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—Entonces, ¿No recuerdas nada?, ¿Ni siquiera nosotros?— preguntó la rubia, su tono de voz demostraba cierta inquietud, ella era la que no quería tragarse esa absurda mentira, sentía que caía en las redes de una mala broma que jugaba Hiro. Al fin y al cabo seguía siendo un menor y un infante que podía hacer travesuras a su antojó.

—N-No, oigan, realmente lo lamento, ¿Si?— habló, su entrecejo estaba algo fruncido, haciendo que en su semblante se viera la preocupación, paseo su mirada a los presentes —solo me recuerdo a mi mismo y…— continúo, esta vez observaba con detenimiento ambas manos, afrontando una con otra, sintiéndose culpable de algo que estaba causando… sufrimiento.

La habitación en la que se encontraban quedó en un silencio que parecía ser infinito, nadie hablaba, solo se regalaban miradas aunque cierto mexicano tenía la cabeza gacha. Sentir sus palpitar es detenerse cada cinco segundos en un lento ritmo, seguido del sofocante nudo en medio de su garganta que apretaba e impedía el fácil acceso al oxígeno y pasar a sus pulmones, para él, dicha situación se le volvía difícil, no sabía como tratar a Hiro.

Antes podía platicar por horas, sin descanso con el nipón, eran horas llenas de habladuría sin sentido, risas y sonrojos de por medio con la intromisión de unos cuantos besos entre las miradas que brillaban con el hecho de ver uno al otro.

El ambiente era cómodo, sentir un silencio cómodo en donde solo hablaba el aire y hacían conectes entre ambos cerebros, a pesar de lo distintos que llegasen a ser, podían complementarse, ser la última pieza de su propio rompecabezas… pero, mas sin en cambio y ahora… todo era lo contrario a lo que hoy en día era, como el silencio entre el Rivera y el Hamada era completamente incomodo, las miradas ya no tenían ciertas características brillantes y ambos que estaban acoplado a estar juntos, se estaba terminando como la leve brisa que sentías a rato de un día de verano.

Se escuchó el arrastre de una silla, el pequeño Hamada se sentía incómodo, sabia que era falta de respeto hacer eso pero ¿Como zafarse de esta situación? No lo sabia y solo optaba por retirarse a su habitación.

El mexicano siguió con la mirada al Hamada, sentía de nuevo su corazón palpitar con levedad y el ritmo disminuía, escuchando cada paso que daba Hiro para retirarse.

Sintió una mano sobre su hombro, dándole cierta sensación reconfortante, miro a su lado a la pelinegra que le regalaba una sonrisa leve. Rivera, solo le devolvió la sonrisa con desgano pero cierto agradecimientos, volvió su mirada al suelo. ¿Como hacer que el amor de su vida recordará?

—Esto realmente duele…— susurró con dolor, la lágrimas amenazaban de nuevo y su voz se quebraba, pequeños sollozos salieron de su boca.

Nadie de los presentes podía moverse, era verdad lo que decía el moreno, dolía que el pequeño Hamada no recordará nada.

—Si tan solo hubiera algo realmente mágico para regresar la memoria a Hiro— habló por primera vez el rubio de gorra verde con pesadez y tristeza en su tono de voz.

¿Algo mágico? o mejor dicho, algo significativo.

Miguel levanto un poco la cabeza, dejando que su cerebro trabajase en una solución y analizará mejor aquella oración.

—algo mágico…— susurró y se dio cuenta de lo que significaba al fin. ¡Eso era! —¡Si! ¡Ya sé que tenemos que hacer!— la alegría del mexicas desbordó después de su descubrimiento.

Podría sonar como aquellas historias llenas de fantasía, pero por algo se intentaba…

—Hay que buscar algo realmente significativo para Hiro, ¡Con eso sus memorias volverán!— la mirada de Miguel era brillante.

Todos los presentes pensaron detenidamente aquella solución de Miguel, se miraron unos a otros y se sonrieron.

—¡Pero claro! Podría funcionar— siguió la ola de emoción Honey, acomodando sus lentes y sonriendo a los presentes.

—pero tendriamos en encontrar lo más significativo para Hiro…— habló ahora Wasabi, quien veía con duda a los demás.

—¡Lo encontraremos! Si estamos juntos y nos apoyamos unos con otros— aludo Miguel con esperanza en su mirar y palabras —No importa si tardamos, tenemos que hacer que Hiro regrese…— concluyó, pensando que su idea tan repentina fuera la más estúpida que hubiera dicho.

—¡Si hay que hacerlo!— apoyo Fred con una pose muy estilo de súper héroe.

Y así comenzaría la búsqueda, sin importar que tanto se tarden en encontrar aquello que era especial y de suma importancia para Hiro

Lo encontrarían y Hiro regresaría.

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora