Algo estaba cayendo en su cara. Pero Draco lo ignoró estaba muy cómodo abrazando esa almohada. Otra vez sintió algo, agua. ¿Era agua? Un momento, aquello no solo lo sentía en su cara, si no también en todo su cuerpo. Abrió los ojos de golpe. Soltando a Harry. Ay no, estaba lloviendo y estaban completamente empapados.
Se puso de pie deprisa y gracias a ese movimiento Harry también despertó. Miró hacia los lados, las manzanas ya no estaban pero eso no era importante. En absoluto.
—Debe ser una broma. —Susurró temblando, Harry. Se levantó, y al instante el agua comenzó a escurrir por su ropa.—¡Esto es una pesadilla!
—Ojala y lo fuera. —Dijo Draco. Mirando hacia los lados, estar parado ahí no le iba a servir de mucho. A no ser que desearan seguir mojados.
—¡Cuevas! —Gritó Harry, aturdiendo un poco al rubio. —Digo, en los bosques hay rocas, cuevas. Podemos...
—Entendí. Muy poco sofisticado pero... Es mejor. —Pasó su mano por su cabello, totalmente mojado.
Ambos comenzaron a correr, de prisa, mirando hacia los lados. Mientras las gotas parecían caer con más fuerza.
El clima no era algo que Amor o Desamor pudieran manejar. Por eso solo se limitaron a mirar a los pobres chicos.
Suerte que el bosque los ayudó, para que cuando mirasen encontraran un momento de rocas perfectamente acopladas para formar una cueva. Draco sentía que estaba perdiendo la elegancia de ser un Malfoy.
Una vez dentro de esa oscura cueva, se miraron un momento permanecer con esas ropas era enfermarse de una forma más fuerte, de lo que ya evidentemente sería.
—Odio lo que sucede. —Susurró Harry. Mientras miraba desde la entrada de la cueva el bosque frío y nublado. Sus lentes tenían gotas, y el agua corría por su rostro. También el suelo se estaba llenando de charcos formados por el agua que escurría.
—¡Hola! ¿Son nuevos? —Preguntó una voz. Harry se sobresalto, Draco igual. Ambos miraron hacia todos lados, también hacia lo oscuro de la cueva.—Aquí abajo.
Harry miró, encontrándose con un... ¿Zorro? Si, era un Zorro. ¿Le estaba hablando?
—¡¿Me hablas?! —Exclamó.
—Les habló. —Dijo mirando al rubio detrás de Harry. —No es muy común ver a humanos por aquí, es grande la tormenta, ¿No? Pero mira. Están todos mojados. —Abrió sus ojos. Su pelaje también se notaba algo húmedo.
—La verdad, no sé como llegamos aquí. —Respondió Harry. —También no podemos cambiarnos.
—Claro que si, así que siganme. Por cierto, llamenme Ronni. —Dijo el zorro comenzando a caminar hacia la oscuridad de la cueva. Draco intento no reírse, Harry estaba asombrado.
—Realmente vamos a seguir a un zorro que habla. —Habló para si mismo el rubio.
—Lo voy a seguir, si tú no quieres... No me importa. —Sonrió, mientras seguía al pequeño zorrito y por alguna extraña razón. La cueva comenzó a iluminarse mientras caminaban.
Luego de un momento Draco también comenzó a seguir al zorrito. Comenzaba a tener frío y sentía que pronto iba a estornudar.
—¿Ves? ¡Casi mueren! Y ahora están interactuando con las criaturas del bosque. —Dijo con pánico, Desamor.
—¿Y eso no es genial? Están olvidando las absurdas responsabilidades que se les otorgaron cuando solo eran niños, tienen 15 años. Dejalos disfrutar. —Sonrió, Amor.
—No vas a ganar, Amor.
—Pero tú tampoco lo harás, Desamor.
Aquel lugar asombraba mucho. Una vez al final de la cueva, notaron que parecía que estaban en una cabaña. Había una chimenea, una mesa, antorchas. Muebles, viejos pero de alguna forma u otra perfectos.
Y más allá parecía haber un pasillo, que daba a puertas realmente de tablas. Completamente artesanas.
—¡Ronni! ¡Te he dicho cientos de veces... —Las palabras de aquella criatura quedaron en el aire. Mientras que con sus ojos grandes miraba a los intrusos, quienes también le miraban asombrados. —¿Siempre traeras extraños a casa?
—No son extraños. Además miralos, están todos mojados.
La pequeña dragona miró a los chicos. Que la miraban curiosos.
Era literalmente pequeña, un poco más alta que la rodilla de los chicos, y estaba parada en dos patas. Tenía una piel color violeta, y unos ojos color avellana.
—Vengan, quitense esa ropa. Deben tomar un baño caliente. ¡No se queden mirando! ¡Ahora! —Le ordenó a los chicos. Y aunque un Malfoy no recibe ordenes, algo le dijo que meterse con esa dragona no era buena idea.
Luego de que cada uno, en una habitación aparte se quitará el uniforme de su casa. Tomaron un relajante baño con agua caliente.
La ropa de humano no era algo que utilizasen mucho las criaturas pero tenían unos cuantos pantalones, unas camisas, botas y chaquetas. También ropas íntimas.—Muchas gracias por todo. —Dijo Harry una vez listo con ropa nueva.
—De nada niño. —Dijo la dragona. — ¿Y cómo se llaman?
—Yo, Harry Potter. —Sonrió aliviado. Pues aquí no era ningún elegido ni el centro de atención.
—Draco Malfoy. —Contestó con su mirada demasiado entretenida en las fuertes llamas de la chimenea.
—Me agrada tu nombre, niño rubio. —Dijo la dragona, Harry rió bajo. —Yo soy Henoch.
Draco apartó la mirada del fuego para mirar a la dragona.
Era todo tan extraño.
Llegó un momento en que Henoch los llamó a almorzar. La comida había sido exquisita. Aunque el único que agradeció como se debía fue Potter, Henoch supo que el rubio también se sentía agradecido. Tan solo con mirar esos ojos, y ese brillo que costaba descifrar, lo supo.
Luego decidieron sentarse frente a la chimenea.—¿Realmente no saben cómo llegaron aquí? —Preguntó Henoch, Harry asintió. —Es extraño, además. Siento un tinte de magia.
—Es porque somos magos. —Dijo Harry. —Y estudiamos en el colegio Hogwarts.
—Mucha información, pero mi no entiende mucho. —Dijo Ronni sentado en el suelo.
—Pero... ¿No hay alguna forma de volver al colegio? —Inquirió Draco. —Además ¿Qué es un mago sin varita?
—¿Un chico capaz de hacer magia por si mismo? —Preguntó Ronni, aunque lo hizo más para si mismo.
—Cuando la lluvia cese, vayamos a dar una vuelta por el bosque. Así conocerán el entorno, y como llegaron aquí de igual forma deberán volver a casa. —Fue la última palabra de Henoch.
La lluvia no tardó en cesar, quizás eran como las cinco de la tarde cuando los chicos y Henoch, junto a Ronni salieron de la cueva.
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Por tu amor.
Hayran KurguAmor y Desamor viven en una competencia y a su vez compañerismo, inevitable. Esta vez Harry y su enemigo de la escuela, Draco. Son víctimas de aquellos que los pueden hacer volar los cielos o hundirlos en el peor de los lamentos.