corazón late, tomando libertad propia sobre lo que desea o no sentir.
Amor observa la escena, con expresión asombrada para mirar de inmediato a Desamor, quien parece evitar aquella mirada. Porque siente la presencia de una sensación no querida, pero que es necesaria, que siempre está ahí. Y que cruel es para algunos, cuando siempre es un alivio.

Harry desde donde estaba sonrió, mirando en dirección de Draco y el rubio, que seguía arisco, correspondió sin embargo aquel saludo de momento.

—¿No te dije que te ibas a arrepentir de esto? —susurró Desamor. Sentado mirando la escena.

—Había olvidado, que si bien triunfo, puedo darle las mejores sensaciones, pero si tú lo haces, les darás el peor de los lamentos. Pero por sobre todo, olvidé, que nunca en estás historias, la ganancia me a hecho sentir bien.

Tristeza que se mantenía en silencio, porque así era como actuaba. Miró la escena de los adolescentes, sintiendo pena por ellos mismos y por lo que podrían estar sintiendo. ¿Y ahora a quién iba a culpar? ¿A Amor y Desamor por jugar así con ellos? La cuestión era, que la culpa no era de ellos, las circunstancias que llevaron a esos jóvenes, los habían puesto en medio de una guerra que no era suya. Y es lamentable la gente que sufrió por eso mismo, que sintió Amor, pero luego de Desamor y que la historia puso en bandos diferentes, para que se odiarán. Cuando amarse era lo que querían, siempre. Aunque fuera imposible.

Cuando los chicos terminaron de comer, escucharon las siguientes instrucciones, querían encontrar a los amigos que habían hecho en aquel lugar. A aquel zorrito observador y la pequeña dragona intelectual. Esta vez, Harry caminó al lado de Draco y Draco decidió no separarse.















N/A: Holi, me impuse la tarea de terminar esta historia. Así que vamos allá. Muchas gracias por leer💕

Por tu amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora