epílogo

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Dos años después...

Abrí los ojos, estirándome como pude. Hice un puchero al ver que Paulo no estaba a mi lado en la cama, pero un exquisito olor inundó mis fosas nasales y en mi actual situación, el antojo y el hambre se hacían más fuertes.

Me puse de pie, caminé por el pasillo y bajé las escaleras. 

-Pero que rico huele... -respiré profundo, llegué a su lado y él se dio la vuelta sonriente.

-Buenos días, hermosas. -besó mis labios con delicadeza y luego se agachó a depositar un corto beso en mi barriga, donde se encontraba nuestra primera hija, Valeria.

Hace nueve meses me habían dado la preciosa noticia de que Paulo y yo seríamos padres, ninguno de los dos nos lo esperábamos  ya que siempre usábamos protección pero al descubrir que tendríamos una hija, no hubo ningún problema y yo no tarde menos de 5 segundos para contarle a mi prometido.

Poco después de la gran noche de la final, volví a mudarme a Italia pero esta vez definitivo y unos meses después Paulo me llevó a Venecia donde me pidió matrimonio en una de esas preciosas góndolas.

Hasta el día de hoy, Paulo y yo hemos vivido como cualquier pareja lo hace, siempre teníamos nuestros momentos y sobretodo yo con mis humores por el embarazo

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Hasta el día de hoy, Paulo y yo hemos vivido como cualquier pareja lo hace, siempre teníamos nuestros momentos y sobretodo yo con mis humores por el embarazo. Ya en cualquier momento nacería nuestra preciosa y yo no podía estar más emocionada. 

-¿Qué nos hiciste? -me senté en la silla y Paulo colocó el plato frente mío.

-Mi especialidad. -se sentó al frente mío y ambos comenzamos a comer.

-No quiero que empiece la temporada. -hice un puchero.- Me encanta tenerte aquí conmigo todos los días. -Paulo me vio con una sonrisa.

-No pensés en eso, aprovechemos el momento que tenemos ahora. -asentí y ambos terminamos de comer.

-¿Quieres que vaya al supermercado? -ofreció y yo asentí sonriente.- ¿Querés venir? -se colocó los zapatos y me vio interrogante.

-Me estoy sintiendo un poco mal. Tú ve, yo voy a recostarme un rato. 

-Mejor lo pedimos a domicilio, no quiero dejarte sola. -se acercó a mí y posó sus manos en mis mejillas. Yo coloqué mis manos encima de las suyas y le sonreí. 

-En serio, no es nada de que preocuparse. -insistí, pero la verdad era que este dolor era algo diferente a lo que he sentido durante todo mi embarazo. 

-Bueno. Voy a tratar de apurarme para llegar pronto. -besó mis labios cortamente y se separó sonriente.- Te amo. 

-Te amo, Paulo. -se marchó y yo fui como pude a acostarme en el sofá porque no tenía fuerzas para subir las escaleras. 

Prendí la tele y empecé a ver la mitad de un episodio de Criminal Minds, tratando de ignorar el dolor que sentía. 

Cuando salieron los créditos, estaba dispuesta a ponerme de pie e ir a tomar un vaso de agua pero al sentir mis piernas mojadas, casi me desmayo. 

-No, no, no. -me senté tratando de analizar todo. Lo gracioso era que Paulo y yo teníamos este momento preparado de inicio a fin pero en ningún momento acordamos que él estaría fuera de casa cuando sucediera. 

Oh, Valeria, no podías esperar unos minutos más, después de que llegara tu papá.

Respiré profundo y busqué mi móvil por los cojines del sofá, desesperada de no encontrarlo, me levanté y busqué el teléfono en la mesa y ahí se encontraba. 

Marqué el número de Paulo y luego de tres repiques, contestó. 

-Ya sé, Gigi, no se me va a olvidar tu Nutella. -fue lo primero que dijo al responder. 

-Paulo, ya viene. Valeria ya viene. -dije respirando fuertemente. 

-¿Qué? Oh no, Giselle, tuve que ir al supermercado que está lejos porque el cercano estaba cerrado. -mordí mi labio ya desesperada y giré mi cabeza, posando mi vista en las llaves de mi coche. 

-Iré yo. La clínica no está muy lejos, te espero allá. Paulo, el bolso con las cosas de Valeria están en la parte trasera de tu coche, que no se te olviden. -caminé hacia el garaje. Abrí la puerta del coche y me subí. 

-No, Giselle. Esperáme ahí, ya voy saliendo para allá. -ya montada y con el motor encendido, cerré la puerta.

-Lo siento, Paulo, pero no puedo esperar 30 minutos. Nos vemos allá, por favor, apúrate. Si tenemos suerte, llegas antes ya que la clínica te queda más cerca. Te amo, nos vemos. -colgué el móvil y lo tiré en en asiento del copiloto. 

Después de unos eternos minutos, logré estacionarme en la parte de emergencias y me bajé corriendo del coche. Entré y como era de esperarse, me atendieron rápidamente, y lo siguiente que sé, estoy en la sala de partos, gritando cada 3 segundos por mi prometido.

-¡Debo esperarlo! -exclamé entre lágrimas.

-No podemos esperar más, señorita Alarcón. -me dijo la única enfermera que sabía hablar español. Cerré los ojos con fuerza, echando la cabeza para atrás, deseando que Paulo lograra llegar. 

-Il padre è arrivato. -abrí los ojos por curiosidad al escuchar esas palabras y me encontré con sus bellos ojos verdes mirándome preocupado. 

-¡Paulo, llegaste! -se acercó a mí y besó mi frente. 

-Gracias por esperar. -tomó mi mano y yo la apreté fuertemente. 

-¿Lista? -la enfermera me vio esperando mi respuesta con una sonrisa y yo asentí. 

Tomé una gran bocanada de aire y pujé con todas mis fuerzas, al escuchar por primera vez el llanto de mi bebé, solté todo el aire que tenía contenido en mis pulmones. 

-Felicidades, es una niña sana. -la amable enfermera me entregó a mi querida hija y la acuné en mis brazos. Podía sentir la respiración de Paulo en mi cuello y giré un poco la cabeza para verlo, sus ojos estaban iluminados mientras veía a la bebé con una gran sonrisa en su cara. 

-Es hermosa. -se acercó y depositó un beso en su pequeña frente mientras yo veía la escena con lágrimas en los ojos.- Gracias. -esta vez me miró a mí.

-¿Por qué? -cuestioné.

-Por darme la mejor vida de todas, por aceptar estar a mi lado y por darme la hija más preciosa del universo. -sonreí enternecida y se acercó a mí para besarme. 

-Te amo como no tienes idea, Paulo. 

-Y yo te amo a ti. Mirála que hermosa es, nuestra pequeña Valeria. 

Cerré los ojos agradecida al mundo por otorgarme esta grandiosa vida que nunca la vi venir, estaba con el hombre que amaba y ahora, con mi pequeña Valeria Dybala Alarcón, que protegería como a nadie más en el mundo. 

Ahora tenía mi propia familia. 





Rivals // Paulo Dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora