¿Nuevos, Viejos? Conocidos

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Sans inmediatamente respondió la hostilidad de Geno posicionandose por delante de Toriel; sin embargo el de bufanda rápidamente dejó de lado su actitud ocasionada por la sorpresa.

-L-lo siento... No esperaba verlos por aquí- dijo Geno nervioso.

El de azul llevó sus manos a sus bolsillos.

-Qué raro, estaba seguro que era casa de Tori- respondió con una sonrisa, el de blanco se tensó aun más pero solo sonrió.

-Oh, tu eres el otro yo de Sans del que tanto me habla ¿verdad?- Toriel junto ambas manos saludando al de bufanda- ¿Era Geno? L-lo siento pero esta vieja tontorrona aun no sabe mucho de lo que eres aunque Sans me lo expliqué un millón de veces- dicho esto rió de elegante manera.

El nombrado no pudo evitar sonrojarse y quedar en silencio, asintiendo con la cabeza afirmando la pregunta de la reina.

Una vez que el ambiente dejo de ser abrumador, el silencio se apoderó de la casa de nuevo. No sabiendo que era exactamente lo que querían decir, habló de nuevo el de bufanda.

-¿Q-que haces con Toriel, Sans? No pensé que tu y la reina...-el nombrado inmediatamente se sonrojó y nervioso movió las manos negando lo que Geno estaba apunto de decir.

-¡N-no es lo que piensas!¡Yo solo...!¡Asgore...!E-espera, yo debería hacerte esa pregunta- cambió de tema y su tono de voz ocultó sus nervios - ¿qué haces aquí Geno? Pense que habías muerto-

-Vamos, no digas ese tipo de cosas- dijo Toriel escuchando una pequeña risa de parte del de bufanda.

-Lo siento pero aún no he muerto. Gracias por preocuparte- respondió sarcástico.

El semidios que dormía aún en el sofá, despertó por las voces que se escuchaban en la sala. Lentamente se descubrió bajando la chamarra blanca de su papá que le cubría hasta la cabeza. Toriel notó al pequeño levantarse tímido para irse directo al lado del de blanco.

-¿Q-quienes son ellos mamá?- Goth se aferró a las ropas de Geno, pues cuando se trataba de gente desconocida, solía ser muy tímido.

El de bufanda no sabía como presentarlo ni como presentar a sus "conocidos" pero sin pensarlo dos veces, Sans se acercó y le ofreció su mano al menor, quien la miro con desconfianza.

-Vamos, ¿qué no sabes saludar a un nuevo amigo?-

Enseñándole de mi dolor (Geno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora