Capítulo 3: Ayuda Inesperada

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El sol se había puesto hace rato ya, eliminando todo rastro de que alguna vez estuvo ahí. Las carreteras de Virginia occidental eran iluminadas por el reflejo de la luna y los escasos faros de los automóviles que transitaban por ellas, entre estos un Impala 67 destacaba del resto ya fuera por su velocidad o por sus pasajeros quienes permanecían indiferentes entre ellos.

Gerard conducía el automóvil  con semblante serio, ignorando a los dos pasajeros detrás de él. Bert se había quedado dormido varios kilómetros atrás. El silencio se había apoderado del auto desde el principio del viaje pero ahora su presencia era más incómoda y llena de tención, algo que al ojiverde le había comenzado a desesperar.

El chico de ojos avellana dejo salir un bostezo, Gerard observo su rostro a través del retrovisor y esbozo una sonrisa al ver la mueca que el bostezo le había provocado. Frank recargo su rostro en la ventanilla, cerró los ojos ligeramente y comenzó a quedarse dormido, pero sus instintos lo hicieron despertarse cuando el sonido de “Black coffee” de Black Flag inundo sus oídos, el castaño sonrió para sus adentros era una de sus bandas favoritas. La voz de Gerard comenzó a ser audible para el chico, había comenzado a cantar olvidando que tenía compañía.

-Eres bueno, en lugar de dedicarte a robar bancos, deberías probar suerte con eso- Las palabras de Frank lo hicieron volver a la realidad trayendo consigo un leve sonrojo en sus mejillas.

-Yo, yo había olvidado que no estaba solo- Contesto nervioso.

Por primera vez en toda la tarde Frank rio.

-Mi nombre en Gerard, Gerard Way- Pronuncio nervioso, como podía ese chico ponerlo nervioso, tal vez era que se sentía culpable del destino que le esperaba, si tenía que ser eso, se repetía a sí mismo.

Frank miro pensativo la ventana, no sabía cómo mantenerse valiente, como reaccionar, ver el rostro de uno de ellos le había otorgado una sentencia de muerte y ahora él conocía el nombre del pelinegro, eso solo le aseguraba una cosa, moriría y nada podría evitar ese destino.

-Mi nombre es…- La voz comenzó a quebrársele mientras luchaba contra sí mismo para no llorar. –Frank Iero- Pronuncio en un susurro, sintiendo las lágrimas deslizarse por sus mejillas.

Podría haber dicho cualquier cosa para intentar subirle el ánimo, pero realmente puedes animar a alguien condenado a muerte, las palabras habían abandonado a Gerard, la parte racional de su cerebro parecía dormir, solo atino a pronunciar.

-Frank, realmente lo siento, lamento que estés aquí, lamento no poder hacer nada

-Sí que puedes, solo déjame ir no diré nada por favor, no me hagan daño- Suplicaba, con lágrimas en los ojos.

El silencio volvió hacerse presente en el automóvil, el único sonido audible eran los sollozos de Frank.

Cada vez anochecía más, faltaban dos horas para la media noche, cuando el celular del chico de ojos avellana comenzó a vibrar en su bolsillo, el castaño había olvidado por completo que estaba ahí. Logro sacarlo sigilosamente y marco un número familiar: “Casa”, se leía en la pantalla.

-Bueno- Contesto la calida voz de su madre.

-Mamá- Pronuncio en un susurro.

-¿Frank? ¿Dónde estás? Debiste haber llegado hace horas.

-Lo lamento mamá, no llegare a cenar- Su voz comenzó a quebrarse.

-Hijo todo está bien ¿Dónde estás?- Su madre comenzó a preocuparse, al oír a su hijo en tal estado.

-No lo sé, tengo miedo mamá, ¡ayúdame!

Se olvidó se la discreción y se dejó llevar por la desesperación alertando a sus dos acompañantes de la presencia del teléfono celular. Bert fue el primero en reaccionar ante el grito de ayuda del menor, despertó de golpe y le arrebato el celular lanzándolo por la ventana sin vacilar.

-¡Ya me tienes arto, solo das problemas!- Grito, tomando a Frank del cabello, miro hacia Gerard. –Detén el auto, nos desharemos de él.

La velocidad comenzó a disminuir unos kilómetros después de haber entrado al estado de Kentucky, el auto se detuvo junto a la carretera, sus tres pasajeros bajaron de este, adentrándose en el bosque.

Cuando estuvieron a cierta distancia de la carretera, los tres se detuvieron, Gerard permanecía con la cabeza baja evitando a toda costa toparse con los ojos de cualquiera de los dos, Frank lloraba en silencio y Bert parecía disfrutar del sufrimiento del chico.

El rubio obligo a Frank a hincarse frente a él, saco la 9 mm y apunto, vacilo un poco y finalmente sonrió.

-¿Porque no lo hacer tu?- Pregunto con una sonrisa burlona en los labios, extendiéndole el arma al pelinegro.

Gerard tomo el arma y se paró frente a Frank, “Por favor no lo hagas” susurro el chico agachando la cabeza.

-¡Solo hazlo de una puta vez Way!- Grito el rubio. –Lo has hecho antes no sé porque vacilas ahora.

-Ellos eran criminales Bert, él es solo un chico- Explico el ojiverde.

-Dame acá

El rubio le arrebato el arma de las manos a Gerard, volvió apuntar a Frank y antes de que pudiera disparar, fue derribado por el pelinegro, quien había sacado y empuñaba su navaja en la mano izquierda. Bert miro furioso al ojiverde quien se mantenía en guardia esperando el un posible ataque del contrario.

El tiempo parecía haberse detenido, el chico de ojos avellana observaba incrédulo la escena frente a él, con temor se arrastró fuera del alcance de ambos, abrazándose a sí mismo para sentirse a salvo. Bert permanecía un en el suelo viendo furioso a Gerard, quien sostenía tembloroso una navaja, el pelinegro busco con la mirada el arma, debía evitar a toda costa que su compañero llegara a esta o todo acabaría muy mal.

Los segundos se habían ralentizado y el bosque permanecía silencioso, firme espectador del espectáculo de aquellos dos sujetos jugándose la vida. El primero en atacar fue Bert, se estiro para alcanzar el arma pero Gerard se lo impidió poniéndose en frente de esta, el rubio derribo a su compañero y se posó encima de este colocando sus piernas a los lados de su cadera, el pelinegro golpeo la nariz del contrario causando su fractura seguida de una hemorragia, Bert coloco sus manos en el cuello de Gerard, apretando cada vez más fuerte, el pelinegro desesperado tomo la navaja y golpeo los brazos del contrario con esta, causando pequeños cortes. El rubio tomo la mano de Gerard y le arrebato la navaja, la empuño con la derecha y la hundió en el costado izquierdo de Gerard.

La sangre había manchado las camisetas de ambos, Bert levanto la navaja una vez más para hundirla en el abdomen de Gerard pero las sigilosas manos del pelinegro habían logrado alcanzar el arma, y la apuntaron en su dirección antes de que el pudiera, dejar caer la cuchilla sobre el contrario, una sonrisa burlona se formó en los labios del rubio.

-Anda hazlo, dispara- Animaba mientras dejaba caer la navaja a un lado.-Cierto, no puedes porque eres un CO-BAR-DE- Remarco cada silaba subiendo el tono de voz cada vez más.

La paciencia de Gerard se agotó y disparo pero el rubio logro esquivar el disparo, se volvió un forcejeo por la pistola, luchaban por quedar encima del otro, mientras sus manos intentaban lograr apuntar en dirección al contrario. La lucha por la supervivencia, los había hecho olvidar que alguna vez fueron amigos, eran solo golpes y sangre, maldiciones y odio, y finalmente fuego.

El disparo resonó en el silencioso bosque y finalmente la vida de uno cedió dejando al otro victorioso. Y la nieve se cubrio de sangre.

Dust in the wind (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora