cuatro; robarle la comida.

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Catorce de febrero, un día muy esperado por muchos y detestado por otros. Yo me incluyo en el último grupo, no porque odie el amor o algo parecido, al contrario, me encantanta todo ése tema; la única razón de mi desagrado es lo que conlleva ese día: cartas de admiradores, las cuales son recibidas por cada miembro de la familia Weasley.

Todavía recuerdo mi primer San Valentín en Hogwarts. Estaba en primer curso y miles de lechuzas se pararon cerca de mi plato, dejando sobres, unos más vergonzosos que otros. Mi regazo quedó lleno de cartas extravagantes.

Entro al Gran Comedor para tomar mi desayuno, observando las decoraciones rosas y rojas que están por todo el lugar. Es cursi, y hasta tonto, pero a los maestros les hace gracia colocar las guirnaldas de esta forma.

Me dirijo a la mesa Gryffindor, donde todos están muy alocados, haciendo bromas y gritando, lo normal. No puedo evitar sorprenderme al ver dos cabelleras que me son muy conocidas. ¡Albus y Scorpius están ahí!

Veo a mi hermano y luego a Malfoy, dándome cuenta de la gran diferencia entre ellos: Scorpius luce cohibido, quizás incómodo e intimidado; mientras que Albus no deja de hablar y reír.

Una sonrisa maliciosa sale de mis labios al momento en el que camino hacia su asiento. Decido divertirme un rato, asustándolo, por lo que pongo mis labios cerca de su oreja derecha, y grito tan alto como puedo.

—¡Lily! —exclama, casi regañándome. Su cara está más pálida de lo usual, sin embargo sonríe de esa manera tan preciosa que sólo él conoce—, no vuelvas a hacer eso. Casi me das un paro cardíaco. —agrega. Me doy cuenta de que ya me habla con más confianza, lo cual me alegra al instante.

Me disculpo mientras tomo asiento a su lado, saludando de paso a mis amigos y primos. Mi estómago lanza un rugido, como si tuviera un monstruo pidiendo comida, así que sin vacilar tomo un emparedado con chocolate del plato de mi rubio favorito, importándome poco si no quería compartir.

—Hey —protesta, frunciendo el ceño—, consíguete tu propio desayuno. —Quiso parecer enfadado, mas su creciente sonrisa delata que la situación sólo se le hace divertida.

—Eso hice. —respondo con coquetería, mordiendo la tostada realmente muy cerca de su cara.

Muy bien, no tengo ni la menor idea de porqué rayos hice éso. Me refiero a que a pesar de que intento actuar como si esto no me importara, estoy muriendo de nervios y eso no es algo bueno, ya que cuando mis emociones se mezclan termino haciendo un desastre.

Justo como ahora.

Estamos frente a frente. Puedo apreciar hasta los más pequeños detalles en los ojos de Scorpius; esa fusión de gris y azul me vuelve loca. Sin pensar demasiado bajo mi mirada a su boca. Su labio inferior es apresado por sus dientes cubiertos de brackets. Se me escapa el aire de los pulmones al notar que él también ve mi boca.

—¡Scorpius! —exclamó una voz femenina de repente, rompiendo la atmósfera que habíamos creado. Con pesar, el aludido se separó y vio de donde salía la voz.

—Camille —dijo Scor con desgana—, ¿por qué no estás en clases? —preguntó, forzando una sonrisa.

Camille Goyle, una chica agradable y muy inteligente, pero con una jodida obsesión hacia Scorpius. No me molesta, ni incomoda, pero a veces es un tanto pesada.

—Vine a despedirme, mi familia se va a mudar a Francia —contestó Camille con un gesto triste. Al parecer soy invisible porque desde que llegó no me ha dado ni una mirada, genial. Ella hace el amago de sentarse el las piernas de Malfoy, pero él la empuja con cuidado—. Deja que me siente, Scorpie, ¿o por qué no quieres?

—Pues porque. —El rubio deja la frase al aire. Me mira, y sus ojos me gritan ayuda.

Decido actuar y sacarlo de esto con lo más eficaz que conozco y que en parte también me ayudará a mí, soy una genia.

—Porque soy su novia y eso me molesta. —intervine, tomando la mano de Scorpius y entrelanzándola con la mía.

Él me jaló y me sentó en su regazo, bajo la mirada sorprendida de Camille. Aprovecho un poco y recuesto mi espalda en su pecho. Ah, es tan cómodo estar así.

Gracias a Merlín que ya el Gran Comedor está vacío, si no, mi supuesto novio ya estaría con un ojo morado.

Puso sus manos alrededor de mi cintura y le dio un beso a mi cuello, haciendo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral.

—Te agradecería —comenzó, viendo a Camille— que dejaras de hacer esas cosas, ya que, como vez, tengo novia, Camille.

Ella sólo se fue de ahí con la cara roja y dando un asentimiento.

Una vez Camille está fuera de nuestro rango de visión, empezamos a reír. Seguimos con las manos entrelazadas, al parecer él no se da cuenta, y si lo notó no ha dicho nada.

—Y así es como se deshace de las admiradoras. —comento con voz graciosa y haciendo gestos, sólo para escuchar la hermosa risa de Scorpius por un tiempo más.

—¿Te gustaría pasear por el castillo?, ya todos entraron a clases. —invita el rubio. Yo muevo mi cabeza para confirmar, y él se levanta de un salto, y como aun mantenemos las manos unidas, me jala un poco hacia su cuerpo. Ahí ambos nos volvemos unos tomates con cabello. Scorpius suelta mi mano, disculpándose en murmullos. Está avergonzado, es tierno.

¡En estos instantes es que me estoy dando cuenta de que estuve a punto de besarme con Scorpius y Camille nos interrumpió!

Estúpida mi beso, idiota.

Scorpius es realmente divertido y espontáneo, por lo que nuestras risotadas se escuchan por todo el pasillo. Me estaba contando que pronto le quitarían los brackets y que esperaba no verse como un ogro. Me contuve de decirle que él nunca se verá mal, ya que no quiero poner el ambiente incómodo.

Paramos de hablar cuando escuchamos unas pisadas muy cerca de nosotros.

—¿Quién está ahí? —Marcus Griffin, el conserje, que según papá es tan irritante como el anterior, aunque yo nunca lo conocí. Siempre está detrás de todos los alumnos que se saltan las clases, sin embargo casi nunca los atrapa.

—Corre. —Le ordeno al rubio, quien está con sus lindos ojos muy abiertos. Yo he pasado por esta situación un par de veces, así que tengo una idea de lo que hay que hacer.

Scorpius asintió a lo que indiqué y después de haber tomado mi mano salimos corriendo, buscando un lugar para escondernos.

Decidimos ir a la sala de los menesteres, en donde a penas cerramos la puerta, nos tiramos a reír casi con histeria.

Definitivamente amo pasar tiempo con Scorpius.

fall in love ⋆ scorly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora