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-Rufina –habló Eugenia- te dije que tenes que preguntar primero –hizo puchero- podes meterte en problema señorita –me miró

-Perdón tía –y comenzó a llorar- yo... pensé que... que... te gustaría... tener... una foto con Pitt –me paré y la tomé en brazos-

-Tranquila mi amor –la abracé y escondió su carita en mi cuello- no me molesta, si quieres puedo colocarla en un marco para mi pieza –me miró secando sus lágrimas- ¿pasó la pena? –asintió –

Peter se alejó toda la tarde de mí, si iba donde mi hermano ponía la excusa de jugar con los chicos o cualquier MENTIRA, debería estar feliz era lo que quería ¿no? Pero me sentía pésimo que lo hiciera no lo podía negar.

-Peter –lo llamé, esperé que todos entraran para hablarle

-¿Pasó algo? –Preguntó más de un metro lejos de mí-

-Pregunto lo mismo –miró el piso- lo de la mesa me sorprendió pero no pienses que... -¿Qué le decía? –Que estoy enojada –me miró- sólo que fue muy sorpresivo para mí –caminé un poco para verlo mejor- está todo bien –sonreí-

-¿Segura? –Asentí- ¿te puedo abrazar? Es como poner una bandera blanca ¿no? –Reí- dale ¿puedo? –asentí se acercó de apoco y me abrazó- se siente bien –lo miré- ¿usaste protector solar?

-¿Por qué? –pregunté-

-Tu espalda arde un montón –traté de mirar lo poco que veía supe que tendría una pésima noche-

-Tengo algo para aliviar, ¿queres que te ponga un poco? –Lo miré y rió- o le digo a la china si...

-Anda a buscarlo –sonrió- te espero –corrió como un niño por el pasillo de la casa-

Camine un poco y me senté en las sillas largas que tenían al lado de la piscina, cerré los ojos y comencé a imaginarme con mi hija disfrutando esté día, como correría por este gran patio, estaba completamente segura que con Rufi serían grandes amigas, fue inevitable no ponerme a llorar aún no entendía porque la vida me la había quitado tan pronto, fui madre joven pero nunca me arrepentí, mientras todos decían que me había arruinado la vida para mí era la mejor bendición del mundo sobre todo al lado del hombre que amaba.

-La- No respondí para que no se diera cuenta que estaba llorando - ¿estás bien? –Cerré los ojos y sentí que se había sentado – Hey – secó una lágrima y lo miré - ¿te duele mucho? –negué -

-Sólo estaba recordando un poco –asintió- ¿arde? –

-Es muy refrescante –asentí- no es que quiera aprovecharme de vos... pero... -reí de lo nervioso que se puso- vos... puedo... -solté una carcajada-

-Dale –sonreí-

-Necesito... despegar bien la espalda... entonces... ¿puedo desabrochar la parte de arriba? –Dejé se sonreír- pero si no queres...

-Espero que no abuses de mí –Río nervioso - ¿Lo haces tú? –asintió, cuando sentí su mano en mi espalda rápidamente sentí una electricidad en todo mi cuerpo, cada toque que me daba sentía algo y estaba completamente SEGURA que no era por estar quemada-

-Tenes que ponerte varias veces al día, mínimo 3 veces –asentí me iba a parar- ¡NO! –Gritó- tenes que abrocharte la parte de arriba –me ruboricé rápidamente –

-Perdón –Dije, traté de hacerlo yo misma pero no podía con la posición que estaba - ¿Puedes hacer lo tú? –pregunté y asintió-

-Decime si te lastimo ¿sí? –Asentí- listo –Dijo y me levanté de apoco –

-¿Cuánto te debo? –Río- ¿No quieres que te coloque un poco? –Me miró sorprendido-

-¿Es broma? –Negué- dale –dijo sonriendo sacándose la polera tenía un CUERPAZO ¡mierda! sacudí mi cabeza alejando esos pensamientos- ¿Estás bien? –asentí-

Me levanté para que pudiera acostarse, tenía una espalda bien trabajada, mis manos tan pequeña cubría súper poco tenía harto "trabajo"

-Me quemaré más seguido –Dijo cuándo se puso la polera- ¿Nunca pensaste en ser masajista? –reí- deberías reír más seguido –miré mis pies- eres hermosa La –Pasó por mi lado y se fue dejándome sola con un millón de sensaciones nuevas...-


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