8. Allen

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-Me muero de frio –se quejó Ariel dejándose caer en el suelo.

 -¿en serio? –Lynden lo miro

 -Si, no entiendo como no lo sientes, me estoy congelando.

-Yo no siento nada.

-Eso es imposible, tienes que sentir algo –suspiró.

-Es cierto, ¿no me crees?

-No del todo.

Lynden lo miró unos segundos, recogió una rama del suelo y sonrió.

-Mira –en pocos segundos, se incrusto la rama a través del brazo, este comenzó a sangrar. Ariel se sorprendió.

-¡¿Qué hiciste?! ¡¿Eres imbécil o que?! –gritó asustado, acercándose a Lynden-, ven, hay que enjuagarte eso –lo agarró del otro brazo. Lynden se comenzó reír fuertemente.

-¡No es gracioso!

-Lo es, tonto, estoy bien –sonrió Lynden, agarró la rama y la retiró de su piel, lentamente,  Ariel podía verla salir, manchada de sangre, dejando su piel llena de tierra.

-…ven, enserio, te va a hacer mal

-Mira –Ariel miro la herida, esta comenzaba a cerrarse, cicatrizando-, te dije que estoy bien, no siento dolor, tampoco la temperatura, no siento…

-Eres muy extraño, no acabo de entender lo que eres, das miedo, tu actitud da miedo –murmuró Ariel.

-¿Te doy miedo?

-Si…pero es interesante estar contigo.

-Eso es bueno, supongo. 

-Solo, no vuelvas a atravesarte una rama, o cualquier cosa, no en frente mío ¿si? –Ariel lo miró. 

-De acuerdo –rió Lynden.

-Entonces cuando nieva ¿tampoco sientes frio?

-No, nunca he sentido frío, ni calor, mucho menos dolor, por lo menos físicamente no –los ojos de Lynden mostraron tristeza-, es injusto, no sentirlo…pero al mismo tiempo si. 

-¿Por que no?

-No lo se, pero veces extraño esos sentimientos. 

-No te gustaría, créeme, estoy congelándome –sonrió Ariel 

-Bueno, me tengo que ir, esta oscureciendo –suspiró, mirando el cielo. 

-¿Volverás pronto? 

-Lo prometo. 

-De acuerdo, te espero.

Ariel  sonrió y asintió con la cabeza, se dio media vuelta para irse caminando, cuando volvió a mirar atrás Lynden ya se había ido. Suspiró, continuando con su camino. Ya sabia como salir del bosque, sentía que ya no podía perderse, no importaba en donde este.

Llego a la reja y salió del bosque, camino por las calles de la ciudad, temblaba de frio, pero eso no le importaba. Cuanto mas se acercaba a su casa, recordaba el sueño que tuvo.

Al llegar a casa ya casi había oscurecido, su hermana le abrió la puerta con el seño fruncido. Ariel desvió la mirada. Su hermana suspiró.

-¿Por qué estas mojado?

-No importa.

-Como sea, apúrate, tus amigos te están esperando.

-¿Amigos? –Ariel la miró completamente confundido

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