Como flotando en un sueño Eterna se debatía entre la vigilia y el dormitar profundo. Sentía una agradable calidez a su alrededor y estaba segura de no querer moverse en lo más mínimo. Pero igualmente se removió en la cama para adoptar una mejor postura, y lo que viera al girarse le pareció irreal...
Abrió los ojos abruptamente y se encontró con el rostro de Piccolo a escasos centímetros del suyo. Se quedó inmóvil, como una estatua de piedra mientras el corazón galopaba feroz en su pecho. Al haber parado finalmente la tormenta, podía escuchar sus latidos perfectamente, como tambores salvajes que entonaran una melodía eufórica.
Se quedó largo rato escrutando cada detalle de él, cada línea, cada tramo de piel... y finalmente se atrevió a rozarle la mejilla con un dedo, sutilmente, por temor a despertarle y que el hechizo terminara por desvanecerse. Se preguntaba cómo había acabado en esa tesitura, pero siendo franca consigo misma, admitió que no le molestaba, era más bien justo lo contrario. Cuántas veces habría soñado con algo parecido... ¿Cuánto había deseado tener ese contacto tan añorado con él? Se percató de que, aún, el manto de la noche les cubría por completo. No se adivinaban sombras ni luces a través del ventanal debido a las espesas nubes que, aunque hubiesen dejado de llorar, se aferraban a la idea de no desaparecer del cielo.
Eterna seguía admirando a aquél atractivo hombre, aquél antiguo demonio ante el cual había caído presa en cuanto le vio por primera vez. Era extraño pensarlo dadas las circunstancias, pero sabía de sobra que era algo innegable, algo que incluso el encantador Gohan sospechaba, de eso estaba segura. A menudo le descubría sonriendo pícaramente mientras creía tener el mejor escondite que pudiera existir. Eran muchas las ocasiones en que le había pillado espiándoles, agarrándose a la vana idea de que ambos, tan importantes para él, finalmente acabaran juntos.
Y pensar que ella deseaba lo mismo... ¿pero cómo dárselo a entender? Era tan fría e inexpresiva, y él, tan serio y taciturno... Cualquiera diría que el destino se estaba burlando de ambos. Cada vez eran más los sentimientos crecientes en su interior, y mientras reorganizaba su mente, preparándose para, finalmente, dar un paso más, algo la sacó de su dulce trance.
Repentinamente sintió su cuerpo rígido y un mal sabor de boca. Se incorporó lentamente, intentando ser lo menos brusca posible y no despertar a Piccolo de su sueño. Sin pensárselo dos veces salió de casa. Ese mal presentimiento que llevaba días persiguiéndola le gritaba desesperadamente que volviera a entrar en casa y que se olvidara de todo. Sin duda hubiera sido la decisión más sensata, pero dispuesta a llegar al fondo de la situación empezó a caminar hacia la casa de Goku y su familia, tan cercana a la suya.
Lo que encontró la dejó helada. En la entrada de la casa estaba el matrimonio al que tanto cariño había tomado, pero no había rastro de Gohan. Además estaba claro que eso no era lo preocupante, sino el pequeño escuadrón que tenían delante. ¿Quiénes eran esos hombres uniformados? ¿Y quién les presidía? Al parecer era el único que no iba a juego con el resto.
Aquello se asemejaba más bien a peregrinos errantes preguntando a los aldeanos por el sendero correcto para no perderse en su regreso, pero nada más lejos de la realidad... El instinto de supervivencia vibraba con violencia en su interior y se acercó escondiendo el miedo del mejor modo que sabía: bajo su capa de inexpresividad.
-Goku, Chi-chi ¿va todo bien? -preguntó Eterna. -¿Dónde está Gohan?
-Tranquila, él sigue durmiendo -respondió la mujer para calmarla. -Al parecer estos hombres llevan tiempo buscando a alguien y nos preguntaron si sabíamos algo.
-¿Sólo eso? Entonces va todo bien, ¿cierto?
-Sí, ya les hemos aclarado que no sabemos nada del asunto -confirmó Goku.
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Lunas de Recuerdos Olvidados
Fanfiction"Es curiosa la forma que tiene la vida de anteponer sus deseos a los nuestros." Eso pensó Eterna en su momento. Pero cuando llegó la hora de enfrentarse a la verdad, ésta llegó a su vida como un potente huracán que prometía romperla en mil pedazos. ...