Capítulo 9

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Volver de las vacaciones se sentía agobiante, estresante. No quería verlo después de lo sucedido con las cartas. Sentía una fuerte presión en la boca del estómago, signo de su nerviosismo.

Al entrar al Gran Comedor para la cena, Draco tan sólo quería dirigirse a su mesa, pero quizás apropósito, Harry Potter estaba parado en medio del pasillo hablando con Cho Chang.

Algo en Draco se rompió, y cuando Harry lo miró, todos sus sentidos dispararon hacia todas las direcciones. Quiso echarle un maleficio, pero ¿qué culpa tenía Harry?

Draco comenzó a retroceder y salió rápidamente de la sala.

Se metió al baño donde sabía que no habría nadie, más que Myrtle La Llorona, probablemente. Mojó su rostro para disimular sus lágrimas, pero no pudo evitar dejar escapar fuertes temblores y sollozos.

—No llores -decía Myrtle La Llorona  —, yo puedo ayudarte.

—Nadie puede ayudarme -sollozó Draco. Levantó su cabeza y se miró al espejo, detrás, visualizó a Harry mirándolo fijamente. Se volteó y lo apuntó con la varita.

—¡Vete!

—Draco...

—¡¿No has leído la carta?! —ahogó un sollozo —¡No quiero hablar contigo! ¡No quiero tener nada más con... —no pudo continuar hablando porque comenzó a llorar de una forma incontrolable.

Harry se acercó y lo abrazó. Draco hundió su rostro en el cuello de Harry, mojándolo de lágrimas.

—Lo siento tanto... —dijo Draco —yo te quiero Harry, pero...

—Ya, está bien.

Draco lo miró a los ojos con la cara empapada y distorsionada.

—Harry, yo no quise escribirte eso, lo juro. Lo juro por mi madre.

—Lo sé, he aprendido a entender cómo funciona tu mente —contestó a modo de broma.

—¿Me crees?

—Claro.

—Pero ya nada vale.

—Ya nada vale —repitió haciendo una mueca.

Draco no esperaba esa respuesta de Harry, él quería escuchar que todo iba a estar bien.

—Prométeme que este amor es real -dijo Harry, luego de unos minutos.

—No me crees, ¿verdad?

—Prometelo —Harry lo tomó de las manos —. No voy a renunciar a ti tan fácil. Si tú de verdad me quieres, lucharé por nosotros.

—Claro que te quiero, pero no es tan fácil.

—Nunca dije que sea fácil...

—No entiendes lo que pasa. No podremos estar juntos porque simplemente nuestros caminos son diferentes.

—Yo no voy a renunciar a ti, Draco, digas lo que digas.

Sin embargo, en ese tiempo no estuvieron tan juntos, y sólo se veían una vez por semana. Draco casi siempre estaba ocupado con algo de lo que no hablaba y preocupaba bastante a Harry, aunque él también estaba ocupado y no solía pensar mucho en Draco.

—¿Y cómo vas tú con... Malfoy? —le preguntó Ron, incómodo, un día que se encontraban yendo a la cabaña de Hagrid.

—No lo sé, creo que bien.

—¿Te gusta mucho?

—Pues... sí. Pero es complicado ahora.

—Siempre lo fue, sinceramente no sé que le has visto.

Harry soltó una carcajada.

—Eso porque tú no lo has besado.

—Oh, Harry —dijo Ron con cara de asco.

Harry sonrió al pensar en todo lo que había visto en Draco.

[...]

Durante unas largas semanas, Harry y Draco no se vieron. Se juntaron unos días antes de que el curso terminara y cada uno deba ir a su casa. Pero no era lo mismo, no después de que Harry presenciara como Draco estaba por matar a Dumbledore sino lo hacía Snape en su lugar.

Harry le tenía mucho cariño al Director, y más cuando tenían un largo trabajo juntos, ahora quedaba solo en la ardua tarea de destruir a Voldemort.

Draco parecía mucho más agobiado que la última vez que lo había visto.

—¿Hace cuánto tiempo Snape trabaja con ustedes?

—No hablemos de eso, Harry.

—¿Y de qué quieres que hablemos?

Draco suspiró.

—Lo siento —dijo Harry, aunque se escuchaba un tono ofensivo —, es duro procesar todo esto.

Si supieras como me siento yo, Harry.

—¿Por qué no me cuentas los planes de Voldemort?

—No digas su nombre, por favor... Y te los contaría si los supiera.

—Sin embargo...

—Sí, Harry sí, ya sé que fui yo quien ayudó a entrar a los mortífagos al Castillo —dijo Draco cansinamente.

—Draco, no puedo mirarte ni siquiera a los ojos.

—Entonces vete.

—Veo cuánto te importo.

—¿Qué quieres que le haga? Nos guste o no, soy un mortífago, y no puedo darme el lujo de decidir que cosas quiero hacer y cuáles no. Tengo que respetar todo lo que él me dice. Era mi tarea matarlo... y ni siquiera pude hacerlo.

—Porque tú no eres como ellos.

—Sí lo soy, solamente es que soy un cobarde.

Draco creía que Harry nunca podría entender realmente lo es que el miedo y la presión. Él nunca había sentido miedo pese a las grandes cosas que tuvo que enfrentar, él era muy valiente.

Y yo soy sólo un cobarde. Un estúpido mortífago cobarde.

—No te castigues, Draco. Eres hijo de mortífagos, no tenías otra opción.

—Tú estás muy conectado con el Señor Tenebroso y no eres como él.

—Draco...

—Vete, Harry, será lo mejor para ambos.

—Tienes que alejarte de ellos, conozco un lugar donde no podrían encontrarte.

—No.

—¿Por qué? ¿No quieres irte de ese infierno? Pronto tendrás que matar... y no quiero imaginar en quién te convertirás.

—Lo mejor será que no hablemos más. Está vez nadie me obliga, lo digo yo.

—Bueno —Harry se puso de pie —, si quieres seguir siendo una mierda, problema tuyo.

Draco no lo llamó ni lloró cuando lo vio alejarse, porque la imagen de su madre siendo torturada, que el Señor Tenebroso había puesto en su mente, era mucho más fuerte.

El Señor Tenebroso no sabía nada de la relación con Potter, pero sí sabía que el joven Draco era muy débil, por eso lo amenazó con que torturaría a su madre si le fallaba.

Draco no iba a dejar que su madre sufriera por su culpa.

El arte de mentir || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora