Capituló 9: Tú, mi escudo y mi amigo

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Izu y los otros caminaban con cierta tranquilidad, ya que iban con mucha ventaja de Hitsu y Nee. Pronto entraron a un pequeño pueblo, el nombre no tenía importancia ya que no se quedarían ahí mucho tiempo, solo se reabastecerían y continuarían. Era un pueblo casi fantasma, literalmente se caía a pedazos, la gente parecía estar siempre desanimada e inerte. A Izu la mantenía intrigada aquel comportamiento, sin poder soportar mas las dudas en su cabeza preguntó a Monsuta:

- ¿Porqué se comportan así? Me ponen nerviosa...

- Mira Izu se que se ven extraños pero asi es su naturaleza, asi es especie, no es una de las mejores pero pues existe... Ellos solo se adueñan de un lugar, alimentándose de la energía de aquel lugar y sus habitantes, y no se van de ese lugar hasta que queda completamente en ruinas, esto antes era un pueblo humano... Pero ya no hay humanos... -Monsuta rio de manera burlona y malvada-

Al escuchar esto Izu no pudo evitar que el miedo la inundara, poco a poco se iba deteniendo, hasta que su espalda toco algo, entonces sus ojos se abrieron grandes y sus pupilas se hicieron diminutas, no podía respirar y sus manos sudaban demasiado. Hasta que Imoku la tomo de los hombros y le susurro al odio: Será mejor que te apresures no queremos que te coman. Imoku la rebasó y siguió caminando. Izu por algún motivo miró a su lado derecho, ahí bajo la sombra de la casa estaba una niña, su piel era amarillenta parecía como la arena del desierto, como si la hubieran empanizado en aquella arena, sus ojos eran azules y con el iris totalmente negro, la niña sonrió, sus dientes parecían los de una piraña, no eran tan grandes como los de Meido, pero si lo suficientemente aterradores para que Izu aumentara su velocidad para alcanzar a Mil y abrazarlo contra su pecho con gran fuerza. El no tenía la menor idea de que hacer, solo se podía ver su cara totalmente roja. Saloji pudo notarlo, solo hablo con seriedad:

- Izu no debes consentir asi a Mil, va a mal acostumbrarse.

Monsuta, Saloji y Meido no lograron aguantarse la risa, burlándose de ella todo el camino hasta la tienda. Imoku por el contrario parecía molesto, ya que el siempre era el escudo protector de Izu. A Izu no le importó, no soltó a Mil ni un segundo, ella pensaba que si algo o alguien se acercaba solo les lanzaría a Mil y ella saldría corriendo lo mas rápido posible, mientras devoraban al joven y delicioso chico. Mil solo se sentía valiente e importante, ya que por primera vez una chica iba con el para que la defendiera, pobre, si supiera la verdad.

Al llegar a la tienda de provisiones, Monsuta se colocó frente al mostrador y con un tono de superioridad comenzó a hablar con el vendedor que era muy parecido a la niña que habían visto al entrar.

- Queremos provisiones y nos largamos

- Yo no le vendo a forasteros, a ninguno. - dijo el vendedor un poco molesto y mostrando sus dientes.

Sin previo aviso Monsuta se transformó en un monstruo muy parecido a Meido, pero mucho mas grande y con varias cicatrices en el cuerpo. El vendedor tartamudeó:

- Un Da- da- da-dakum... Y que va a llevar mi buen señor

- Pues suficientes provisiones para tres semanas- dijo Monsuta mientras se destransformaba-

Monsuta volteó a ver al resto del grupo, presumiendo su gran "habilidad" para los negocios. Y se percató de que tanto Mil como Izu ya no se encontraban ahí. Molesto miró a Imoku y grito:

- Te dije que cuidaras a la chiquilla

- Eso le pasa por cambiar de escudo -dijo molesto entre dientes-

- ¡¿Qué?! - Grito Monsuta, asustando al pobre vendedor que ya tenía los nervios de punta-

- Que ya voy a buscarla- dijo Imoku con tono de berrinche mientras salía de la tienda molesto a buscar a Izu-

Hitsuyo [Se Va A Reescribir Por Completo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora