Entre Fresas y Chocolates

IV.

PEARLS — SAMANTHA GONGOL

"Bendita eres de entre todas las amalgamas
de forma, esencia, belleza y degustación,
cuando Cupido tu historia ha rescrito.
Aposté a lo más alto de la ostentación
queriéndonos transformarnos en mito.

Tú, la dulce fresa de la arboleda
que refresca con su simple presencia.
Yo, el chocolate fundido que espera
a tu entorno regalarle la congruencia
de inigualables sabores de primavera."
Luna Rugri

Porqués.

Inhalo y exhalo, una... dos... quince... y hasta veinte veces seguidas, contadas, premeditadas y sostenidas para no estallar como la bomba de Hiroshima en plena calle en este siglo.  Digamos que todo lo hago con el simple hecho de satisfacer las técnicas de autocontrol que he aprendido luego de visitar cuanto loquero (y ayudante de loquero) que ejerce su profesión en esta ciudad me ha sido recomendado.  Definitivamente lo mío no sólo se quita con ir hasta uno de sus consultorios, practicar sus recomendaciones, beber uno que otro ansiolítico y cuanta cosa ronda por mi mente, estoy convencida que la solución va más allá de eso, quizá cambiando de ambiente, de personas, hasta de costumbres y cultura, tal vez así, todo se torne diferente.

Giro para encontrarme con Mateo que me observa meditabundo.  Por un buen par de minutos olvidé que él estaba allí, que la cesta de fresas que llevo en la mano es producto de un gesto cortés de su parte, y que bueno, él no se merece ser maltratado por mi reciente ataque de molestia. 

Sonrío un tanto forzado, así como me acerco para conversar con él.

—Hola, de nuevo —Es lo primero que sale de su boca.

A ver, Mateo es un moreno, terriblemente atractivo que trae el pescado a este local mucho antes que yo llegara.  Su padre, Don Eliseo, es el dueño de la mejor pescadería que existe en toda la ciudad, y por ello debo suponer que el viejo Riviera adquiere sus productos, algo que se puede admirar en papá, siempre he tenido a mi disposición excelente mercancía con la cual puedo cocinar.  Los defectos de mi padre se resumen a "otras fallas". 

Como bien decía, Mateo puede hacer que cualquier chica caiga rendida a sus pies, más de una quisiera cabalgar ese enorme cuerpo, repasar sus manos por esos brazos fornidos, y dejarse comer por esos labios carnosos y bonitos que posee... muchas, más yo no soy parte de ese grupo que babea por él..., y todo se simplifica en el mero hecho de que su personalidad es demasiado tranquila para mi gusto. 

No me atraen los hombres románticos en exceso, y que desbordan flores y corazones, no me gusta que me cortejen hasta el cansancio como si fuera una muñeca de cristal.  Por supuesto que me atraen los detalles, pero, con los años, y más allá de mi "disfunción sexual", descubrí que así como soy un territorio enigmático y que supone todo un reto conquistar y explorar, pues a mí también me gustan los hombres crípticos, esos que te obligan a pensar de más, que atraen no por los detalles que se gastan con una mujer sino porque solo su forma de ser es suficiente para desbordar gestos que te llevan a admirarlos,  esos seres que encierran algo súper atractivo por descubrir, enigmas por descifrar, rompecabezas que resolver, y que a su vez, no denigran o aminoran a la mujer simplemente por el hecho de nacer fémina, sino que la ven como a alguien igual que a ellos..., esos hombres, me pueden hacer perder la cabeza, y como eso solo existe en las películas y libros que veo y leo de vez en cuando, es que me mantengo sola, "virgen consciente" como diría Will, y con un muro infranqueable donde en un lado está el género masculino baboso, y en el otro estoy yo, con mis rollos, mis anhelos, mis sueños, y mis más profundos secretos, esos que aún no quiero compartir con nadie al que le guinde setenta y cinco gramos de carne en reposo situados en el medio de sus piernas.  Eso, no me interesa.