Íntimo

X.

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―¿No crees que ha pasado mucho tiempo?

Suspiro, manos en su cintura, leve mordedura en el cuello como resultado, sus pecas se sonrojaron ―¿Tiempo de qué, nerd?

―De estar aquí, acostados mientras siguen festejando allá abajo― se dio la vuelta para mirar a su amante a la cara, que lo observaba con una expresión somnolienta, apenas abriendo los párpados ―Sé que no tengo buena tolerancia al alcohol..

―No tienes tolerancia, Deku, te emborrachas con dos cervezas.

―La cerveza es un trago engañoso, como una oveja con piel de lobo.

―Con dos cervezas de 350cc.

―Estás molestándome.

―Asombroso descubrimiento, ¿Quieres que hagamos un brindis por eso?

―¿Porq―

―Pero ten cuidado con pasarte de copas, recuerda que en los brindis solo se bebe un sorbo― interrumpió, tirándole la oreja levemente ―No queremos verte vomitando en el piso tan pronto.

Izuku resopló con el entrecejo arrugado, intentando, sin mucho éxito, no sonreír ―¿Cúal es la idea?

―Molestarte hasta que amanezca.

―Estás más ebrio que yo.

Bakugo se río burlón ―¿Borracho yo?

―No, bastardo la vieja de la esquina.

―Ah― dijo casi susurrando para luego atraerlo a su cuerpo, sonriéndole pícaro ―¿Te estás burlando de mí, mierdecita?

Midoriya en silencio lo abrazó por el cuello, hizo presión pegándose lo más posible, besándole la clavícula, enredando sus piernas, acariciándole el cabello.

―Me encantas demasiado.

Katsuki tragó y lo abrazó de vuelta, sintiendo la descarga nerviosa en su estómago, y la extraña sensación placentera que le viene acompañando la cabeza desde que entraron a la habitación. ―¿Demasiado?

―Sí.

―¿Seguro?

―Sí, Kacchan.

―Mmm― replicó apretándole las mejillas, mirándole curioso  ―Realmente estás ebrio.

―Te lo digo en serio, Katsuki.

―Oye, no te permito que me nombres así.

―No te pido permiso― respondió, acariciándole el rostro, mirándolo tranquilo.

―Te estás ganando una nalgada por insurrecto.

Izuku le sonrió coqueto, para luego morderse el labio inferior, agarrando al de quirk explosivo desprevenido ―Entonces, ¿Bakugo?

―Eres una mierda― dijo para luego tomarle el rostro y besarlo brusco, necesitado, retomando las sensaciones que los llevaron al clímax hace algunos instantes. Izuku le correspondió enseguida, atrapando los labios entre sus dientes, moviendo su lengua rápido sin un camino predeterminado, con fuerza, los dos volvían a llenarse de la hormona luteinizante que venía de su potente testosterona.

―K-kacchan..― labios húmedos, sus párpados no lo apoyaban en la lucha para zafarse de su amante, comenzaba a caminar ese sendero de gloria y éxtasis, ciego pero confiado, sabiendo perfectamente quién estaba al final del camino.

Llevaban dos tercios de recorrido hasta que una llamada interrumpió su toqueteo, besos y suspiros. Katsuki sacó sus dientes de la piel de su pareja, quien lo miraba curioso por la pausa, acostado de espaldas apoyándose en sus codos. ―¿Qué pasa?― preguntó Midoriya, sin conectar el sonido repetitivo que sonaba en el escritorio y la cara de disgusto que tenía su compañero.