24. Florería.

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Canción sugerida: Say it first, de Sam Smith.

—Quiero que me aclares algunas cosas —dijo Ron.

Cuando Hermione había despertado esa mañana había sentido en la boca de su estómago unas ganas genuinas de reencontrarse con Ron y tal vez de coquetear con él entre los preparativos de la boda. Sin embargo, nunca había esperado que él lograra ponerla contra la espada y la pared tan rápido. Y allí estaba, encerrada en un auto en movimiento que ella misma conducía y que no se atrevía a detener por miedo a quedar como una cobarde y demostrarle al joven que tenía a su izquierda que, a pesar de sonreír con socarronería, tener que conversar del pasado en realidad la ponía muy nerviosa.

— ¿Por qué te fuiste así? Sin despedirte...

La pregunta no la sorprendió, pero tal vez sí la franqueza con la que Ron la había formulado. Dio un pequeño suspiro y, al responder, no apartó la vista del frente ni por un milisegundo.

—Lo necesitaba —dijo tranquilamente mientras giraba el volante para doblar en una esquina—. Necesita pensar en mí. Estaba enojada y... decepcionada. Pensé en mí.

Vio por el rabillo del ojo que Ron asentía lentamente y que evitaba mirar hacia ella y que, por lo tanto, concentraba toda su atención en cómo la ciudad iba moviéndose a través de la ventanilla. Ron, sin despegar la vista de allí, dijo:

—No me respondiste ni una llamada...

Y bastó la llegada de aquel reclamo cuasi infantil para que el corazón de Hermione, ya algo domesticado en todos esos años alejado de Londres, comenzara a recibir las sensaciones que había sentido la noche anterior; lo sintió golpetear fuerte contra su pecho.

—Estaba furiosa contigo, Ronald —murmuró con dulzura—. Y creo que no hace falta que te explique por qué...

—No, no —la interrumpió girándose al fin hacia ella y mostrando una sonrisa genuina—. Está bien, lo admito, fui un poco inmaduro.

Hermione arrugó el ceño divertida.

— ¿Un poco?

—Bueno, sí. Fui muy inmaduro.

—Así está mejor.

Se quedaron unos segundos en silencio en los cuales Hermione se mordió los labios intentando que no se le escapara ninguna carcajada mientras Ron negaba lentamente con la cabeza.

—No puedo creerlo —dijo sonriendo—. Veo que los años no te quitaron lo mandona.

Hermione encaramó las cejas y en ese instante se percató de lo mucho que había extrañado dedicarle ese pequeño gesto al hombre que tenía al lado.

—Lo obstinada querrás decir.

Ron la miró extrañado y luego se le escapó una risita.

—Me gustaría seguir discutiendo, pero antes tengo que averiguar qué significa esa palabra.

Ella largó al fin la carcajada que se estaba aguantando y escuchó en mucho tiempo el sonido de su propia risa. Al darse cuenta de ello, se quedó quieta un momento y un nudo que anunciaba un llanto de felicidad se le quedó atorado en la garganta. No estaba segura de por qué se sentía de esa manera, Daniel la hacía reír muchísimo, pero quizá aquella era una risa distinta. La risa que Ron le había robado hacía sólo unos instantes venía cargada de historia y de recuerdos que no sólo guardaba en su memoria, sino que también llevaba marcados en su piel.

— ¡Hermione, frena!

El grito de Ron la despertó y permitió que pudiera pisar el freno a tiempo y evitar chocar al auto que tenían delante, que se había detenido por un semáforo en rojo.

Lucky Ones - Afortunados (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora