Capítulo 22: A TODO GAS (Parte 1)

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Como ya he dicho anteriormente, una de las cosas que me encanta de Miguel es que, pese a ser la viva imagen del cincuentón pausado y tranquilo que ya piensa más en la jubilación que en la acción, y que gusta de matar el tiempo en su finca al cuidado de su huerto y alimentando a sus gallinas, sólo tienes que darle un punto en el que apoyarse y hará de lo que sea una verdadera obra de arte.

Como, por ejemplo, la conducción.

Sería un temible rival de Fernando Alonso en cualquier circuito del mundo, y le podría dar lecciones a más de uno y de dos alucineros que se creen expertos en el uso y manejo del volante.

Cruzamos media provincia en un santiamén, pese a que nos pilló viento, nieve y lluvia en distintas partes, en ocasiones cada elemento por separado, en otras formando la conjunción que tocara según el momento y el lugar.

Hasta tuvimos los tres mezclados en la misma receta a la vez.

Demencial, por cierto.

Pero él seguía a lo suyo, como si aquello no fuera con él, cambiando marchas y maniobrando con una tranquilidad pasmosa mientras declamaba uno de sus larguísimos monólogos sobre algún tema que terminaba por convertir en algo casi filosófico.

En algunos momentos de su particular declamación, le ofrecí la posibilidad de que continuara subido a un púlpito para rendir un sentido homenaje a Savonarola.

Bueno, a ese tipejo mejor que no.

–Porque estamos en una sociedad de mierda y en un mundo de mierda –continúa mi compañero–. ¿Tú crees que la medalla de Miguel Ángel es merecida?

Silencio.

Miguel Ángel es el secretario de la comisaría. Es una especie de fantasma, como un espectro doméstico que tenemos en la dependencia. Supuestamente, tiene que saber de todo lo relativo a los procesos administrativos del Cuerpo pero, oficiosamente, no es capaz de hacer nada.

Bueno, una cosa sí: las cartas de invitación. Un documento que forma parte del complicado entramado burocrático de Extranjería, lo que le da a conocer a muchísimas mujeres, la mayoría espectaculares rubias del Este de Europa.

Cuando se cierra la puerta, ya sabemos qué es lo que pasa detrás.

No es un mal tipo, pero como policía es un cero a la izquierda. Si está en alguna guardia y hay alguna incidencia no aparece.

Literalmente.

En una ocasión en la que se dio una doble desaparición de menores, me dijo que derivase el caso a la Jefatura y no vino.

Para curarme en salud, llamé al jefe de la dependencia.

Luego hubo tormenta.

Pero eso forma parte del pasado.

En la última concesión de medallas para el Día del Patrón, curiosamente, le fue concedida la Blanca, la medalla al mérito policial con distintivo blanco. Evidentemente, no fue por sus grandes dotes investigativas ni por ser un impulsor de mejoras para el cumplimiento de los servicios, ni mucho menos por su valor y arrojo en las actuaciones en la calle.

La incógnita se resolvió cuando me explicaron en Jefatura que había un tipo de felicitación llamada "de gestión", y que, si se reunían diez (como pasa con los cromos), la concesión de la Blanca era automática.

Fin del misterio.

Otro de los trucos de este Cuerpo para que los inútiles que no valen ni para estar escondidos sean considerados héroes.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2019 ⏰

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