III.

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05:10 am e Izuku todavía intentaba buscaba idear un plan fructífero para zafarse de los brazos de su pareja, sin que esta recobrara sus sentidos y lo lanzara por la ventana. Se había despertado hace ya 20 minutos, pero en su mente, las palabras <<Pero si me despiertas, te juro que te parto la cara>> le golpeaban la cabeza sin parar, no podía maniobrar, y ya estaba atrasado para su entrenamiento matutino, todo era nervios y ansiedad hasta que se percató de una almohada en el piso de la habitación. Estiró su brazo con la esperanza de alcanzarlo, y así, en un movimiento ágil y dinámico, reemplazar su peso y su mano con el cojín para no alterar el orden de las cosas, en otras palabras, no despertar al de Quirk explosivo bajo ninguna circunstancia.

Logrando su cometido con honores, se estaba levantando de la cama orgulloso por no recibir si quiera un quejido de Katsuki, todo bien hasta que todo su pesó recayó en la parte baja de su cuerpo, pies, gemelos, muslos, glúteos, cadera

Cadera.

Su caída al suelo fue inminente, y con ello el inevitable sonido que esto conllevaba.

—Por la mismísima mierda y todos los bastardos— se escuchó desde las sábanas, para que luego apareciera una espalda desnuda mirando hacia la almohada —Deku.

No se creería si es que alguna palabra le saliera de su boca en ese momento, pero así fue — ¿Q-qué pasa Kacchan?

—Si me dices la hora y son las 7 de la mañana no me enojaré— replicó el rubio cenizo con una voz ronca, sin entablar contacto visual, seguía apoyado de brazos mirando hacia abajo —Pero será extraño de todas formas ya que tú siempre sueles entrenar antes de ello— continuaba, mientras Izuku sentía como una gota de sudor caía por su rostro —Dime, Deku— Midoriya hizo contacto con ese escarlata intenso que lo único que le proporcionaba en ese instante era temor, ahora él lo observaba por el rabillo del ojo, dejando a la vista notorias ojeras y un ceño más fruncido de lo normal — ¿Qué puta hora es?

El portador del OFA buscaba alguna salvación a su alrededor, sólo encontrando su teléfono—¿Y-y si te digo que son— miró la hora en su aparato digital — ¿Las 7... 7 minutos para las 5:20 de la mañana?

Silencio que era peor que el de un muerto, inundó las paredes, ahora el de quirk explosivo tenía el rostro frente al de su compañero, con los párpados cerrados, al igual que sus puños — ¿Te golpeas solo?— preguntó sin mirarlo — ¿O me das los honores?

— ¿Hay opción C?— consultó Izuku sin saber que estaba tentando contra su vida, y lo corroboró cuando observó cómo las palmas de las manos de su pareja comenzaron a emitir pequeñas explosiones, tragó en seco, e intentó levantarse para recibir el impacto en una mejor posición.

— ¡K-kacchan espera!

— ¿QUÉ MIERDAS QUIERES QUÉ ESPERE— gritaba ahora levantándose de su cama —¿VER CÓMO LANZAS OTRO DE TUS CHISTESITOS DE MIERDA PEQUEÑO BASTARDO?— le exclamaba ya sin control, frente al cuerpo del menor, acompañado de la tenue luz que se colaba a través de la cortina, cosa que no fue impedimento para que la mirada de Katsuki lograra percatarse de la playera que su pareja llevaba puesta, hecho que lo aturdió lo suficiente para hacer alto al fuego y dejar de gritar en sólo segundos.

Midoriya, perplejo, se mantenía en silencio, ya veía el puño de su compañero instalado en alguna de sus mejillas, ahora la expresión de este era neutra, nada, más que los párpados bien abiertos y la boca entreabierta, con la mirada fija en su pecho — ¿Kacchan?— le preguntaba mientras intentaba analizar la expresión de su rostro —¿Qué sucedió?

—Esa playera.

<<Mierda, me la debí haber cambiado>> Pensó el menor al notar que todavía llevaba esa camiseta negra con una calavera en medio puesta, no cruzó la mirada con el mayor, y claramente avergonzado dejó una mano detrás de su cabeza —A-ayer antes de dormir te la pedí y me dijiste que sí, lo más probable es que no lo recuerdes porque estabas soñando o algo así, pero necesitaba una y estábamos en tu habitación, lo siento si fue muy entrometido de mi part— la mano de Bakugo lo calló dejándolo con aún más interrogantes, no podía descifrar si estaba feliz, enojado, soprendido o asustado, hasta que se le acercó, depositándole un suave beso en la mejilla para luego encaminarse hacia el baño.

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