Post Mortem

311 12 0
                                    

Este poema lo escribí para una novela hecha por Fabiana Romo.

Sé que me has notado más distante de lo habitual y es que razones me sobran y tú lo sabes muy bien. No podemos seguir haciéndonos los ciegos y soñar ridículamente que podemos reparar este abismo que se creó entre nosotros desde que perdimos al ser que nos unía. Hay demasiado rencor en mi interior, no puedo colocarme una venda e imaginar que ninguna tragedia sucedió, ¡No es posible dejarme sostener de tus brazos ni decirte que te amo, ya no más! Tus intentos vanos de acercarte a mí hacen más grande mi dolor, mi desprecio y mi creciente odio.

  Nuestra hija era todo mi mundo, era mi motor, mi niña, mi luz, ¿cómo pretendes que deje escapar la sensación de que por ella yo existía? Tenerla entre nosotros, ¿sabes? Me hacía amarte. Sin la magia que brotaba de sus pequeñísimas manos, no siento nada cuando estoy contigo.

  ¿Y qué hay de sus dientitos que nunca crecerán? ¿Y de su cuerpo que jamás se estirará? Ni siquiera un ‘Te quiero mamá’. No puedo vivir feliz al lado de la persona que llegó a ser partícipe de la destrucción de mis ilusiones, no me pidas que te ame, no lo haré. Perdóname si soy cobarde, no puedo enfrentarme a esto que día con día me hunde.

  He intentado arreglarlo, pero viene a mi mente la imagen de mi bebé reducida a nada, sin forma, sin color, ¡no pude encontrar ni sus ojos entre ese bulto negro! Mi hija descompuesta completamente, sin la oportunidad de tan siquiera haber fallecido en paz. No puedo olvidar como escuché, y juro que así fue, como mi corazón, mi pecho, mi alma se desgarraban lentamente al encontrarme semejante negrura caliente y pútrida en la que la convirtieron. ¿Por qué a ella? Ella que sólo era un angelito inocente que comenzaba a conocer el mundo, ella que nunca le hizo daño a nadie, ella que sólo quería descubrir la vida, viviendo infinidad de aventuras. Tuvo que morir de la forma más cruel.

  ¿Quieres que deje pasar el momento en el cual enloquecí y traté vacíamente de resucitar a nuestra pequeña? Es imposible, no sabes cuánto lo lamento, perderla me convirtió en una clase de objeto inanimado, no siento nada cuando me tocas, ¡ni lo sentiría con nadie otra vez! Si me besas sólo degusto cenizas. No hay deseo, amor, atracción, se acabó todo para mí. No podría mirarte a los ojos de nuevo, porque inmediatamente vería a nuestra hija reflejada en ellos, no lo soportaría, no podemos arreglarlo.

  Tengo que escapar de aquí cuánto antes, sólo quiero dejar de pensar en todo esto y el ambiente en el que nos encontramos no me ayuda, al contrario, entierra los recuerdos en todo mi cuerpo. Siento como si estuviese en una cárcel y los barrotes fueran las garras de la asesina de mi criatura, ¿puedes comprender lo que digo? Ser madre fue maravilloso, sentir a mi bebé dentro de mí, imaginé verla crecer, ideé un futuro perfecto para ella, ¡Maldita muerte prematura forzada! Hoy deseé que nuestra hija se hubiera quedado más tiempo en mi vientre, manteniéndose protegida, inquebrantable, dependiendo únicamente de mi amor.

  Insisto, ya no puedo regresar el tiempo, aunque daría mi vida y lo que fuese por traerla de vuelta. Entiende mi posición por favor, no quiero estar ni un minuto más cerca de ti, de toda esta llamarada de sucesos lamentables, de equivocaciones irreparables y de sentimientos no correspondidos. No sigas pensando que podemos cambiarlo, no creas que volveré a arrojarme sobre tu pecho y sonreiré con alegría repitiendo mil veces que te amo, ya no es ni será. Aunque olvidemos el rencor, en cualquier momento volveré a caer en una crisis maternal que me hará anhelar crear un pacto suicida contigo.

  Espero que tengas suerte y que logres recuperarte por ti mismo, yo intentaré reconstruirme, lejos de ti. No existo más.

Poesía, marea y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora