Parte 13

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-¿Por eso me pediste que esperara? ¿Para obtener información? -preguntó Piccolo asombrado. Eterna siempre conseguía sorprenderle con su fortaleza. Después de todo cuanto habían sufrido había conseguido hallar el valor de aguantar un poco más para obtener respuestas. 

-Así es, pero ya te lo explicaré luego, ahora la prioridad es salir de aquí -respondió ella, fría como el hielo.

Esa respuesta no pasó desapercibida para Piccolo, quien la observó, sorprendiéndose al darse cuenta de que ahora era la misma Eterna que él había conocido hacía ya tanto tiempo.

Completamente inexpresiva se preparaba para resistir ante cualquier obstáculo, sin mostrar el menor atisbo de miedo.

Estaba claro que después de esa experiencia tan traumática que acababan de atravesar, las consecuencias llegarían tarde o temprano, y para su desgracia, estaba en lo cierto al asegurar que una de ellas era que Eterna volvería a cerrarse en banda, como aquellas primeras veces...

Sin soltar ni una sola palabra se encaminaron hacia la puerta del laboratorio para, por fin, salir de ese condenado lugar. Estaban delante de ella, casi podían tocarla, y estando a escasos centímetros de pulsar el botón, un disparo les obligó a girarse repentinamente, sólo para descubrir la amarga sorpresa que les esperaba en esa sala.

-¿Os marcháis sin despediros? -preguntó Erik con fingida pena.

El Dr. Gero y él observaban a la pareja con el odio reflejado en sus ojos. Habían estado a punto de conseguir su finalidad, habían recolectado la suficiente información de la mente de ambos como para poder desarrollar el potencial en los cerebros de su ejército de androides. Toda la información guardada en los ordenadores, Piccolo y Eterna como base fundamental... habría sido perfecto de no haber sido por el namekiano, quien, en un arrebato de ira hizo explotar la cápsula que le contenía y así fulminó cada aparato, borrando todos los recursos recopilados que tantos años les había llevado conseguir.

Sin duda, aparte de sus capacidades, deberían haber prestado más atención a la fuerza y los numerosos ataques de Piccolo, quien con gran maestría y velocidad había despedazado cada rincón de su querida morada, así como a todos sus empleados. Podría decirse que ya no les quedaba nada, su proyecto se había venido abajo por culpa de, según ellos, esos dos especímenes.

Ahora, lo único que clamaban sus retorcidas y decrépitas mentes era una cruel venganza.


-Al parecer estamos cerca. Todo ese escándalo viene del laboratorio, estoy seguro -decía Goku cada vez más angustiado por sus amigos.

-Sí, después de cruzar este pasadizo giraremos a la izquierda, y al fondo encontraremos la entrada al laboratorio -aclaró C-16.

Sin más, comenzaron a correr, desesperados por llegar a tiempo a aquella estancia. Mantenían viva la esperanza de encontrarles sanos y salvos y poner fin a esta pesadilla.


Piccolo, quien no le temía a las balas, no perdió ni un segundo y resguardó a Eterna tras de sí, dispuesto a enfrentarse a ese par de lunáticos. Sin previo aviso comenzó a atacar en todas las direcciones posibles, soltando poderosas ráfagas de energía con la intención de acabar con la vida de esos dos energúmenos presos de la más vil y despiadada locura.

Se vio obligado a reconocer la rapidez de Erik, quien esquivaba sus ataques con bastante facilidad. Esperando no fracasar en su idea, se procuró un nuevo plan y atacó al Dr. Gero sin piedad, el cual se disponía a intentar atrapar a Eterna y utilizarla como rehén en su propio beneficio. No se lo pensó dos veces y descargó toda su rabia sobre él, provocando una fuerte explosión, poniendo así fin a su vida. Los restos del doctor no eran como uno se esperaría... y Piccolo, acercándose a observar aquella escena más detenidamente, descubrió así que se trataba de un androide. Miles de preguntas sin respuesta desfilaron por su mente.

Lunas de Recuerdos OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora