Prólogo.

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—¡Kaitlin, la cena está lista en treinta minutos! —gritó mi madre desde la cocina, podía sentir el olor a canelones por toda la casa.

Mi estómago rugió. Me moría de hambre.

—Okay, avísame cuando esté lista. ¡Te quiero! —respondí y me deje caer en la cama.

Hoy es el día.

Rápidamente agarré mi lápiz favorito, uno que tenía diseños en distintas gamas de azules (que es mi color favorito) en el forro, y un papel.

Tengo un problema.

¿Cómo se empieza una carta a una persona que ni siquiera sabes su nombre pero que te interesa?

Creo que soy una completa estúpida. ¿En que estabas pensando, Kaitlin? ¿Te interesa alguien que ni siquiera sabes su nombre? Idiota.

Si tal vez tuviera más personalidad, si fuera menos tímida me acercaría yo misma a preguntarle su nombre...

Pero no, soy de las chicas que si se acercan a un chico se quedan plantadas ahí, sin hablar, hasta que se mueren de vergüenza y salen corriendo a toda velocidad. Patético.

Vamos, piensa, ¿cómo empezaré?

«¡Hey, chico que no me sé su nombre...»

Eso es un horrible comienzo, Kaitlin, empieza de nuevo.

«¡Hey, chico sin nombre!...»

Ni hablar, no puedes empezar así, hazlo de nuevo.

—¡Aghhh! —grité frustrada—. ¡Vamos! ¡No puede ser tan difícil hacer una maldita carta! —arrojé el papel lejos y me acosté en mi cama.

Kaitlin, no puedes rendirte así de fácil...

—Maldita conciencia... —murmuré tapándome la cara con la almohada y grité.

Espera...

¡Lo tengo!

Arrojé la almohada lejos y saqué rápido el lápiz y papel.

—Él siempre anda con sus audífonos... —dije para mí misma.

Es cierto, nunca se quita sus audífonos, un día me puse a verlos con más detenimiento, eran los típicos audífonos Apple blancos, aunque en una parte del cable estaba manchado con plumón azul permanente. Me pregunto por qué tendrá esa marca...

—¡Claro, El Chico De Los Audífonos! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Tome el lápiz y empecé a escribir:

«¡Hey! ¡Chico De Los Audífonos! ¿Podrías decirme tu nombre?...»

¡Hey! ¡Chico de los audífonos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora