tres; despertarlo.

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Where are you now that I need you? —Canto de manera muy desafinada, que a pesar de que lo sé, no lo evito. Me callo cuando Sophie Zabini, una de mis mejores amigas, me tira una almohada a la cara.

—¿Estás consciente —pregunta, aún adormilada— de que son las cinco de la madrugada y estás cantando algo de Justin Bieber? —Su cara luce unas ojeras no tan marcadas, pero de todos modos parece tener ganas de matarme.

—Estoy muy consciente de lo que hago —contesto, guiñándole un ojo, a lo que ella gruñe—..., o al menos la mayoría del tiempo.

—Entonces —Se empieza a levantar, resignada de que la desperté—, ¿qué vas a hacer, ó a dónde vas? —Sophie es astuta, me conoce bastante y sabe que yo no me levanto hasta cinco minutos antes de empezar la primera clase del día.

—Voy a comenzar con el tercer paso del plan del que te hablé. —Sentía mis mejillas adquirir calor, por lo que Sophie apretó mis cachetes.

—En ese caso, ¿qué esperas? —palmeó mi cabeza dos veces, cual perro—, ve por tu bombón.

—¿Me estás corriendo? —pregunto, ya que estoy siendo empujada por los hombros, mientras me da una que otra nalgada en mi algo plano trasero.

—Sí, te acabo de correr. —responde y de inmediato cierra la puerta en mi nariz.

¡Qué maleducada!

Bajo las escaleras como alma que lleva Voldemort y salgo de mi sala común. Siempre he sido muy torpe, así que intento no caerme y despertar a todo Hogwarts con mi ruido.

Debido a la hora no hay alumnos ni profesores y eso es perfecto, me sirve para lo que planeo hacer. Creo que los máximos que podrían estar despiertos, son Neville Longbottom, el profesor de herbología, y el profesor de pociones, Alexander Nott, que también es el novio de mi prima Dominique Weasley.

Me dirijo a la sala común de las serpientes y ruego porque no haya ningún profesor haciendo ronda por esos lados. Siempre hacen más rondas por ahí que por otros lugares. Las mazmorras son muy frías, por lo que agradezco haber traído un suéter conmigo.

—Amortentia. —recito la contraseña que dijo Scorpius ayer, y luego de unos segundos ya me encuentro dentro de esa verdosa habitación.

Subo los escalones que dan a los dormitorios de los hombres y busco con la mirada la puerta de la habitación de Albus y Scorpius. No es difícil dar con ella porque es la segunda a la derecha.

—Alohomora. —hechizo el manojo de la puerta y enseguida escucho el click que me indica que funcionó.

Con lentitud abro sólo un poco y asomo primero mi cabeza, no quiero encontrarme con mi hermano y alguna chica; quedaría traumatizada de por vida. Luego de verificar que solo estén ellos dos y agradecerle a Merlín por esa maravilla, abro la puerta por completo y paso.

Me acerco a la cama de el amor de mi vida, caminando en cuclillas. Me siento a un lado de sus pies y lo observo. De verdad que aún no comprendo como es tan perfecto.

Su cabello rubio cae delicadamente sobre su frente, lisa y con pocas imperfecciones. Sus largas pestañas rozan sus pómulos. Se ve tan tranquilo así dormido, que casi me arrepiento de lo que pienso hacer. Casi.

Conjuro un Muffliato y llevo mi boca a su oído. Creo que me va a detestar después de esto, pero merezco un poco de diversión después de todo.

—¡Se cae Hogwarts! —grito tan fuerte como mis pulmones lo permiten. Repito, mi boca está en su oído.

Su reacción no es la que esperaba, porque no hay reacción. Sigue dormido. Se puede hacer pasar por un Weasley si duerme de esa manera, que me recuerda a mi no tan querido tío Ron.

fall in love ⋆ scorly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora