Capítulo 8: Una sentencia a la esperanza.

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Chitose era consciente de que debía marcharse de allí. No solo por querer dejar a Kyoko y Ayano a solas, sino también por su propia seguridad. Una vez detenida la hemorragia, consiguió salir por su propio pié de la sala del consejo y dirigirse a cualquier lugar mientras sus compañeras se despedían.

—Ten más cuidado la próxima vez, Toshino Kyoko —decía Ayano, mientras volvía a cerrar la puerta de la sala.

''Qué tranquila debe ser la vida de mi otra yo en la dimensión 6L...'', pensó Ayano, recordando a aquella Chitose adulta que no fantaseaba.

—Jeje... Pensé que no se daría cuenta... —dijo la chica rubia, con notable cansancio por el breve momento de tensión anterior.

—Ella siempre se dará cuenta... —respondió la vicepresidenta, para después dar un gran suspiro—. Como si no la conocieras ya...

—Increíble. Debería trabajar como agente secreto o algo así cuando se haga mayor, se le daría bien.

''Ya lo hace, en realidad...'', contestó para sí misma Ayano, mientras volvía a ocupar su asiento.

—Por cierto, Ayano... No es necesario que me llames por mi nombre completo, puedes decirme ''Kyoko''.

—¡¿Eh?! N-no hace falta...

—¡Oh, vamos! Nadie llama a su amorcito por su nombre completo~

—¡¿Cómo que ''amorcito''?! —Ayano no pudo evitar sonrojarse al escucharlo.

—Vamos, Ayano, inténtalo~

La vicepresidenta intentó mantener la compostura, pero inmediatamente se rindió dando un suspiro. La chica rubia tenía razón, lo normal es que acabara acostumbrándose a llamarla solo por su nombre.

—K-Kyo... K-K-Kyo...- comenzó Ayano.

—¿''Kyo''? —Kyoko la miraba sorprendida por el esfuerzo que le suponía algo tan sencillo.

—K-Kyo... —siguió Ayano.

—¿Kyomori?

—¿Qué?

—¿Eh?

—¿Qué dices?

—No sé.

—Mejor déjate de tonterías y vete a casa —dijo finalmente Ayano—. Voy a tener bastante trabajo hoy y no quiero que llegues tarde por estar aquí conmigo.

—Está bien... —contestó Kyoko con pesadez—. Mañana nos vemos, Ayano.

Kyoko se dio la vuelta para dirigirse a la puerta del consejo y enseguida notó cómo Ayano sujetaba la manga de su uniforme para detenerla.

—¿Qué ocurre, Ayano? —preguntó extrañada la chica rubia, volviendo la vista atrás.

—¿N-no... me das un b-beso?

Los ojos de Kyoko parecieron iluminarse al oír aquello. Realmente le sorprendía que Ayano estuviera dispuesta a pedirle muestras de cariño de forma tan directa. Por su parte, el rostro de la joven vicepresidenta se enrojecía por completo, evitando que su mirada se encontrara con la de su compañera.

—Perdona, Ayano —se acercó Kyoko, encontrando así los ojos de la chica de la coleta—. Pensé que no querías.

—Q-que no te lo pida no quiere decir que no quiera...

La chica rubia le sonrió con ternura. Pocas veces podía sentir esa sinceridad en las palabras de Ayano. Con una de sus manos sujetó su rostro y la besó con delicadeza hasta que su pareja quisiera interrumpirla, pero, muy lejos de ese hecho, Ayano extendió sus brazos hasta llegar a los cabellos rubios de Kyoko y enredó sus dedos para evitar ser separada de sus labios. Casi no era capaz de controlar sus emociones cada vez que su piel hacía contacto con la de ella, para Ayano era una hermosa adicción a sus encantos.

Yuru Yuri DimensiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora