25.

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P.O.V.: Kaitlin.

Han pasado diez días desde que le dejé de hablar a Noah.

No he entrado a WhatsApp y no pienso hacerlo en un largo tiempo, hasta que pueda olvidarme de él.

Pero... ¿a quién estoy engañando? No puedo olvidarme de él. Noah sigue siendo importante para mí, aunque odie admitirlo.

He pasado más tiempo con mis amigos y mi madre, hago muchas cosas durante el día: escribo, hago mis tareas, dibujo, estudio y leo. Hago todo lo posible por mantenerme ocupada, porque sé que si no hago nada pensaré demasiado y mi mente me terminaría matando.

Suspiré. Salí de la sala de historia y caminé hacia mi casillero, pero una voz conocida me llamó.

—¡Kaitlin! —volteé y divisé a Aless correr hacia mí. Le sonreí en respuesta.

—¡Hey! ¿Qué pasa? —le saludé y me detuve para escucharla. Se veía un poco agitada.

—¡Recorrí todo el colegio buscándote! ¿Dónde estabas?

—No seas dramática, Aless —bromeé y le golpeé levemente el hombro—. Y, además, te olvidaste de buscar en la sala de historia, porque acabo de salir de ahí —puse los ojos en blanco y al rato reí al ver cómo ella rodaba los ojos.

—Okay, tal vez exageré un poco, ¡pero ese no es el punto! —exclamó y la miré divertida—. En fin, te quería decir que hoy pensamos en ver una película con Kyle en mi casa y tú estás invitada —me sonrió.

Enarqué una ceja.

—¿De verdad estuviste recorriendo todo el colegio para decirme esto si ya sabes la respuesta? Obvio que iré, Aless, no me perdería esta oportunidad —agrandé mi sonrisa y le palmeé el hombro—. Iré a buscar unos libros a mi casillero, ¿estarán en el lugar de siempre?

—Debajo del árbol, como siempre —también agrandó su sonrisa y con un pequeño gesto de mano se despidió.

Seguí caminando hasta que encontré mi casillero. Casillero N°44.

Al abrirlo un papel cayó de él. Qué extraño.

Como sea, debe ser algún apunte que dejé suelto sin darme cuenta.

Me agaché para recogerlo, pero fruncí el ceño al notar que el papel no se parecía a mis hojas de cuadernos.

Todavía poco confundida, abrí el papel y al leer esas primeras cuatro palabras, me quedé helada.

¿Cómo era posible qué...?

¿Esto era un jodido sueño?

Un montón de emociones me inundaron de golpe, no sabía cómo reaccionar ante esto.

Quería sonreír pero al mismo tiempo quería destrozar ese papel.

Pero lo único que hice fue leerlo.

E, inconscientemente, una sonrisa se asomó en mis labios.

No puedo creerlo.

De verdad debo estar soñando.

Pero lo peor es que no sé si sentirme aliviada o enojada porque esto sea real.

Volví a leer esas primeras cuatro palabras y sentí como algo se removía en mi interior.

«Para mi ex-chica acosadora...»

¡Hey! ¡Chico de los audífonos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora