Prefacio

9.6K 513 42
                                    

Helium — SIA

Manzanilla para el estómago descompuesto y el alma tristona.

"Mamá siempre me decía: la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar."
"Forrest Gump"

Ingredientes: —Flores de manzanilla secas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ingredientes:
—Flores de manzanilla secas.
—Unas cuantas hojas de hierbabuena. (Mejor quedémonos en una sola hoja)
—Otro toque de canela, en rama, molida podemos usarla para otras cosas.
—Y agua... mucha, mucha agua caliente.

Decir que había amanecido como el propio auto chocado era el peor y más sencillo símil que lograba comparar mi estado fisiológico con un objeto hecho mierda.

Era la séptima, ¡sí!, la séptima vez que iba al baño y vomitaba. Ya hasta tenía dudas si de verdad en mi colon se alojaba algún ápice de alimentos.

Odiaba a muerte el acto repugnante y asqueroso de vomitar. Era una de las respuestas fisiológicas más detestables por las que tenía que padecer cualquier ser humano en el planeta tierra. Y más para mí que amaba enormemente el acto de comer, de ingerir más no expulsar los alimentos...

«Con todo el amor que le tengo a la comida...» repito mentalmente exhausta y con una nueva arcada que me obliga a correr al fondo del baño, justo donde está el váter.

Que para ser sinceros, no sé porqué este cuarto de baño posee un inodoro al fondo, como escondido de todo y todos, después que pasas a un lado de la ducha perfectamente empotrada en paneles de vidrio que la cercan.. un tanto extraña la ubicación de los objetos en este lugar.

Pero es mi apartamento, lo adoro y amo, solo que a pesar del tiempo, aún me pregunto cosas estúpidas.

Llego y me inclino abrazando el asiento de loza esmaltada blanca. Dejando que mi abdomen se contraiga y mis músculos ya quieran casi que desfallecer... mandar todo a la mismísima mierda.

Ahí me quedo un buen par de minutos. Cansada... sedienta... totalmente, agotada.

Solo el repique insistente de mi teléfono antiguo de mesa, sirven de alarma para que pueda ir por él, y a su vez, son el aliciente que me hace recobrar mi postura vertical, una que me cuesta a horrores asumir.

—Hola... —Es evidente que no tengo la más mínima idea de quién es.

Cuando estoy en mi hogar me olvido que existe la tecnología, que estamos a pleno siglo XXI, y que la gente gasta más dinero en aparatos sofisticados que en salud, así que al traspasar el umbral de la puerta y despojarme de todo aquello que me incomoda, apago mi móvil hasta el siguiente día.

—Nati... ¿Qué tienes, por qué no has llegado al local? —¡Mierda! Olvidé la hora, ni siquiera me percaté de que hoy no es mi día libre, sino uno habitual y rutinario como el resto de los días de mi vida.— ¡Hola! ¡Hola! ¿Nati, me oyes?

Entre Fresas y ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora