SAVE MYSELF — ED SHERAN
"La fresa es saborear lo rojo de tu corazón,
es embriagarme de tu miel hasta más no poder,
es beber en tus manos de la fuente eterna del querer,
es comer a besos toda tu piel.
Becker Fernández "Nada fácil.
—Necesito un favor enorme, André.
Mi padre y yo vivíamos juntos. Luego de haber descubierto a mamá con otro hombre, se separó de ella. Solo contaba con quince años cuando enfrentaban un tortuoso divorcio. Papá no era un tipo malo, o mujeriego —no que yo lo sepa— de por sí aún sigue soltero, solo que era un hombre tan sumido en sus negocios que descuidó su hogar y mamá conoció a su segundo esposo, ya que se casó con su amante, para luego divorciarse de él a tan solo dos meses de la unión. Ahora tiene un tercer matrimonio con el que parece haber sentado cabeza... eso espero, porque vaya que algunas veces parece que no ha madurado.
Extrañamente, a mí me había ocurrido lo mismo que a papá. Mi novia de toda mi juventud me engañó con mi mejor amigo mientras yo estudiaba como el propio demente en París, partiéndome el lomo entre el oficio con el que me sostenía estando lejos de casa, la cocina, y dejando la vista pegada en los libros.
No era chef de título, era economista. Pero cocinar iba más allá de mí mismo, por eso mezclé ambos conocimientos y me hice un empresario con visión de negocios fructíferos en la rama de la gastronomía.
Mi abuela y mamá eran unas expertas en el arte de mezclar y darle vida a los sabores, a ellas les agradezco que me dejaran pisar la cocina siendo tan niño, como de siete u ocho años, vaya que no recuerdo bien la primera vez que amasé harina de trigo para elaborar pan de pita. Desde ese momento me enamoré de la textura de la masa, de lo esponjoso que deja la levadura el pan, y del olor característico que emana de los hornos al cocerse... algo enigmático.
Toda mi familia materna es árabe, y por parte de papá unos son alemanes, pero mi abuela paterna es guatemalteca. Por eso vivo aquí, hablo español, y soy un gigante rubio, como muchas chicas me catalogan, recorriendo las calles empedradas de Antigua Guatemala. Una de sus casas coloniales restauradas después del terremoto de 1773 es mi hogar, parte de la herencia que dejó mi abuela Milagros al partir de este mundo.
Mi madre sigue en Europa, en Alemania, específicamente. Ella y mis abuelos llegaron a ese país cuando mi madre y sus hermanos eran solo unos niños, huyendo del eterno conflicto bélico que tienen que lidiar los árabes-israelíes. Mis hermanas, mayores y menores, también se mantienen allá.
Soy el único varón, y al cumplir los dieciocho años, partí de casa en busca de papá. ¿Y todo por qué? El tercer esposo de mamá es un hijo de puta que quería molerme a golpes todo el tiempo por no cumplir sus normas. Mamá apoyaba todas las estupideces así como mis hermanas se sumieron a sus reglas. Yo, por ser adolescente rebelde, más de una vez terminé cayéndome a golpes con el fulano, y al no ver apoyo de mi madre ni mis hermanas, preferí buscar a papá.
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Entre Fresas y Chocolates
Romance"La pasión por la comida y el amor por los sabores, unirá a dos personas que en su haber son extremadamente ambiguas. Natasha; joven, cálida, serena. Con una obligación enorme a cuestas, se desvive por ser cada día una de las mejores chef del resta...