Capítulo especial 4: Coleccionando momentos.

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Aquel enorme salón era cálido y confortable, y los tímidos rayos de sol se adentraban en la residencia a través de uno de los balcones. La primavera se alzaba aquel día en toda su plenitud.

Varios meses después de la resolución de la misión con la D21A, Saki jugaba tranquila sobre la suave alfombra de la casa de sus tías postizas, Yui y Chinatsu. Sus madres tenían una importante comida de empresa por parte de Ayano, y decidieron pedirles a dos de sus amigas de confianza el favor de quedarse con la pequeña mientras estaban fuera.

Yui se encargó de echarle un ojo a la hija de su mejor amiga a la vez que leía una revista en el cómodo sofá de su salón, donde podía tener a Saki a un par de metros por si necesitaba de su atención. Chinatsu, por su parte, se encontraba en la mesa del comedor tecleando en su ordenador portátil registros de pruebas de laboratorio ya finalizadas por ella y Akari. Aunque su embarazo estuviera ya bastante avanzado, quería seguir sirviendo de ayuda en todo lo que le fuera posible hasta el día en el que tuviera que dar a luz.

—Tía Yui —la llamó la pequeña chica rubia, a lo que Yui dejó de leer y la miró.

—¿Qué ocurre, Saki-chan? —dijo Yui, acercándose a ella—. ¿Quieres que juegue contigo?

—¡Sí! —sonrió feliz la pequeña. Acto seguido, le dio un juguete a su nueva compañera de juegos. Yui lo recibió con mucho gusto—. Éste tú.

—Es increíble lo rápido que Saki-chan progresa hablando, ¿verdad? —apreció Chinatsu, desde su posición—. Cada vez pronuncia mejor.

—Kyoko está siempre que puede hablando con ella y enseñándole palabras nuevas —explicó Yui, sentada en la alfombra junto a Saki—, reconozco que está haciendo un buen trabajo.

—¡Ron con pasas! —dijo la pequeña, para asombro de las dos adultas allí presentes.

—Sí... Kyoko-senpai está haciendo muy buen trabajo... —comentó Chinatsu, irónicamente. Sabía que solo a Kyoko se le ocurriría enseñarle a decir eso—. Espero que no le enseñe también a cómo robar pudin a los demás...

—No exageres, Chinatsu-chan —respondió Yui, entre risas—, Kyoko tiene a Saki-chan muy bien educada. Además, a estas edades se repite todo lo que se escucha.

Chinatsu-chan se levantó como pudo de su silla y corrió no muy deprisa, debido a su embarazo, a donde jugaban su esposa y la pequeña. Con semblante serio, se dirigió directamente a la chica rubia.

—¡Saki-chan! —la llamó Chinatsu, alterada—. ¡Nunca seas como Kyoko-senpai!

—¿Mami? —dijo una confundida Saki, mientras miraba con asombro a su tía Chinatsu.

...

Ayano y Kyoko salían en ese momento del parking privado del restaurante. Después de una buena comida y muchas risas entre colegas de la profesión, habían decidido que era el momento de retirarse e ir a recoger a su hija. Kyoko se ofreció a conducir el oscuro y elegante automóvil que poseían y Ayano ocupó el asiento del copiloto, mientras disfrutaba de viaje por carretera.

—Oye, Ayano... —habló Kyoko, sin mucho ánimo mientras conducía—. Sé que no es agradable recordar lo que sucedió hace unos meses y todos los problemas con aquella misión de Yui y Chitose, pero... sentí que quería preguntarte algo.

—¿Y qué es? —preguntó Ayano, girando su rostro para mirar a Kyoko directamente. Ella ya estaba acostumbrada a saber de fracturas dimensionales o problemas de conexión, pero para la mangaka era todo un universo por descubrir.

—La noche que desaparecí... —realmente Kyoko no comenzaba con el mejor recuerdo posible, pero se mantuvo firme—, ¿qué pensabas cuando veías que... me iba de tu vida?

Yuru Yuri DimensiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora