III.

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SHAPE OF YOU — ED SHEERAN.

"El amor es como una barra de Chocolate relleno de lascivia, cubierto de concupiscencia y adicionado con delirio.

Es un arrebato de sangre, sudor y saliva, es un honor ser el pecador de tan
temido y deseado impedimento."

Extracto del Poema "El amor es como el chocolate" de BeckaNurmi.

Paciencia

Entro con paso firme al local

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Entro con paso firme al local. Saludo con un gesto seco a cada una de las personas que consigo en mi andar, algunos me observan de soslayo, un tanto tímidos, otros, son más directos e igual de mal geniados que yo y simplemente al verme hacen otro gesto similar al mío, cosa a la que no le presto mucha importancia.

Mi noche no fue nada placentera, dormí poco, estoy igual de agotado que ayer, y a pesar de haberle prometido a padre que haría hasta lo más humano posible por salvar este lugar, pues debo admitir que ya me estoy arrepintiendo. No me gusta ni me llena de regocijo tener que lidiar, más que con un negocio, con seres humanos atestados de líos.

Y en este lugar sobran muchos problemas. Eso puedo olerlo en el aire.

Entro a los vestuarios y allí consigo a Willy parado frente a su locker, abierto de par en par, cambiándose sus zapatos, tal vez por unos más cómodos, así como se enfunda su delantal con el logotipo del local.

—Buenos días.

—Buenos días, chef. —musita. Igual no intercambiamos muchas palabras ya que abandona rápido el vestuario para comenzar la jornada.

Cosa que no será así, aún falta cientos de cosas por arreglar y temas que necesito aclarar con cada una de las personas que trabajan para este restaurante. Aún se necesitan afinar detalles y reasignar nuevos horarios, porque de verdad hay que darle un enorme vuelco al concepto que viene manejando por años Fresas & Chocolates.

Dejo mis cosas personales guardadas en mi armario y salgo del pequeño lugar, en dirección al centro del restaurante, donde deberían estar todos los empleados.

Paso cerca de Natasha, ni siquiera la observo con detenimiento, sé que es ella por su cabellera oscura, y su complexión física. Por lo menos lleva el cabello recogido, cosa que debió hacer en mínimo de segundos, sino ya tendría que llamarle la atención por semejante error, más no tengo que hacerlo porque se me ha adelantado a los hechos. Así que prosigo.

—Violeta —esta gira de inmediato al escuchar mi voz—, buenos días, necesito que me hagas un pequeño favor.

—Si, chef. ¿Que será?

De todas las personas que trabajan en el restaurante, Violeta ha sido la más amable con la que he cruzado palabras. Es una chica bastante tímida y cuidadosa al hablar, de esas mujeres que sopesan todo antes de expulsar cualquier frase, así como objetivas a la hora de exponer cualquier punto. No es que su personalidad sea del todo para mí agradable, solo debo admitir que tenerla cerca, prestándome un tanto de apoyo, me ayuda a la hora de poner en práctica mis ideas.

Entre Fresas y ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora