Recuérdame.

ocho.

Al día siguiente, quise dar una vuelta por el barrio para recordar viejos tiempos.

Iba andando tranquilamente cuando, me fijé en una panadería que, tenía de escaparate todo tipo de bolleria y, como no había apenas desayunado, mi estomago rugió. Así que me permití el lujo de tomarme un capricho.

Entré a aquel local y estuve unos minutos pensando en que iba a comprar ya que había mucho surtido de cosas.

Una dependienta se dio cuenta de que estaba indecisa y me atendió.

–Hola Emerine. ¡Cuánto tiempo sin venir! Ya pensaba que te habías olvidado de mí–rió–¿Te pongo lo de siempre?

–Eh...S-si claro–no sabía a qué se refería pero asentí un poco perdida.

Ella sacó dos donuts de chocolate y un batido de fresa y me los dio.

–¿Cuánto eran? Es que tengo tantos líos en la cabeza que olvido cosas–fingí riendo.

–En total tres euros cielo.

Asentí y se los di.

–Más te vale que no estes tanto tiempo sin aparecer eh–advirtió en broma.

–Prometo que no–le sonreí y salí.

Paré en un banco que había cerca para comer los donuts que acababa de comprar, el batido lo dejaría para luego.

Estaba comiendo tranquilamente cuando, en mi vista se cruzó alguien al que no quería volver a ver nunca.

Puto Liam.

Él se dio cuenta de que le estaba mirando y, él muy capullo, dio la vuelta y se fue en dirección contraria de donde venía.

Yo, simplemente fui detrás de él.

–Sé que me has visto imbécil–le grité estando más cerca de él.

Liam al parecer se dio por vencido ya que se giró encarándome.

–¿Qué?–dijo seco.

–Oh nada, solo quería darte esto–sonreí falsamente.

Él frunció el ceño desconcertado.

Necesitaba sentirme bien conmigo misma. Así que, le tiré mi querido batido de fresa a la cara.

Ups.

–Ya me siento mejor–le sonreí con mi más sincera sonrisa y me fui.

(...)