Parte 17

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Finalmente, sin más reparos, la verdad absoluta comenzó a ver la luz en forma de palabras. C-16 no era el ser más expresivo del mundo, pero sí cabía destacar cuán conciso era en sus explicaciones. Tomando como punto de partida el día que se conocieron en aquél maldito laboratorio, narró sin descanso todo cuanto él había presenciado: torturas mentales, vejaciones, aislamientos... todo, salvo los reiterados abusos que había sufrido Eterna a manos de Erik. Eso era algo que no estaba dispuesto a contar, y no porque no quisiese, sino porque a pesar de ser un androide, tenía un sentido de la moralidad y la discreción muy arraigado. Siendo que ni la misma Eterna sabía que C-16 lo había presenciado alguna que otra vez para su desgracia, decidió que era preferible que ese tema quedara en sus manos. Obviamente, no iba a ser agradable para ella descubrir que su buen amigo sabía esa verdad... 

-Y así fue, hasta que finalmente conseguimos escapar, esa vez de forma definitiva. Gracias al gran revuelo que se había formado en esta ciudad y en las vecinas, el personal del laboratorio se había revolucionado por completo, así que aprovechamos ese pequeño despiste y nos marchamos sin mirar atrás -terminó de explicar el androide.

Ante toda esta aclaración Piccolo bullía de rabia al haber descubierto de una vez por todas aquél nefasto horror que había soportado durante años su pequeña humana. Pero estaba seguro de que tenía que haber algo más... Si se detenía a observarla, veía cómo se mostraba inmutable ante las atrocidades que acababan de escuchar. Así que, ¿qué podía ser tan terrible como para querer esconderlo tan desesperadamente?

Sus esperanzas se vieron ligeramente pisoteadas al darse cuenta de que no habían avanzado tanto como él esperaba.Aunque tal vez lo que necesitase fuese tiempo para superar todo eso. Debía aprender a ponerse en su piel y descubrir qué se sentiría al intentar dominar toda esa confusión mental que, muy a su pesar, le pertenecía única y exclusivamente a ella.

Dejando de lado sus ensoñaciones, se percató de lo que estaba contando C-16, y notando cómo se le formaba un denso nudo en la garganta, tragó en seco para poder formular aquella pregunta que flotaba en su mente.

-¿Qué ocurrió entonces? ¿Por qué ese escándalo? -dijo, temiendo saber la respuesta.

-La gente decía que había un monstruo, un demonio que estaba destrozando todo a su paso. Gracias a esto y a la maraña de gente que se agolpaba en las calles pudimos pasar desapercibidos entre la multitud.

-Recuerdo que así llegamos a la que había sido mi casa hacía tanto tiempo. Donde había pasado mi infancia con mi padre... -esto último lo dijo casi con desdén, como si no le importara en lo más mínimo el recuerdo de su progenitor.

-¿Y así fue como Erik te encontró? -preguntó Piccolo, cayendo en la cuenta de que, a pesar de todo el daño que había sembrado, en parte, y gracias a él, su pequeña Eterna había conseguido escapar de su lamentable vida. Por un instante, creyó sentir felicidad en su pecho, expandiéndose y purgando parte de su remordimiento pasado. Se había dado cuenta, al fin, de que sus acciones habían conseguido sacar algo bueno de entre todo el horror creado.

Eterna observaba absorta a Piccolo. Sonrió débilmente porque supo en qué estaba pensando su querido namekiano. Y estaba en total acuerdo con él al admitir que él la había salvado, a pesar de que años atrás se sintiera culpable por haber provocado su pérdida de memoria. Qué equivocado estaba en aquél entonces...

-Sí, subimos al apartamento para poder ponerme algo de ropa decente que encontramos en alguna de las tiendas que habían quedado abiertas gracias a la huida de sus dueños. Nuestra intención era coger alguna cosa más que nos pudiera servir y marcharnos lejos... -dijo Eterna perdiendo fuelle en su explicación. Sabía muy bien que había ido hasta allí con el único pretexto de encontrar cierto cuento, aquél que le regaló su padre con tanto cariño... aquél que contenía aquella triste canción que Piccolo la había escuchado entonar. Pero decirlo ahora como si hubiese ido a recuperar el mayor de sus tesoros no tenía cabida; no después de todo el horror que había narrado C-16.

-Mientras ella se preparaba hice guardia y pude ver cómo Erik nos había perseguido hasta allí. Avisé a Eterna lo más rápido que pude y urdimos una estrategia. Acordamos que yo la esperaría abajo, en el balcón de la planta baja, ella saltaría fingiendo un suicidio y yo la recogería. Aprovecharíamos ese momento de confusión para salir de su rango de visión y desaparecer para siempre.

-Por fortuna el plan salió bien. Erik intentó detenerme pero al verme completamente dispuesta a saltar perdió el norte y se puso nervioso, intentando encontrar una estrategia que me impidiera hacerlo. Así que sin escucharle siquiera, salté sin pensármelo dos veces, C-16 me cogió en brazos y escapamos despavoridos. Unos metros más adelante nos metimos de lleno en un edificio que estaba a punto de derruirse y ya no sé nada más, salvo que desperté sin memoria y poco después te conocí -dijo mientras miraba a Piccolo y le sonreía dulcemente, acariciándole el dorso de la mano.

Piccolo no pudo hacer más que devolverle el gesto y atraerla hacia él, dándole cobijo con su capa y su abrazo.

-Cuando nos metimos en ese edificio -prosiguió el androide -una fuerte explosión nos separó. Recuerdo que salí volando por los aire y cuando me recompuse Eterna no estaba por ningún lado, y hasta día de hoy no había vuelto a saber nada de ella. Poco tiempo después, Erik y su tropa dieron conmigo. Seguían buscando a Eterna, y ante mis negativas de no revelar su paradero, aunque para mí era desconocido, me arrastraron nuevamente hasta sus nuevas instalaciones. 

Ahora todo encajaba a la perfección. Piccolo ya había atado todos los cabos sueltos que le quedaban por resolver. Se sentía satisfecho por la explicación que le habían brindado, ya que gracias a ella ahora podía entender mucho mejor a su pequeña y saber qué le estaba pasando. De todos modos estaba convencido de que aún faltaba algo... algún detalle de suma importancia, y necesitaba saber qué era para zanjar este asunto de una condenada vez y rehacer su relación con ella. Con todo este caos habían dejado las cosas a medio empezar y ambos querían el pack completo, ahora que eran completamente libres.

Seguía cavilando, perdido en sus pensamientos cuando notó el peso de una persistente mirada sobre él. Alzó los ojos sólo para encontrarse con los del androide, observándole con un semblante serio, precavido. En ese mismo instante Piccolo se dio cuenta de dos cosas: la primera era que ese extraño ser quería decirle algo pero por algún extraño motivo no podía hacerlo... y la segunda era que deseaba con toda su ansia poder leerle la mente para saber de qué se trataba, pero claro, tratándose de él... era simplemente imposible. ¿Qué podría ser? De lo que estaba seguro era que, fuese lo que fuese, concernía a Eterna.

Sin darse cuenta, los colores del crepúsculo comenzaron a arroparles y supieron que ya iba siendo hora de regresar hacia sus casas. A pesar de todo, el día había sido fructífero mentalmente hablando, y ahora Piccolo y Eterna podrían descansar en paz... o eso quería creer él.

Una vez en casa, sin mediar palabra se adentraron en el dormitorio sintiendo la necesidad de descansar y procesar toda la información que poseían. Pero con Erik y el Dr. Gero muertos no tenía sentido, al menos para Piccolo. Sólo le importaba hacer feliz a esa mujer, traerla de vuelta otra vez, convertirla de nuevo en lo que siempre había sido.

Eterna, por su parte, ahora sentía en el estómago la sensación de nerviosismo y miedo atenazándole. Con todo lo acontecido durante el día, Piccolo debería sentirse satisfecho, y ella se agarraba fielmente a esa creencia, sintiéndose egoísta y mezquina al plantearse romper su promesa y no contarle... eso.

Sin más, le dedicó una débil sonrisa a su amado y se metió entre las sábanas, esperando que él hiciera lo mismo. Al ver que así era, esperó a que se acomodara para poder rodearle el cuerpo con sus brazos y apoyar la cabeza en su regazo.

Estaba tan feliz y tan a gusto que el vibrar del pecho de Piccolo al formular una pregunta la sobresaltó.

-¿Qué más, Eterna? -preguntó en un tono apacible que escondía cierta amenaza.

-¿Qué quieres decir? -preguntó ella completamente aterrada.

-¿Qué más hay? ¿Qué falta en toda esta historia... Luna?   

Lunas de Recuerdos OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora