Prólogo.

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Nada.

Llevaba esperándolo nada más ni nada menos que una hora en la puerta de este puto restaurante y Adler seguía sin aparecer.

Veinte veces le he llamado y ni una de ellas se ha dignado a responder.

Me levanté y me fui de aquel sitio con un humor de perros.

Más le vale tener una buena excusa para esto.

Siento que voy a explotar de la ira.

Cuando ya estaba a cinco minutos de mi casa, recibí una llamada de mi queridísimo novio.

–Em...–iba a hablar pero le interrumpí.

–¿¡Em!? ¿¡Cómo que Em?! Llevaba esperándote una hora. ¡Una hora Adler! Y ni una llamada me has cogido–grité por las nubes.

–Ha sido Christie joder.

Le volví a interrumpir.

–Anda, ya lo entiendo, ¿también te has liado con ella?

–¿Qué? Em, sabes que no. Me ha entretenido y no me dejaba irme–se argumentó.

De la rabia que tenía encima, no me di cuenta de que un coche venía hacia mí a toda velocidad.

Cuando quise reaccionar ya era tarde.

Y todo se volvió negro.

Recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora