¿Preguntas si te amo?

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Sé que acostumbro a decir palabras tontas; que de mi boca torpe sólo escapan versos errados que de coherencia no tienen nada. Necesito que perdones mis silencios; porque llegaste a mi vida para eventualmente envolverme en, debo decir, una obsesión por estar cerca de ti, por averiguar en qué demonios piensas cuando te pierdes en detalles abstractos y lejanos. Y es que pareciera que tus labios intentaran decir algo distinto de lo que a veces demuestran tus ojos.

  Sé que callé, sé que rechacé la idea, la oportunidad de hacerte saber…el terror me alcanzó. El miedo de ti, el temor a sufrir. Ya me había acostumbrado a no vivir estas adversas sensaciones, a olvidar y rechazar el papel amoroso. No me preocupaba en lo absoluto que un niño tonto me hiciera señales y dijera palabras que difícilmente entiendo. No quiero volverme a decepcionar.

  Cuando dijiste esas palabras, el nerviosismo ocupó mi cuerpo y habló por mí, lo que en realidad el corazón quería decir…lo que mi lengua desobediente quería soltar era el hecho innegable de que desde que te vi la primera vez, no sé cómo, supe que eras diferente, supe que entre toda esa gente que reía envenenada por el alcohol; tú sobresalías. Porque lucías tan hermoso, tan reservado, tan para mí. Y cómo voy a olvidar el modo en que jugueteabas con tus manos e impaciente te mordías los labios, desde ese momento inconscientemente mi corazón ya rogaba por ser de ti.

  Entonces permití que te acercaras a mí. Al pasar los días; con todas tus torpezas, tus ideas, tu sencillez y hasta tus extravagantes gustos musicales, me hiciste adicta a tu esencia.

  Debo decirte lo seducida que estoy por ti, la inmensa necesidad que tengo de acunarme entre tus brazos. Porque tu llegada a mi vida ha sido como la entrada del sol alumbrando la habitación al amanecer, que tu sonrisa me desvela por las noches. Eres bello no sólo en apariencia, eres asombroso del pensamiento; y eso es lo que más me vuelve loca. Me traes inquieta, desesperada, esperanzada, estúpidamente enamorada. Debo confesarte, nunca me había sentido así, nunca había experimentado tal grado de amor y devoción por un hombre. 

   Tal vez parezca absurdo pero te amo, te amo y no puede existir más verdad en mis palabras y te lo digo con todas sus letras; amor mío yo te amo; así como la noche se fascina con el vagabundo que canturrea para ella en madrugada. Yo te amo como el otoño a las risas de una niña juguetona al crujir con sus pisadas las hojas. Te necesito en mi vida, como el papel a los trazos constantes de una pluma. Como las estrellas que brillan para la ciudad; yo estoy a la expectativa de ti. Te amo como seguramente las flores del jardín aman la llegada de sol; tan necesario eres en mí. Te amo del mismo modo en que los árboles aman la lluvia que les brinda la vida tiernamente. Te amo tanto como el escritor ama a las letras, como el músico ama cada composición, como el pintor ama con devoción la creación de sus pinceles. Te amo así, como la mujer solitaria que aspira el aroma de una rosa antes de morir, como Cortázar ama a Lucía describiéndola una y otra vez en Rayuela. Te anhelo como el fumador las caladas de un cigarrillo. Así de tanto es que yo te amo.

Tú eres la noche y yo el vagabundo, eres la pluma y yo el papel; tú eres el sol, eres la lluvia, eres las letras, los pinceles.

Poesía, marea y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora