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Maratón 4/4:

Advertencia: Este capítulo tiene contenido adulto, si es que este contenido no te gusta salta este capítulo, quedas avisado.
Ojalá les haya gustado esta maratón, muchas gracias por los votos y me hace muy feliz que les esté gustando esta novela, los amo❤️
¡Disfruten!❤️
——
Cinco meses después...

P.O.V.: Kaitlin.

—Vamos, Noah. ¡Devuélveme eso! —corrí para atraparlo—. ¡Noah! —fruncí el ceño.

—Pero, ¿por qué no puedo leerlos? —hizo un puchero—. Sólo uno, ¿puedo?

—¡No! —repliqué y me lancé a la batalla, pero claro, como él es más alto que yo no pude recuperar mi libreta.

—Siempre me haz comentado sobre tus escritos, pero nunca me haz leído o mostrado uno —protestó.

—Créeme, no son la gran cosa... ¡Ahora dámelos!

Escuchaba las carcajadas de Noah mientras daba saltitos para tratar de alcanzar el objeto que tenía en su mano.

—Eres muy tierna, Kai.

—Si piensas que con eso te dejaré leer lo que hay en la libreta, estás equivocado —dije molesta.

—Lo decía en serio.

Sentí cómo me sonrojaba.

—Ah —sonreí, avergonzada.

—Okay, te daré la libreta, pero quiero algo a cambio —arqueó la ceja, divertido.

—¿Quieres recibir algo a cambio de una cosa que me quitaste? ¿Eso no es chantaje?

Tardó un poco en responder. Se escuchaba "Heaven In Hiding" de Halsey de fondo.

—Tal vez, pero te va a gustar la propuesta —se acercó a mí—. Dame un beso.

Maldito rubor. ¿Es en serio? Yo pensaba que después de tres meses de relación dejaría de sonrojarme, pero al parecer no.

Una sonrisa asomó su rostro. No podíamos dejar de mirar nuestros labios y nuestras respiraciones se mezclaban. Tomé su nuca entre mis manos y lo acerqué más, fundiéndonos en un beso. Las caricias de nuestros labios y el calor que irradiaba de ellos hacia subir la temperatura de nuestros cuerpos. Llevada por el momento, pasé mi lengua por sus labios, sentí cómo jadeaba, antes de dejarme acceso a su boca. Nuestras manos no paraban de tocar y explorar al otro, y era sumamente placentero.

Sentí como él dejaba algo en la mesita de noche, probablemente la libreta, para después tomarme de las caderas. Nuestros cuerpos estaban pegados el uno al otro y cada roce nos hacía sentir en la gloria.

Empecé a caminar, sin separarnos y lo hice acostarse en mi cama. Me ubiqué encima de él y empecé a besar su mandíbula, bajando cada vez más hasta su cuello, donde dejaba pequeñas marcas en él.

Quería hacerlo, estaba segura... Quería que mi primera vez fuera con Noah.

Me aparté y me saqué mi blusa, quedando en sujetador. La cara de Noah no podía estar más roja (y la mía también). Tomé sus manos y las ubiqué en mi cintura, mientras volvía a atacar sus labios y nos dejamos llevar. Él mordió mi labio inferior y sentí cómo todo su cuerpo se tensó al percatarse que mi mano estaba aferrada al borde de su suéter.

Me separé.

—¿Pasa algo? —pregunté, un poco preocupada.

¿Y si él no quiere hacerlo? ¿Lo arruiné?

Preguntas rondaban en mi cabeza y no me dejaban tranquila.

Su suspiro me hizo regresar a la realidad. Tomó el borde de su camiseta y se la sacó.

Ya sabía por qué no quería hacerlo.

Habían marcas moradas en su torso y brazos. Moretones cubriendo su cuerpo junto con pequeñas cicatrices, las cuales sólo podías notar al acercarte.

Mi mano tocó una de ellas con suavidad. No quería que le dolieran, no quería que saliera más lastimado de lo que ya estaba. Quería mecerlo en mis brazos, quería protegerlo, quería...

—Son horribles, lo sé —oí que murmuraba—. Estaba tan avergonzado de mostrártelas.

Volví mi mirada a él y le sonreí dulcemente.

—No te avergüences, no tienes la culpa.

Acaricié sus hombros, sus brazos y torso.

—Ya no más dolor —afirmé—. Ahora sólo serán caricias y amor.

Lo recosté de nuevo y repartí besos en su pecho, tocaba su piel delicadamente y me detuve en el tatuaje de su clavícula.

Lo delineé con mis dedos y lo rocé con mi nariz, sonriendo.

—"Sólo vive" —leí y el recuerdo de la primera vez que nos enseñamos nuestros tatuajes vino a mi mente, sintiéndome nostálgica.

Sus manos rodearon mi rostro y me atrajo para besarlo. La temperatura seguía subiendo en nuestros cuerpos y cada vez estábamos más desesperados, más necesitados del otro. Jadeos salían de nuestras bocas por cada roce, caricia y beso.

—K-Kai —su voz apenas salía—. ¿T-Tienes...?

—E-En el cajón —respondí acalorada.

Se apartó de mí y se levantó para ir a la mesita de noche. Sacó una caja y la abrió mientras volvía a acomodarse en la cama, pero esta vez él estaba encima mío.

Al paso del tiempo la ropa empezaba a estorbar y cada vez teníamos menos prendas en nuestros cuerpos.

Noah se detuvo un momento para observarme. Quería mi aprobación para dar el siguiente paso.

—Estoy segura, Noah.

Su expresión se relajó... y lo hicimos. Hicimos el amor. Fuimos uno. Dejamos de lado las preocupaciones y problemas. Nada de eso importaba, sólo nosotros, sólo el ahora. No más dolor, sólo el amor que irradiaba de nuestras almas.

Fue la manera de demostrar cuanto nos queríamos... y fue increíble.

—¿Cómo conseguiste condones? —Noah alzó una ceja después de un acalorado silencio.

Estábamos acostados de lado, mirándonos. Sus mejillas estaban ruborizadas, sus ojos brillaban, sus labios estaban rojos y su cabello totalmente desordenado después de no dejar de tocarlo. Era una imagen magnífica y muy sexy de él.

—Mi mamá me los dio —me miró extrañado y solté una carcajada—. Conoce a los adolescentes, y ella también perdió la virginidad a esta edad, pero tuvo que robarles unos condones a sus padres. Ella preferiría entregarme unos para estar más segura.

—Wow —respondió Noah después de unos segundos—. Eso en realidad es muy tranquilizador —soltó una risita.

Asentí y rodeé mis brazos en su cuerpo, escondiendo mi cabeza en su cuello y aspiré su aroma, embriagándome de él.

—Te quiero, Noah. De verdad.

Besé su cuello mientras trazaba dibujos imaginarios en su espalda con mis dedos. Sentí un beso en mi cabeza y podía jurar de que Noah estaba sonriendo.

—Yo también lo hago, Kaitlin. De verdad.

Y caímos rendidos por el sueño. Fue agradable sentir la tranquila respiración de Noah.

Sabía que esa noche los dos dormimos con una sonrisa en nuestros rostros.

Sabía que no habría otra noche igual que esta. Una noche llena de amor.

Una noche mágica.

¡Hey! ¡Chico de los audífonos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora