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La incomodidad del mexicano era notoria, pero pasaba desapercibido por el joven de rasgos asiáticos, siendo así que dicho mexicano sintiera un gran manojo de nervios por el silencio en aquella noche.

Habían acudido a un pequeño café cerca de donde el azabache había hablado con el mexicano para hablar sobre algo, pero solo se encontraban en dicho café. Hiro con una malteada de fresa frente suyo, admirando las decoraciones un tanto sencillas a dicho batido, mientras que Miguel prefirió el de vainilla con una pequeña galleta que pidió incluyente en su bebida.

El moreno lo había tomado entre sus manos y había bebido de la pajilla bicolor, mientras llevaba la mitad de su batido de vainilla, seguía mirando al joven asiático que quedaba estático y penetraba su mirada en lo que había pedido.

Hiro poco a poco sentía dicha tensión en el ambiente que; claramente, Miguel si podía sentir desde su llegada en dicho café, inclusive cuando la amable camarera les atendía, juraba que ella también sentía dicha tensión y trataba de sacar una sonrisa, aunque fuese forzada, pues al final no era su incumbencia el por que de dicha tensión entre ambos chicos.

— Eh, Hiro, ¿De qué...? — pero fue interrumpido por el nombrado, quitándole la palabra al moreno que quería no hacer más tensión.

— Te recuerdo...— soltó sin rodeo alguno — pero no por completo, aún me faltan piezas que acomodar, por que...— paró, dejando a un aturdido Miguel, tenía que ser un poco más precavido con decir todo de golpe y dejar que el mexicano procesará un poco de la información — apenas recuerdo mi estadía en Santa Cecilia gracias a las fotografías que Honey me dio — concluyó, viendo a un asombrado Miguel, que estaba a nada de que su quijada tocará el suelo, claro si solo fuera algo irreal su vida.

El silencio volvió a reinar en aquella mesa, en donde un moreno procesaba cada palabra, cada silaba y letra, que había soltado el joven Hamada de golpe.

¿Era verdad?, ¿Era completamente real aquella situación que informaba el chinito bonito?...

Por favor dios, rogaba por que no fuera un simple sueño y que al despertar se enterará que su chinito no recordaba nada...

Hiro supo que era mejor regresar a Miguel a "tierra" y "plantar sus pies" sobre esta. Acercó su mano, chasqueando entre ellas enfrente de la cara de Miguel.

— ¡Hey, Miguel! — chasqueo otro par de veces sus dedos, hasta que notó como Miguel parpadeaba, algo que hizo suspirar de alivio al Hamada menor — Al fin, pensé que te largarías a otro sector lejos de tierra — bromeó un poco, pero no se esperó con que Miguel rápidamente se acercará a él y lo abrazara con tal fuerza; claramente sin lastimarlo, y demostrar lo feliz que estaba por haberse enterado de dicha noticia.

Hiro comenzaba a sentir ese sentimiento olvidado.

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