II.

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No quería esperar más, no querían. El mayor se deslizó por el cuello del pecoso, bajándole los shorts otra vez, dejando a la vista su erección que estaba tomando forma nuevamente, lo tomó de la cintura para dejarlo bocabajo de la cama, Midoriya entendió lo que quería hacer, se acomodó por su cuenta, dejando a la vista su parte posterior a la visual del rubio cenizo. Este, concentrado a más no poder, tomó la pequeña botella para untarse un poco del contenido en su mano derecha, untarlo, y entretanto, apretar la piel y todo ese sector voluptuoso que rodeaba el sector.


—Si te duele, no te muevas— le dijo Katsuki mientras rozaba la entrada de su compañero —La entrada es lo que más jode al principio, pero después se pasa.

Midoriya incrédulo, nervioso y avergonzado lo escuchaba. — ¿C-cómo sabes eso?

— ¡Porque investigué en internet idiota!— replicó con molestia — ¿Qué pensabas?— pasó su brazo por él estómago del menor, tomándolo por sorpresa y dejándolo apoyado de las rodillas y manos, ósea, en cuatro.

— ¡N-nada!— le respondía mientras analizaba en la posición que quedó, totalmente ruborizado. — ¿Tengo que quedarme así?

—Sí, así mis dedos entran mejor.

— ¿¡Tus dedos!?


—Deku, deja de hacerte el estúpido, no es como el los vídeos porno— decía el mayor pasándose el líquido por sus dedos, ya lo suficientemente lubricados para entrar —Hay que ampliar el área, de lo contrario te dolerá como la mierda y lo más probable es que llores— se percató que Midoriya tenía la mirada hacia el frente, en silencio, se acercó con duda, verificando si sus sospechas eran ciertas, efectivamente lo eran, al observar esos ojos esmeraldas cubiertos de lágrimas.





—Bueno, ya lo estás haciendo, pero igual te dolerá un culo si no lo hago así que deja de lloriquear, bastardo.

—L-lo siento— se disculpó con la voz apagada, cabizbajo. Katsuki ante la réplica bufó y volvió a acercarse al rostro del pecoso, mirarlo con serenidad y proporcionarle un pequeño beso en la frente.

— ¿Quieres hacerlo?— preguntó casi susurrando, y con ganas de morderle las mejillas. El menor abrió sus párpados sintiendo como los nervios se movían por todas sus extremidades. Sonrió, no podía detenerse aquí, no quería, lo había deseado hace tanto.

—Si quiero, Kacchan— replicó con una sonrisa que irradiaba tranquilidad, como siempre, concluía el mayor, le rozó los labios y volvió a donde estaba hace un rato, para acercarse a ese acto que añoraban hace tanto.





Pasó levemente sus dedos por la entrada, humedeciendo casi todo el perímetro, y acariciando cada lugar que estuviera a su alcance y fuera de Izuku, lo tocaba sin indicios de querer detenerse, y se notaba muchísimo. Con la otra mano se acercó al órgano viril del menor, para masajearlo y masturbarlo otra vez, se había bajado, y por ningún motivo podía quedarse así. El suyo también estaba menos duro que antes, le hacía falta contacto, pero palpando y toqueteando la voluptuosa zona de Midoriya se endureció con rapidez. Era una lucha de tensión extrema entre sus deseos carnales y su compostura, un lado se veía en la necesidad de tocar al menor por todas partes, su espalda, su abdomen, su pecho, todo, llenarlo de mordidas y besuqueos. Y el otro intentaba mantenerse al margen de la situación, introduciéndose con total delicadeza y precaución en el orificio, muy concentrado, parece que lo iba a lograr, pero esos gemidos y suspiros delicados se le metieron en la cabeza para descolocarlo una vez más.





— ¿Te duele?— le preguntó, con dedo y medio dentro de su compañero, este se dio vuelta para divisar esos ojos escarlata imperturbables y acompañados de una expresión preocupada, podía contar con una sola mano cuantas veces había visto a Katsuki con ese semblante.

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