13
18 de junio
¡Por donde empiezo!
A eso de las 20 me llevó mi hermano a lo de Sofía. La hija de puta nos atendió en chabomba para calentarlo. No me dice nada, pero lo lame con la mirada. Abrió la puerta y le mostró le orto antes de cerrarla cuando yo ya había entrado. Imaginate la cara de Javier ante la escena: Sofía en tanga negra a lunares y una remera blanca sin corpiño a los saltitos "porque se alegraba de verme". Encima que tiene buenas tetas y la colita parada como sé que a él le gustan. Puajjj. No te cuento más porque me da impresión.
La cosa es que a eso de las 22 terminamos de cenar y nos fuimos a "dormir". Esperamos un rato acostadas para disimular un poco haciéndonos las dormidas y a la media hora, cuando no escuchábamos más nada, tomamos coraje y prendimos la lámpara de la mesita de luz. Sofía saco el consolador y ahí nos quedamos en silencio otro rato más. No sabíamos que hacer, o cómo hacerlo. Para mí eso era un mito hasta ese momento, pero Sofía en teoría ya lo había probado, así que le dije que me enseñara a usarlo.
A penas termine la palabra "usarlo" ya se estaba sacando el shorcito que usaba de pijama. Al principio era medio incomodo verla a Sofía en pelotas, con la bombacha toda mojada a un costado y tocándose las tetas con una mano mientras con la otra se sobaba la concha con el aparato ese. Pero después me empezó a gustar y a ganar la curiosidad. La dejé un rato que termine y le pedí si me lo prestaba... yo ya estaba que hervía.
Me lo pasó y justo cuando me voy a sacar el pijama yo: ¡Apareció el papá!
Abrió la puerta de una el forro. Decí que pude esconderlo y que mis bombachas son grandes, sino le dejaba la concha en primer plano.
Yo no sé si se hizo el boludo o realmente no vio nada, pero como si todo estaría normal se acercó y me dio un beso de buenas noches y otro a Sofía. Se fue y dejó la puerta entre abierta.
¡No lo pude probar, Marco!
Me quedé con una calentura que ni te cuento. Y Sofía no podía parar de reírse.
Así que como pude, al buen rato, me quede dormida. No me podía ni mandar los dedos. El olor a concha que había dejado Sofía era infumable, no fue capaz ni de cambiarse la bombacha.
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Primero violaron su mente
Short StoryNo recomiendo continuar la lectura a menores de edad o personas sensibles. Aquí leerán por momentos una inocencia simple y por otros un manual sobre el sexo, la opresión, el arte y sus metáforas. Sobre el cuerpo despreciado hasta su máxima expresión...